Burgos - Los forenses y los peritos que declararon ayer en la vista oral que se sigue por el crimen del abogado vizcaino José Javier Ezkerra en febrero de 2012 afirmaron que ninguno de los dos hermanos, acusados de esa muerte, sufría una enfermedad psiquiátrica.

El forense Amador Martínez Tejedor aseguró que ambos hacen un relato coherente de los hechos que rodearon a la muerte del letrado vasco el 15 de febrero de 2012 y “no sufren ninguna alteración psíquica significativa”. En su opinión, esa normalidad se aprecia también en la capacidad que tuvieron después del crimen para intentar ocultar las pruebas de que se había cometido, incluso el cadáver. El especialista también negó que el pequeño de los hermanos, José Ángel B., tenga algún tipo de retraso mental porque “actúa de forma consciente”, puede desempeñar trabajos de cierta complejidad e incluso ha podido responder correctamente los test para obtener el permiso de conducir. Sin embargo, los peritos propuestos de la defensa plantearon una visión diferente de ambos hermanos.

En el caso de José Ángel B., el jefe de Psiquiatría del Hospital Universitario de Burgos, Jesús de la Gándara, y el psicólogo clínico Carlos Alberto Criado concluyeron que sufre una “discapacidad intelectual leve”, lo que se conoce como “inteligencia límite”. Reconoció que eso no le tiene porque impedir desenvolverse con cierta normalidad y realizar tareas cotidianas, pero sí limita su capacidad de abstracción o de aprendizaje intelectual. Además, afirmó que sufre un trastorno adaptativo por su estancia en prisión, que le provoca “sufrimiento psíquico”, ansiedad y depresión.

Respecto al hermano mayor, Doroteo B., De la Gándara le ha definido como “organizado, meticuloso, temperamental, impulsivo y con dificultades para mentir”. Afirmó que es un hombre “responsable”, muy activo y que ejerce de hermano mayor.

En su opinión, no miente cuando detalla la gran cantidad de alcohol que tomó durante todo el día, antes de la muerte del abogado. Para el psiquiatra, esa ingesta de alcohol debió acentuar sus rasgos y desinhibir y condicionar su conducta pero “no sus condiciones psíquicas”.

El jurado vio también una grabación de todo el proceso de localización y levantamiento del cadáver del letrado, el 16 de mayo de 2012, tres meses después de su muerte, unas imágenes duras que supuso que algunos jurados retiraran la vista.