Durante años, la palabra creatina ha estado ligada al universo de los gimnasios, culturistas y la suplementación deportiva. Pero al margen de su fama, la realidad es que la creatina no es solo para quienes entrenan fuerza.
La creatina es una sustancia natural que el cuerpo humano produce en pequeñas cantidades a partir de tres aminoácidos: arginina, glicina y metionina. Se almacena principalmente en los músculos, donde actúa como una fuente rápida de energía. Aunque está presente en alimentos como carne roja o pescado, la suplementación con creatina permite alcanzar niveles óptimos que difícilmente se logran solo con la dieta.
Sus beneficios para el cerebro y el envejecimiento
Aunque su uso deportivo es ampliamente conocido porque ayuda a mejorar el rendimiento físico en esfuerzos cortos e intensos, cada vez más estudios destacan sus beneficios cognitivos y neurológicos. Se ha observado que la creatina puede mejorar la memoria, la concentración y el rendimiento mental tras esfuerzos prolongados.
También se investiga su efecto positivo como apoyo en enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson, el Alzheimer o la ELA. Estos posibles usos terapéuticos han ampliado el interés de la comunidad científica por la creatina.
Además, está ganando relevancia como suplemento útil en el contexto del envejecimiento saludable. En personas mayores, la creatina preserva la masa muscular, mejora la fuerza y reduce el riesgo de caídas, lo que la convierte en una aliada contra la sarcopenia y la pérdida de autonomía.
Desmontando mitos
Buena parte del rechazo a la creatina viene de mitos infundados. Se ha asociado con problemas renales, retención de líquidos o efectos secundarios graves, pese a que la evidencia científica no respalda estos temores en personas sanas.
La Sociedad Internacional de Nutrición Deportiva (ISSN) y otros organismos expertos reconocen a la creatina como uno de los suplementos más seguros, eficaces y estudiados del mundo. No es un anabolizante, ni un dopaje encubierto, ni un producto que transforme el cuerpo sin control. Es, simplemente, un compuesto natural que puede apoyar funciones físicas y cognitivas cuando se usa con conocimiento.
Una herramienta cotidiana
Cada vez más estudiantes, trabajadores con alta carga mental, adultos sedentarios o personas mayores están incorporando la creatina a su rutina, no para ganar músculo, sino como recurso preventivo y funcional.
La creatina no sustituye una alimentación saludable ni el ejercicio, pero sí puede ser una herramienta útil y segura que complementa el bienestar diario.
Lejos de la imagen de batidos y culturistas, la creatina empieza a encontrar su sitio en la vida cotidiana, como lo hicieron en su día otros suplementos ahora normalizados como la vitamina D o el omega 3. Además, la creatina se puede consumir en dos formatos: pastillas o polvos.
La creatina es un suplemento seguro, accesible, científicamente validado y con aplicaciones cada vez más amplias. Ya no es exclusivo de atletas y puede ser útil para cualquier persona que quiera cuidar su cuerpo. Aún así, siempre se recomienda informarse sobre las sustancias que estemos pensando en incorporar a nuestra dieta y consultarlo con un especialista que nos pueda guiar a la hora de tomar esas decisiones.