El Soplao, término minero que alude al aire que se percibe al calar una galería desde otra con menos oxígeno, es el nombre de la cueva cántabra que se muestra al visitante como un gran paraíso de la espeleología con sus coladas, estalactitas y estalagmitas.

La cueva, descubierta a principios del siglo XX con motivo de la explotación de las minas de La Florida, es considerada una de las grandes maravillas de la geología, pues atesora un auténtico paraíso de la espeleología con sus excéntricas estalactitas, estalagmitas, coladas, columnas, perlas de las cavernas, dientes de perro...

El Soplao es una cavidad situada en los municipios de Herrerías, Valdáliga y Rionansa, en la sierra de Arnero cántabra, a una altitud de 540 metros, y constituye un deleite para quien se acerque a visitarla, que podrá disfrutar de un recorrido que sobrecogerá por la espectacularidad, abundancia y diversidad de sus formaciones excéntricas.

Cavidad única, auténtico juego de sombras, luces y de colores, ofrece un festival de sensaciones y destaca por su alto valor geológico. La cueva y su entorno albergan un excepcional patrimonio de arqueología industrial minera, con más de 20 kilómetros de galerías. La actividad minera también ha dejado su huella en el espacio exterior, donde se aprecian castilletes, hornos de calcinación, lavaderos, talleres…

Tres tipos de visitas

Las instalaciones, que cuentan con cafetería, tienda, sala multiusos y un amplio aparcamiento, ofrecen tres tipos de visitas. La primera es la turística, que se inicia subiendo a una reproducción de un tren minero que lleva al interior de la cueva. Allí comienza el recorrido a pie por pasarelas perfectamente adecuadas desde las que podrán observar las increíbles formaciones entre efectos de luces y sonidos. Guiada y accesible, tiene una duración de una hora.

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La visita espeleológica aporta al visitante casco, frontal, botas de agua y buzo de polipropileno, y con ella se accede al interior andando, lo que permite tener una mejor percepción de la galería minera original de La Isidra. Dura unas dos horas y media, y presenta la cueva en su estado natural, con ausencia total de luz, suelo irregular, estrecheces... Se recorren, aproximadamente, tres kilómetros de galerías de gran belleza y valor geológico.

Finalmente, existe la conocida como ferrata minera, una actividad deportiva que no requiere conocimientos previos de espeleología, ferrata o escalada, pero sí tener una buena condición física y fuerza, especialmente en brazos, para garantizar realizar la actividad con normalidad y seguridad.