Con la llegada del otoño, muchas personas notan más cabello en la almohada, el cepillo o la ducha. Lejos de ser una alarma, este fenómeno suele tener explicación biológica. El cambio de estación coincide con una fase natural del ciclo capilar llamada efluvio telógeno estacional, en la que más folículos entran en la fase de reposo antes de desprenderse y dar paso a nuevos cabellos.

El ciclo de nuestro pelo tiene tres etapas: crecimiento, transición y caída. Durante el otoño, es común que una mayor proporción de folículos pase a la fase de caída, también llamada telógena, lo que puede aumentar la pérdida diaria de cabello hasta cifras visibles (entre 100 y 200 pelos) sin que esto implique un problema de salud.

Factores que lo provocan

Existen factores que agravan esta caída estacional. El daño acumulado en verano por la exposición solar, el cloro y la sal marina debilita la fibra capilar. A ello se suma la reducción de horas de luz, que modifica la producción de hormonas como la melatonina y altera el ciclo del cabello. También influyen el estrés postvacacional y los cambios en la dieta y el estilo de vida tras las vacaciones.

Aunque la caída otoñal es normal y temporal, conviene prestar atención a las señales. Se considera dentro de lo habitual cuando es generalizada y no localizada, no provoca pérdida de densidad visible y tiende a estabilizarse en unos meses, generalmente entre dos y cuatro. Sin embargo, si la pérdida es persistente, excesiva o viene acompañada de zonas calvas, picor intenso o alteraciones del cuero cabelludo, es recomendable acudir a un dermatólogo o tricólogo.

Como prevenir la caída

Para minimizar los efectos, es importante reforzar la alimentación con proteínas, hierro, zinc y vitaminas del grupo B, ya que nutren los folículos y favorecen el crecimiento. Igualmente, conviene evitar agresiones externas como el uso excesivo de secadores o planchas, aplicar productos suaves e hidratar con mascarillas. Los masajes en el cuero cabelludo mejoran la circulación y estimulan los folículos, mientras que mantener un buen descanso y controlar el estrés ayuda a equilibrar las hormonas que influyen en el ciclo capilar.

La caída del pelo en otoño es un proceso natural y pasajero. Adoptar hábitos saludables y prestar atención a señales de alarma puede marcar la diferencia para cuidar nuestro cabello y recuperar su vigor con el paso de las semanas.

El estrés, un factor de riesgo

El estrés es uno de los factores que más influyen en la caída del cabello durante todo el año y puede intensificarse en otoño. Cuando el organismo está sometido a tensión, se liberan hormonas como el cortisol, que alteran el ciclo de crecimiento del pelo y favorecen que más folículos entren en fase de reposo. El resultado es un incremento visible en la pérdida capilar.

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Técnicas de relajación, ejercicio regular y un buen descanso son claves para reducir este efecto y mantener la salud del cabello.