UN hombre que sufría parálisis de la cintura para abajo ha vuelto a caminar tras someterse a una terapia pionera en la que le trasplantaron células olfativas de su cavidad nasal dentro de la médula espinal. El búlgaro Darek Fidyka, que sufría parálisis desde que fue agredido con una navaja en 2010, puede caminar de nuevo con la ayuda de un andador, y hasta puede conducir, después de ser tratado en Polonia. El tratamiento, publicado por la revista Cell Transplantation, fue realizado por un equipo de cirujanos en el Centro de Neurorrehabilitación para el tratamiento de lesiones de la médula espinal en Wroclaw, en colaboración con expertos en regeneración neuronal del University College de Londres.
Darek Fidyka, nacido en Polonia hace 38 años, sufrió una transección traumática (desgarro completo) de la médula espinal torácica a nivel vertebral superior, tras una agresión con arma blanca, según recoge la BBC que tuvo acceso exclusivo al proyecto y pasó un año trazando la rehabilitación del paciente. Fue “una sensación increíble”, explicó el paciente quien recuerda que “cuando no se puede sentir casi la mitad de tu cuerpo, se es impotente, pero cuando empieza a volver es como si volviera a nacer”.
Mientras, el profesor Geoff Raisman, presidente de la regeneración neuronal en el Instituto de Neurología del University College de Londres, quien dirigió el equipo de investigación del Reino Unido afirma que esta investigación logra algo “más impresionante que ver al hombre caminando en la luna”. En su opinión, el tratamiento Parálisis “tiene un potencial enorme”.
“Este primer paciente es un paso inspirador e importante, que lleva años de investigación en el laboratorio hacia el banco de pruebas clínicas. Para desarrollar plenamente futuros tratamientos que benefician a los tres millones de paralíticos a nivel mundial se necesitará una inversión continua para los ensayos clínicos a gran escala”, explicó Richard Sykes, presidente de la Fundación de Células Madre del Reino Unido.
Seis meses después de la cirugía, Fidyka fue capaz de dar sus primeros pasos a lo largo de las barras paralelas, usando abrazaderas para las piernas y el apoyo de un fisioterapeuta. Dos años después del tratamiento, ya puede caminar fuera del centro de rehabilitación pero con un arco de sujeción. Además, ha recuperado algunas sensaciones de la vejiga y el intestino y también algo de función sexual.