Hablar de Dolores Redondo es hablar de sus historias del Baztán. Miles y miles de lectores de todo el mundo se han quedado enganchados con la vida de Amaia Salazar, la mujer que ha protagonizado cuatro de sus seis libros y que aún puede seguir haciéndolo. La escritora es una persona abierta y entusiasta. No tiene reparos a la hora de señalar que ella sí que soñaba con el éxito, pero no imaginaba como la literatura le iba a cambiar la vida. A los catorce años vio en la escritura una posible profesión, aun así, comenzó a estudiar Derecho y después desembarcó en el mundo de la cocina. Hace ocho años se coló en nuestras vidas con El guardián invisible y siguió haciéndolo con Legado en los huesos y Ofrenda a la tormenta. Los tres títulos se convirtieron después en película y en la zona de Nafarroa donde está ambientada la trilogía existen rutas guiadas que recorren los escenarios de estas historias. En 2016 ganó el Premio Planeta y en 2019 publicó La cara norte del corazón, también basada en Amaia Salazar.

¿Cuántos años inventando historias?

—Escribiendo, toda la vida. Dice mi madre que de pequeña le preguntaba quién escribía los cuentos. Me gustaba mucho que me los leyeran y me dijo que eran unos escritores los que se encargaban de inventarse las historias. Le dije que yo quería hacer lo mismo, escribir cuentos. Pero el pensamiento firme de ser escritora lo empecé a sentir sobre los 14 años.

Tuvo visión de futuro y eso que era aún adolescente.

—Pienso que en la adolescencia a todos nos da por escribir, al menos a la mayoría. Me gustaba escribir en los diarios lo que pensaba, cómo me sentía. Quizá no tenía ese pensamiento claro de poder dedicarme a ello y vivir de escribir, puede que solo fuera un sueño, pero mira€

Sueño cumplido, una suerte, ¿no?

—Soy muy afortunada. Sería muy desagradecida si no me sintiera así. Es verdad que escribir es trabajo, pero que te publiquen y que los lectores te sigan es algo tan fuerte que a veces ni te lo crees.

Ha pasado tiempo desde que nos sorprendió a todos con 'El guardián invisible'.

—Antes de El guardián invisible publiqué una novela que este año se ha vuelto a reeditar, Los privilegios del ángel. Se publicó con una editorial muy pequeñita. La primera novela de la trilogía del Baztán se publicó en 2013 y este en 2009. Salió mal y me fui por otro camino. Intenté tener un representante que me llevara a una editorial mejor. La verdad es que esta vez tuve suerte y todo ha ido bien desde entonces. Es cierto, el tiempo ha pasado y cuesta creer todo lo que ha sucedido desde 2013 aquí.

De repente su nombre suena por todos los lados, se convierte en la escritora del momento.

—Es una de esas cosas que de vez en cuando pasan. Es el lector el que hace que estas cosas pasen. Hubo también una serie de hechos que pusieron el foco en la novela. El productor de cine Peter Nadermann había comprado los derechos para rodarla antes de que la novela se publicara en España. Resultó muy llamativo lo del cine, Nadermann, que había producido las películas de la saga Millennium, visitó Baztán y vio los escenarios para la película y empezó a hablarse del libro. Además, quince editoriales internacionales compraron al principio los derechos de la novela para distribuirla en distintos países.

Damos más importancia a un libro o una película cuando el interés viene de fuera, ¿no?

—Sí. Es lo que digo, cuando alguien ajeno a nosotros se fija en algo que nosotros hemos tenido a plena vista, parece que lo valoramos mucho más. De todas formas, no me quejo, fue un foco que a la novela le vino de maravilla y que también sirvió para que los lectores se fijaran en las que venían después.

A veces, se compran los derechos o se muestra interés y luego todo queda en agua de borrajas. ¿No tuvo miedo?

—Puedes tener dudas, pero al final la película se hizo, se rodó en Baztán y se completó con las otras historias de la trilogía. Es cierto que muchas veces las cosas quedan en promesas, pero no fue el caso. Yo confié desde el principio. Al final, todo salió muy bien.

Una visita familiar a Elizondo le dio a usted una nueva vida.

—Se puede decir que sí. Tenía claro que quería contar una historia que hablara de un matriarcado. Lo que no tenía claro era dónde iba a situar esa historia. No sabía si sería Oiarzun, Hernani o cerca de Mendiola, en la zona de Pasaia, que me gusta mucho y conozco muy bien. Cuando llegué a Elizondo y vi todo lo que me ofrecía a nivel de su propia historia, de su arquitectura, de las tradiciones, de cómo son los baztaneses, tienen una fuerza y un empuje que enamoran€ no tuve ninguna duda, ese era mi lugar, el lugar donde Amaia iba a surgir. Pero podría haber sido cualquier lugar de Gipuzkoa.

Hubiera resultado más fácil Gipuzkoa, supongo.

—Bueno, es posible. Había muchos elementos en común y no me sentí extraña en Elizondo en ningún momento. La gente de este lugar me hizo sentir muy bien, me acogieron de buena gana y todo fueron facilidades.

Así que Elizondo es como una segunda casa para usted.

—Es una de mis casa, estoy encantada de haber aterrizado en ese pueblo y muy orgullosa de los relatos que han salido de allí. Conozco muy bien Elizondo y haciendo la documentación para las novelas he descubierto cosas que igual mucha gente que vive allí no sabe. Estudié su historia, me zambullí de lleno en su pasado, me documenté viendo fotos muy antiguas. Hablé con mucha gente. Pero lo más bonito lo tengo ahora y es el conocer a tantas personas de Elizondo y de todo el valle. Estoy todos los días en contacto con gente de allí.

¿Cómo asume esa popularidad que llega casi de golpe y que la convierte en una persona conocida?

—Los escritores no somos influencer, no estamos en espacios públicos como la televisión donde todo el mundo te ve durante horas. Nuestras caras tampoco son tan conocidas. A lo mejor conocen tu nombre, pero no te identifican tan fácil. Si es verdad que me han reconocido en supermercado o en la calle, pero no es frecuente. No es lo mismo que lo que le puede suceder a un presentador de televisión o a cualquiera que participa en un reality show. La gente que me reconoce es porque se ha leído alguno de mis libros o porque se ha tomado la molestia de leer un artículo en un periódico. Lo llevo bien y si alguien me reconoce, estoy en deuda con esa persona. No es alguien que te ha visto por casualidad, es alguien que tiene un vínculo contigo.

¿Se imaginaba cómo iba a cambiar su vida cuando empezó a escribir las primeras páginas de la trilogía del Baztan?

—Me gusta cómo planteas la pregunta. Generalmente me preguntan si me imaginaba tener éxito. El éxito sí que lo imaginaba. No imagino que nadie escriba novelas, se recorra las editoriales, mande un montón de cartas para ver si le publican lo que ha escrito y no se imagine el éxito. Pues sí, cuando se publicó El guardián invisible, yo soñaba con el éxito y decía: Jo. Si todo esto que hemos sembrado, fructifica, pueden pasar cosas. Creo que es bueno soñar con el éxito, todos de una forma u otra lo hacemos. Yo animo a soñar a la gente que quiere escribir. Pienso que un buen actor es capaz de verse recogiendo un Goya o un Oscar, aunque sea en sus sueños. Tiene que estar en su interior. Sobre todo hay que soñar y esperar el éxito si te dedicas a un trabajo que tiene que ver con la creatividad y la imaginación. Soñar es muy bueno y te ayuda.

¿Y los cambios en su vida?

—Te he contestado con otra respuesta. ¿Cómo iba a cambiar mi vida? Pues eso no lo pensaba. Estaba dispuesta, estaba preparada, llevaba mucho tiempo queriéndolo, soñando y trabajando para ello. Pero fíjate, cuando la editorial me dijo que iba a publicar El guardián invisible tardó dos años. Me dijeron que sí en el 2011 y se publicó en el 2013. Hay que tener mucha paciencia. La novela estaba vendida para el cine y en otras editoriales internacionales, pero yo no podía abrir la boca mientras no se publicara en España.

¿Es impaciente?

—Con algunas cosas, como todos, supongo. Esa paciencia que debes tener te va haciendo una forja y un fondo. Estaba preparada para cambiar, para adaptarme, pero no me imaginaba los cambios, no al principio. Tengo que decir que todo ha sido para bien. Me he podido dedicar a escribir, solo a escribir. El éxito me ha dado alas para continuar y me ha hecho sentirme más segura. Ese éxito me ha hecho sentirme muy querida. He conocido a gente extraordinaria.

También se ha visto envuelta en una vida más ajetreada.

—Pero todo ha sido para mostrar mis historias y si es por mis historias, lo doy todo. He conocido a gente que está detrás de mis libros, todos los que mueven el mundo de mi editorial: desde la diseñadora de las portadas de mis novelas a la responsable de prensa. Es gente que no sale en primera plana y está trabajando por detrás para que esto pueda suceder y que tú y yo estemos hablando ahora. Me alegro muchísimo que esta gente haya entrado a mi vida. He tenido la oportunidad de conocer a autores que admiraba, son pequeños sueños cumplidos y también he cumplido otros sueños con los que ni me atrevía a soñar. Soñar con triunfar en la literatura, era posible. Pero que mis libros se hicieran cine, ir al estreno de mi historia hecha película, eso no lo imaginaba. Han sido experiencias maravillosas.

Siempre quiso escribir, pero sus pasos se dirigían hacia otras direcciones en su juventud. Primero se matriculó en Derecho y después, dejó la carrera por la cocina.

—No te equivoques, mis pasos estaban dirigidos siempre a la escritura. Lo que ocurre es que había que ganarse la vida. No puedes decir con quince años: Soy escritora y ya está. Hay que dirigir tus pasos de una manera lógica y a cualquiera que le interese escribir, le diré que la formación nunca está de más. Hay otros intereses que tengo en la vida, entre ellos, la cocina. Si no podía ser escritora, había otras opciones, ahora si no fuera escritora, sería jardinera. El tiempo también cambia tus preferencias y te hace poner el foco en otras cosas.

Pensaba que lo que le gustaba era tener un restaurante 'clandestino' en su casa.

—Ja, ja, ja... Sigo teniendo ese restaurante clandestino en casa. Son las comidas o cenas que hago con mis amigos. Alguien me dijo un día: Ten cuidado con esa broma que Hacienda es capaz de inspeccionarte si piensa que de verdad tienes un restaurante en casa. Me sigue gustando mucho cocinar, pero para celebrar, no de manera profesional. La verdad es que la cocina como oficio es un trabajo durísimo, requiere una entrega y un sacrificio enorme. Solo lo compararía con el trabajo de mi padre que era marino y que se perdía fiestas familiares, vacaciones, celebraciones... Un chef es igual, cuando todo el mundo está de fiesta, él está trabajando. Los horarios son muy difíciles de conciliar. Una cosa es que me encanta cocinar, pero ni loca pondría un restaurante.

¿Cómo concilia la escritura con la vida familiar, influye mucho?

—Tendrías que pregunta a mi marido y a mis hijos, pero yo les veo bastante felices. Creo que es importante de dónde partes. Nosotros partíamos de una vida que nos gustaba mucho. Vivimos en un pequeño pueblo de Navarra, nos gusta mucho la gente con la que tomamos los vinos y nos gusta mucho donde veraneamos. Seguimos haciendo lo mismo. Si no se te va la cabeza y mueves las cosas, la conciliación de la escritura y tu vida familiar es posible. Cuando las cosas van bien o llega el éxito, los cambios tienen que ser positivos a la fuerza. Para mí ha sido una suerte en los últimos años el poder estar en casa. Mi trabajo tiene un periodo de estar en casa y otro en el que se viaja mucho. En estos años, he viajado más que en toda mi vida. He estado en lugares en los que no había estado y en los que pensaba que no iba a ir nunca, como puede ser Australia, Argentina o Colombia.

¿Necesita aislarse para escribir?

—No necesito irme a monasterio. He podido escribir en casa y con mis a mi alrededor, no necesito el aislamiento absoluto, para nada