LAS calles ya se empiezan a iluminar, los escaparates invitan a viajar a un entorno cálido, con la familia… La Navidad está aquí. ¿Pero de dónde vienen los elementos que forman parte de la tradición vasca y más concretamente de la vizcaina?

Si hay un personaje que está en el imaginario colectivo, ese es Olentzero aunque no se puede establecer cuál es su origen. La versión de José Miguel Barandiaran explica la versión que había oído a un pastor en Aralar. Según se recoge en Auñamendi, “contaba aquel hombre que, por tradición oral, se había ido transmitiendo de padres a hijos la historia de que un día de fiesta, quizá cuando se celebraba el solsticio de invierno, los paganos o gentiles del lugar bailaban en la pradera de Matxabaleta, en Aralar, cuando una nube se fue acercando al lugar hasta llegar a tapar el sol. Se asustaron los allí reunidos y consultado el más anciano vaticinó que la nube anunciaba la venida de Kixmi, que en el lenguaje del momento significaba la llegada del Cristo, la venida del cristiano y el consiguiente final de su cultura”. Atendiendo a esta explicación, el final de su cultura se refiere a la imposición del cristianismo. Sin embargo, algunos estudios hacen hincapié en que la figura de Olentzero se utilizaba para “anunciar la llegada de la nueva luz, la luz del sol, al tratarse de la época en la que los días comenzaran a ser más largos”.

El monte Aralar es muy importante en la tradición, pero en Bizkaia quien adquiere relevancia es el Gorbeia. La mitología que esconde en sus faldas y todas las leyendas que versan a su alrededor toman especial visibilidad en estas fechas. Y hay una cita a la que los mendizales nunca fallan, ascender hasta la cumbre el 31 de diciembre o el 1 de enero para dar despedir o dar la bienvenida al nuevo año.

Otro de los elementos que están intrínsecamente relacionados con la Navidad es el fuego. En Auñamendi se precisa que en Arratia y Otxandio “en las casas donde hay un toro semental, colocan durante la cena de Nochebuena dos palos en el fuego del hogar para que se quemen por un extremo. Después lo sacan, hienden uno de ellos, ponen el otro atravesado en la hendedura de suerte que ambos formen una cruz. Esta es colocada luego en la cuadra del toro a fin de evitar que al animal le sobrevenga durante el año la enfermedad llamada maminpartidu”. En Amorebieta, la creencia es otra: “la comadreja no perjudica a los habitantes ni al ganado de una casa si en su hogar ha ardido el tronco de Nochebuena”. Y en Bedia “conservan el tronco de Nochebuena o sus carbones, los cuales bendicen la casa”.

La llegada de Olentzero no regaba de regalos a los más pequeños y se instauró otra tradición que se ha ido perdiendo poco a poco. Uno de los mayores estudiosos de la cultura vasca, Juan Manuel Etxebarria, escribió que “en Año Nuevo las niñas y niños iban de casa en casa pidiendo el aguinaldo, cantando una canción. Eran las mujeres las que solían entregar el aguinaldo y se les daba algo de dinero, pero sobre todo nueves, avellanas, pasas, chocolate, castañas, etc. El día de Reyes hacían otro tanto, y el aguinaldo se les pedía a los hombres”. Tradiciones que han identificado a los vizcainos.