La moda de los yogures proteicos ha llegado con fuerza a los supermercados, impulsada por el marketing que asocia la proteína con salud, energía y deporte. Sin embargo, la nutricionista Gabriela Uriarte lo tiene claro: “Un yogur proteico no es para nada necesario para la población general. Un yogur natural ya aporta suficientes proteínas por ración de calidad”, afirmó en una entrevista en Radio Euskadi.

Según explica Uriarte, un yogur convencional contiene entre 5 y 7 gramos de proteína por unidad, una cifra que, en sus palabras, “es bastante”. De hecho, recuerda que los yogures ya son de por sí alimentos altos en proteínas, por lo que no resulta imprescindible recurrir a las versiones enriquecidas.

Los llamados yogures proteicos o variedades como el skyr o el griego pueden doblar esa cantidad, llegando a 10 gramos por unidad, pero su utilidad depende del contexto. “Pueden ser interesantes en determinadas estrategias o para ciertas personas”, subraya la nutricionista.

¿Cuándo pueden ser útiles?

Un ejemplo claro son las personas de mayor edad que comienzan a perder el apetito. “Quizás es un poco más difícil darles fuentes de proteínas como la carne o el pescado, por lo que un yogur más rico en proteínas puede ser una ayuda”, apuntó. En estos casos, el aporte extra resulta positivo y práctico, ya que se trata de un alimento fácil de digerir, accesible y bien aceptado.

El yogur y el kéfir tienen beneficios y propiedades nutricionales muy valiosas. Freepik

No obstante, Uriarte insiste en que para la mayoría de la población “no hace falta gastarse el dinero en eso”. El gasto extra que implican estos productos no se traduce necesariamente en un beneficio real para quienes ya siguen una dieta variada y equilibrada.

Los inconvenientes de los yogures proteicos

Además del precio, la nutricionista recordó otro aspecto a tener en cuenta: los edulcorantes. “Suelen ir con edulcorantes, y sabemos que el uso habitual de edulcorantes no es la mejor opción para la microbiota”, señaló. La recomendación, en este sentido, es optar por un yogur natural de toda la vida, que puede ser cremoso, entero o desnatado, según las preferencias de cada persona.

Uriarte también quiso derribar un mito: el supuesto déficit de proteínas en la dieta habitual. “Es muy difícil tener déficit de proteínas en las dietas habituales. Lo más probable es que ya estés comiendo suficiente proteína, porque no somos todos Hulk Hogan”, ironizó. En general, con la alimentación diaria se alcanzan las necesidades, incluso en personas que practican deporte de forma regular.

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En definitiva, la apuesta de la nutricionista es clara: no necesitamos yogures proteicos para estar sanos. Un yogur natural ya aporta proteínas de calidad y, salvo en situaciones específicas como la tercera edad o casos clínicos concretos, lo más recomendable es mantener la sencillez y la moderación.

Lejos de las promesas de marketing, Uriarte defiende que la base de una buena alimentación no está en productos “milagro”, sino en la constancia, la variedad y la naturalidad de los alimentos de siempre.