Aunque parezca un gesto sin importancia, reventarse un grano puede tener consecuencias muy dañinas para la piel. Es un gesto común pero que los dermatólogos desaconsejan tajantemente. Al presionar la piel para eliminar el contenido de un grano, no solo se rompe la barrera natural que protege frente a bacterias, sino que se corre el riesgo de empujar la infección hacia capas más profundas.

Mujer explota grano en la barbilla Univision

Expertos en salud cutánea explican que, al hacerlo, es frecuente que se inflame aún más la zona, que se propague el acné a otras áreas del rostro y que aumente el riesgo de infección. Además, ese trauma en la piel favorece la aparición de lo que los especialistas llaman hiperpigmentación postinflamatoria, una mancha oscura que puede tardar muchos meses en desaparecer.

Marcas duraderas

Al manipular la piel, no solo se corre el riesgo de inflamar aún más la zona, sino también de causar una lesión que cicatrice mal. En esos casos, lo que queda no es solo una marca pasajera, sino una pequeña hendidura o mancha que puede durar meses, incluso años.

Dermatólogos explican que es habitual ver en consulta rostros con marcas que no vienen del acné en sí, sino de haber tocado los granos de forma insistente. Algunas de esas cicatrices son tan profundas que requieren tratamientos estéticos para suavizarlas. Y lo más preocupante, advierten, es que muchas veces podrían haberse evitado simplemente dejando la piel en paz.

Una recuperación más lenta

Al presionar con fuerza, la piel se inflama más y tarda más días en recuperar su estado natural. Y si además se rompen los capilares o se abre la lesión, el riesgo de que esa zona se infecte aumenta considerablemente.

Los especialistas explican que, al intentar eliminar un solo grano, muchas veces lo que se consigue es que se generen otros nuevos a su alrededor. El contenido del poro, al salir de forma descontrolada, puede contaminar otras zonas del rostro, lo que provoca más brotes y una extensión del problema.

Riesgo de infecciones y daños duraderos

Más allá del enrojecimiento y la inflamación, los riesgos pueden ir mucho más allá. Explotar un grano puede derivar en infecciones localizadas, sobre todo si se hace con los dedos sucios o se fuerza una lesión que aún no está madura.

Uno de los efectos secundarios más frecuentes es la hiperpigmentación postinflamatoria, es decir, esas manchas oscuras que aparecen tras manipular granos y que pueden tardar meses en desaparecer. Pero los problemas no terminan ahí, y cuando nuestra piel sufre un traumatismo así repetidamente, también puede desarrollar cicatrices atróficas, esas marcas hundidas que dejan huella incluso años después.

A simple vista, apretarse un grano no parece gran cosa, pero puede empeorar el problema y dejar marcas que no siempre desaparecen. Infecciones, manchas oscuras y cicatrices son solo algunas de las consecuencias que, con frecuencia, llegan después. Ante cualquier brote, los especialistas recomiendan dejar que la piel siga su curso, usar productos adecuados y acudir a consulta si las lesiones persisten. Porque lo que empieza como un gesto casi automático frente al espejo, muchas veces termina en una visita al dermatólogo o, en los peores escenarios, en marcas o cicatrices que ya no se van a borrar.