Varios centenares de personas se han concentrado en la plaza próxima al Ayuntamiento de Ugao-Miraballes en repulsa al apuñalamiento de este domingo por la tarde en el polígono de Usila.
El acontecimiento, que ha despertado la preocupación en la localidad vizcaina, ha convertido la plaza del Consistorio en un enclave que ha repudiado las cinco puñaladas que el hombre asestó a una mujer, en los aledaños de una discoteca de la localidad, este domingo.
“Si quieren que la discoteca esté abierta tienen que venir a vigilar”, apuntan varias vecinas minutos antes de que comenzase la concentración prevista para las 19.00 horas.
Con una pancarta en la que se puede leer “Erasorik ez erantzunik gabe” y, con micrófono en mano, pronuncian que “nos preocupa la situación”.
En esta dirección señalan que “no nos sentimos seguras en nuestras calles ni en nuestro pueblo. Vivimos con miedo de lo que nos pueda pasar”. “No vamos a tolerar este tipo de agresiones”, añaden.
El agresor, que ya ingresó en la prisión de Basauri este lunes a la tarde tras ser puesto a disposición del Juzgado de Guardia de Bilbao, resulta ser un vecino portugalujo que había transitado en otras ocasiones las calles de Ugao-Miraballes.
Vecinas que han acudido a la concentración matizan que “los que somos del pueblos estamos contentos con cómo se vive en el pueblo pero los que vienen de fuera arrasan”.
"Mucha gente de fuera"
En cuanto a la discoteca, apuntan que a la Sala Ugaondo se desplaza “mucha gente de fuera”. “Yo he visto que vienen muchos taxis”, asegura una de ellas recordando que, una vez que regreso a Ugao-Miraballes desde Bilbao, iban tres taxis en la misma dirección.
La misma vecina puntualiza que conoce “a una persona que vive cerca de la discoteca y desde luego están hartos”. “Cuando termina aquello –haciendo referencia a la discoteca–, todos vienen aquí, al pueblo, a los bares que están abiertos y ahí es donde viene el follón. El vandalismo está ahí”.
Es tal la situación que viven en el pueblo con las personas que se acercan al polígono, y posteriormente se trasladan a las calles de Ugao-Miraballes, que exponen la situación de un bar que ha tenido que cambiar su horario de apertura para evitar problemas mayores.
“Abría a las cinco de la mañana y ha dejado de hacerlo porque iba esta gente, entonces ahora abre a las ocho”.
Incluso ha habido días en los que los jóvenes han ido al instituto a las nueve “y todavía había alguien durmiendo”.