Adarra fue desde luego en tiempos remotos una cima sagrada, como evidencian los numerosos monumentos megalíticos que la jalonan. De aquella memoria parece que Adarra ha guardado el mismo valor simbólico, porque probablemente es la cima que más visitan los guipuzcoanos y escenario de los rituales de renovación de cada primer día del año.
Adarra guarda una cumbre hermosa y rocosas que sin embargo se protege en sus laderas con notables bosques. El camino se inicia en tierras de Urnieta, entre espacios industriales sobre los que dominan los caseríos. Así se llega a Besaba, barrio y caserío, atalaya particular y paso estratégico en caminos antiguos que por los collados de Adarra llevaban al contiguo valle del Urumea, en su cabecera navarra.
Desde Besabi, desde su último y másalto caserío que es Aldapeta, partiremos por un camino encajado en una trinchera rodeada de robles y hayas. Ya aquí la mirada se ha abierto a las praderías ganaderas de la Urnieta agrícola, praderías que tienen continuidad más allá en los altos de Adarra.
El camino seguirá todavía encajado un trecho para atravesar un pinar hacia un hayedo en el que aún se pueden ver las huellas de una antigua calzada; el sendero sigue faldeando en el bosque hasta encontrarse con la regata de Aballarri que baja del collado homónimo. Puede seguirse su curso para encontrarse con el cromlech de Arleoko Zabala y la nevera de Mataleko Lepoa próxima, en el cordal al cromlech de Elurzulo. Pero mejor es trazar un camino circular y ahora subir un poco por el sendero que cruza la regata para remontar a un collado rodeado de campas, desde donde se avista enseguida al frente la mole del Adarra, puntiaguda, provocadora.
Sobre ella se lanza un erosionado sendero, pero a la derecha de su cordal, en el horizonte que mira hacia Navarra, está, todavía escondido ala vista, el menhir de Eteneta. Y hacia alláfaldearemos, entre rocas de conglomeradoy helechales, hasta encontrar esemenhir que ha invocado desde hace másde dos mil años a los astros, al sol y a laluna. Es el collado de Eteneta, dondemenhir y cromlech restituyen el recuerdode nuestros antiguos pastores.
El cordal, que desde Adarra se prolongapor Eteneta haciaMandoegi, está jalonadode monumentos megalíticos y tambiénde viejas neveras. Desde las neverasde Adarra -Mantale, Tximista y Agerre-la nieve era llevada a partir del siglo XVIIhasta Donostia y Hondarribia para refrescarbebidas y aplacar jaquecas.Desde Eteneta la cima de Adarra esinmediata. Y su panorámica digna de atalaya:al sur las profundidades del Urumeay sus derredores navarros, al norte la ciudad,Donostia y el mar. Por eso no esextraño que esta cima y sus entornos fueseun escenario sagrado en otros tiemposy conserve un arraigado valor simbólicoen nuestros días.