Bilbao

EL surtidor, en el wáter y la estación de servicio, en el retrete. Ese es el concepto básico del primer coche diseñado por ingenieros británicos que funciona con excrementos humanos y desperdicios, aprovechando el gas metano que despiden estos desechos. El proceso para obtener este combustible, también de forma muy simplificada, consiste en un escatológico viaje de la boca al estómago; del estómago al inodoro; del inodoro a la cloaca y de la cloaca al automóvil. Toda una experiencia residual de ayuda al medio ambiente.

El experimento resultante de tanto ensayo fecal se llama Bioescarabajo. "Si nos olvidamos de las diferencias internas que le permiten rodar con metano, funciona exactamente igual que un coche común y corriente", subraya Mohammed Saddiq, ingeniero de la firma de energía sostenible GENeco que ha desarrollado el prototipo.

El nuevo automóvil puede alcanzar una velocidad máxima de 180 kilómetros por hora y cuenta con una autonomía de 400 kilómetros con el depósito lleno. Los ingenieros de la planta Wessex Water, los creadores del modelo, han calculado que los excrementos producidos al año por setenta hogares podrían producir gas suficiente para que este vehículo recorra 16.000 kilómetros. Gracias a todo ese cúmulo de porquería, el automóvil puede alcanzar la misma velocidad que uno convencional. Al circular tampoco se perciben diferencias y, para saciar la curiosidad del personal, se puede confirmar que, pese a que las heces y otros desperdicios son la materia prima de su combustible, el tubo de escape no despide olores desagradables.

La razón de esta exaltación del detrito es que desde hace años la planta de tratamiento de aguas residuales de Avonmouth, en las afueras de Bristol, produce biogás. Las aguas que llegan allí a través de las cañerías de la ciudad y sus alrededores son sometidas a procesos de filtración. El lodo resultante recibe calor, y, privado de oxígeno, las bacterias presentes en la materia orgánica comienzan a descomponer los desechos y a producir biogás. Como la planta produce más combustible del que necesita para abastecer sus necesidades energéticas, la empresa decidió aprovechar el sobrante y así nació la idea de crear un automóvil que funcionase con metano. "Esta planta produce unos 18.000 metros cúbicos de biogás al año. Si lo convirtiésemos en biocombustible para vehículos, y reemplazáramos al combustible fósil, podríamos dejar de emitir 19.000 toneladas de CO2", explicó Saddiq.

El Bioescarabajo es por ahora sólo un prototipo. Existen camiones y autobuses que funcionan con gas en países como China e India, pero la posibilidad de adaptar los automóviles para funcionar con gas metano aún no ha sido explorada. Todo es cuestión de recolectar los residuos sobrantes y ponerlos a fermentar.