La perimenopausia es el periodo de transición previo a la menopausia. Puede empezar varios años antes de que desaparezca la regla y, aunque muchas mujeres la asocian a la “edad de los sofocos”, en realidad puede arrancar en la segunda mitad de los 30 o en los 40 y durar un tiempo muy variable. En esta etapa, los ovarios van produciendo menos estrógeno y progesterona, pero sobre todo lo hacen de forma irregular: suben y bajan. Ese vaivén hormonal es el responsable de síntomas que a menudo se viven con desconcierto, porque nadie los conecta con la perimenopausia y se interpretan como estrés, “estar cansada”, o simplemente mala racha.
Los avisos
El primer aviso suele ser el más obvio: cambios en el ciclo menstrual. Reglas que se adelantan o se retrasan, sangrados más abundantes o más cortos, meses sin ovulación. Esto no es “tu cuerpo volviéndose loco sin razón”, sino el efecto directo de que los niveles hormonales ya no siguen un patrón estable. Es normal que el ciclo se vuelva errático antes de desaparecer del todo.
Los sofocos y los sudores nocturnos son los síntomas más conocidos, pero no los únicos ni siempre los primeros. Algunas mujeres los tienen desde el principio; otras apenas los notan. Pueden aparecer como golpes de calor repentinos, palpitaciones, sensación de ahogo o sudoración intensa por la noche que interrumpe el sueño. El problema es que cuando no se identifica la causa hormonal, se tiende a normalizar o a aguantar sin pedir ayuda.
Uno de los síntomas más infravalorados es la alteración del sueño. Muchas mujeres empiezan a despertarse a mitad de la noche, a dormir peor o a levantarse agotadas aunque “han dormido”. Los cambios hormonales afectan a los centros que regulan la temperatura corporal y al equilibrio emocional, y eso se traduce en noches con más despertares y sensación de fatiga diurna.
La perimenopausia, además, puede traer irritabilidad, altibajos emocionales, ansiedad inesperada o una tristeza que no encaja con lo que pasa fuera. No es que “te estés volviendo más sensible”, es que el estrógeno influye en neurotransmisores relacionados con el estado de ánimo, y su fluctuación afecta a cómo te sientes.
Qué hacer si te pasa todo esto
Si estás en esa franja de edad y notas varios de estos cambios, tiene sentido hablarlo con tu médica o ginecóloga. No siempre hace falta una prueba específica: muchas veces el diagnóstico es clínico, por síntomas y edad. Hay opciones de manejo que van desde ajustes de estilo de vida hasta tratamientos hormonales o no hormonales según cada caso. Lo importante es no asumir que “hay que aguantar” porque es una etapa natural. Natural no significa que te tenga que fastidiar la vida.
La perimenopausia es un proceso biológico común, con síntomas a veces muy silenciosos y otras veces muy intensos. Si te notas distinta, cansada de una forma nueva, más irritable, con la regla descontrolada o con la cabeza en modo niebla, no estás imaginando nada: puede ser perimenopausia.