Los llamados superalimentos han ganado espacio en supermercados, menús de restaurantes y redes sociales. Aunque el término no tiene una definición científica estricta, se utiliza para referirse a aquellos alimentos que, en cantidades moderadas, ofrecen una gran concentración de nutrientes beneficiosos para la salud, como vitaminas, minerales, antioxidantes o grasas saludables. No son milagrosos, pero pueden jugar un papel importante como complemento dentro de una dieta equilibrada y un estilo de vida saludable.

¿Qué tienen de especial?

Lo que distingue a estos alimentos es su alta densidad nutricional, es decir, la capacidad de aportar muchos nutrientes con pocas calorías. Por eso se los vincula con beneficios como el refuerzo del sistema inmunológico, la protección cardiovascular, la mejora del tránsito intestinal o la reducción de la inflamación. En muchos casos, además, tienen un efecto antioxidante que contribuye a combatir el envejecimiento celular.

Entre los ejemplos más conocidos están el aguacate, con su aporte de grasas saludables, potasio y fibra; los arándanos, que destacan por su capacidad antioxidante; la quinoa, como fuente de proteína vegetal completa; la chía, rica en omega‑3 y calcio; o la cúrcuma, que debe su fama a su compuesto antiinflamatorio, la curcumina. También el brócoli y el té verde se han consolidado en esta categoría por su perfil nutricional.

Superalimentos de proximidad

Contrario a lo que se suele pensar, muchos de estos alimentos son accesibles y forman parte de dietas tradicionales, como la mediterránea. Productos habituales como el ajo, las legumbres, el tomate o el aceite de oliva virgen extra son considerados por nutricionistas como “superalimentos de proximidad”, no solo por sus propiedades, sino porque su uso frecuente en la cocina diaria mejora la salud de forma sostenida.

La razón por la que debes tomar una cucharada de aceite de oliva virgen extra a diario Freepik

Desde el punto de vista profesional, el uso del término “superalimento” genera cierta controversia. Nutricionistas advierten de que ningún alimento, por saludable que sea, compensa por sí solo una dieta desequilibrada o un estilo de vida sedentario. Como explica el dietista-nutricionista Aitor Sánchez, “lo importante no es comer kale o bayas exóticas una vez a la semana, sino construir una alimentación completa y constante. No existen superalimentos, sino superdietas”.

Superalimentos y marketing: entre la salud y la estrategia comercial

El auge del término “superalimento” no se explica solo por sus propiedades nutricionales, sino también por su enorme potencial comercial. Muchas marcas, distribuidores y campañas publicitarias han aprovechado esta etiqueta para asociar ciertos productos con beneficios para la salud, incluso aunque esos beneficios dependan más del conjunto de la dieta que del alimento en sí. Esto ha provocado que productos antes poco conocidos o limitados a determinadas regiones como la espirulina, la maca o el açaí se conviertan en bienes de consumo global, con precios mucho más altos que otras fuentes de nutrientes similares.

El riesgo de esta tendencia es que, bajo la etiqueta de “superalimento”, se promocionen productos importados mientras se ignoran alimentos locales igualmente saludables. Esto puede llevar a una idealización desequilibrada del consumo, y a menudo genera confusión en el consumidor, que asocia “súper” con “imprescindible”.

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Por eso, muchos expertos advierten que el término “superalimento” debe usarse con precaución. No existe un alimento milagroso, y atribuir propiedades excepcionales a uno solo puede desviar la atención de lo verdaderamente importante: la variedad, el equilibrio y la frecuencia de consumo. Lo esencial no es sumar ingredientes de moda, sino mantener una alimentación diversa y sostenida en el tiempo.

Por tanto, aunque los superalimentos pueden ser una herramienta útil para mejorar la calidad nutricional de las comidas, su valor depende del contexto. Incorporarlos con naturalidad, sin obsesión ni expectativas desmedidas, es la mejor manera de beneficiarse de sus propiedades sin caer en el marketing o las modas pasajeras.