Cuando la madre de Mikel Zabalza, Garbiñe Garate, acudió al cuartel de Intxaurrondo preguntando por su hijo, que llevaba desaparecido desde que fue detenido por la Guardia Civil el 26 de noviembre de 1985, le respondieron: “Vaya a objetos perdidos”. Ese mismo cuartel vio la inauguración, el 30 de noviembre de 2024 a pocos metros de su entrada, de una placa en la que se puede leer: “Mikel Zabalza Garate, Poliziaren ekintzak eragindako biktima, Víctima por acción policial”, junto con la fecha del 15 de diciembre de 1985, cuando se encontró su cadáver esposado en el río Bidasoa.

Estos dos hechos enmarcan uno de los casos de torturas y asesinato por parte de las Fuerzas de Seguridad del Estado más significativos de una democracia aún incipiente, diez años después de la muerte de Franco. Por la impunidad de sus perpetradores, por una versión oficial a todas luces inverosímil, por la contundente respuesta social que provocó, incluyendo una huelga general, por la ausencia de una reparación judicial y por la incomparecencia también del Estado español de cara a un reconocimiento y una petición de perdón por estos hechos.

Miguel Ángel Llamas Pitu, codirector junto a Amaia Merino del documental 'Non dago Mikel?', aseguró a la revista ALDA de ELA que este caso “demuestra que esto, en Euskal Herria, le podía pasar a cualquiera, incluso sin ser militante o activista de la izquierda abertzale o de ETA; era un conductor de autobús, un trabajador afiliado a ELA que vivía en Donostia pero era de un pueblo muy pequeño”, Orbaizeta.

En esa localidad navarra también fueron detenidos dos de sus hermanos, que fueron liberados 10 horas después. En Donostia la Guardia Civil, además de a Mikel Zabalza, arrestó a su primo Manuel Bizkai, Idoia Aierbe y Ion Arretxe. A todos se les aplicó la Ley Antiterrorista y quedaron incomunicados. Ninguno tenía relación con ETA. Al día siguiente se hizo pública la desaparición de Zabalza y se inició una búsqueda febril que incluyó manifestaciones de protesta en las que miles de personas reclamaron conocer su paradero, al tiempo que crecían las sospechas de que podía haber sufrido torturas tras su detención.

En esa dirección apuntaron Aierbe, que era novia de Zabalza, y Arretxe tras su liberación el 7 de diciembre de 1985, cuando denunciaron que fueron torturados. En Intxaurrondo, Idoia Aierbe vio dos veces a su pareja, la segunda de ellas postrado en una camilla con una bolsa en la cabeza. Al de pocos días la trasladaron a la comandancia en Madrid, donde le dijeron que “lo que te han hecho en Intxaurrondo no es nada, aquí vas a saber lo que es bueno”. “Nunca llegó a ser la misma, ni mucho menos”, recordaba su hermana Ana. Idoia falleció el 4 de diciembre de 2018 tras sufrir una repentina enfermedad.

Grabaciones

Mikel Zabalza fue llevado vivo al cuartel de Intxaurrondo y apareció muerto 19 días después. Tenía 32 años, era el mayor de nueve hermanos y trabajaba como conductor de autobús en Donostia. El cadáver fue encontrado con las manos esposadas en un tramo del río Bidasoa que ya había sido revisado con anterioridad por la Cruz Roja. Según la versión oficial, se habría zafado de tres guardias civiles que le acompañaban de madrugada en busca de un zulo y se escapó por ese fluvial pese a estar esposado y no saber nadar.

La izquierda abertzale convocó una huelga general en protesta por su muerte y también se produjeron incidentes. El 19 de diciembre de 1985 fue enterrado en el cementerio de Orbaizeta con un amplio apoyo popular. Entonces se inició un segundo vía crucis, este en los tribunales de justicia, donde fueron relevantes las grabaciones que trascendieron de Intxaurrondo.

En una de ellas, el capitán de la Guardia Civil Pedro Gómez Nieto explicaba al jefe de los servicios secretos del CESID –antecedente del CNI– Alberto Perote que a los agentes que retuvieron a Zabalza se les había “ido la mano”, y como consecuencia se les había “quedado en el interrogatorio”. Después de un recorrido de 25 años, el caso se cerró definitivamente en 2010 sin que se llegara a celebrar juicio alguno.

Frente al silencio institucional en el Estado, el 21 de noviembre de 2015, en el 30 aniversario de estos hechos, el Gobierno de Nafarroa participó por primera vez en el acto anual en su memoria con la presencia de la entonces presidenta Uxue Barkos y de la consejera Ana Ollo, además de representantes de Geroa Bai, EH Bildu, Podemos e I-E. Organizado por la iniciativa Mikel Zabalza Gogoan Herri Ekimena, el acto tuvo lugar en Garralda, en el Valle de Aezkoa.

CRONOLOGÍA

26 noviembre 1985. La Guardia Civil detiene en Donostia a Mikel Zabalza, Manuel Bizkai, Idoia Aierbe y Ion Arretxe. Al día siguiente se hace pública la desaparición del primero.

15 diciembre 1985. Una gran movilización social reclama conocer el paradero de Zabalza. Su cuerpo aparece esposado 19 días después en el río Bidasoa, en una zona que ya había sido rastreada. 

Febrero 2022. El Gobierno vasco le reconoce como víctima de violación de derechos humanos tras el dictamen favorable de la Comisión de Valoración. 

Abril 2023. La familia denuncia el nombramiento como teniente general de uno de los guardias implicados en los hechos, Arturo Espejo. Fue quien condujo la detención y el interrogatorio en Intxaurrondo. 

Abril 2024. Zabalza recibe el reconocimiento del Gobierno de Nafarroa junto a otras once víctimas de motivación política. 

30 noviembre 2024. El Ayuntamiento de Donostia inaugura frente al cuartel de Intxaurrondo una placa en la que se lee: “Mikel Zabalza Garate, Poliziaren ekintzak eragindako biktima, Víctima por acción policial”.

Un punto de inflexión tuvo lugar con el reconocimiento por parte del Gobierno vasco a Zabalza como víctima de violación de derechos humanos en febrero de 2022. El Gobierno de Nafarroa le reconoció en abril de 2024 junto a otras once víctimas de motivación política. En su resolución, el Ejecutivo de Gasteiz urgía al Estado a hacer su propio reconocimiento y buscar la verdad judicial y concedía una indemnización a sus ocho hermanos. Entregó el dictamen en mano a la familia en un homenaje a Mikel celebrado el 27 de febrero de 2022 en Orbaizeta.

Este paso se enmarca en la Ley 12/2016, de 28 de julio, del Parlamento Vasco que busca reparar los abusos policiales sufridos entre 1978 y 1999 y que cuenta con el aval del Tribunal Constitucional. Y fue posible tras el dictamen favorable emitido el 30 de diciembre de 2021 por la Comisión de Valoración encargada de analizar cada solicitud. “Existen fuertes presunciones de hecho de que Mikel Zabalza fue detenido y sometido a tortura, penas y tratos crueles, inhumanos o degradantes que le pudieron llevar a la muerte”, señalaba en su informe.

Análisis sobre el terreno

Este caso fue muy complejo y el equipo pericial de la comisión elaboró un dictamen médico forense que descartaba que la causa de la muerte fuera la sumersión en el río, debido al estado del cadáver, y apuntaba a otro medio líquido –la bañera como práctica de tortura– u otro método de asfixia violenta –la bolsa–.

Los expertos cursaron a su vez el 1 de octubre de 2021 una visita a Endarlatsa, el lugar donde, según la versión policial, Zabalza se habría escapado por el Bidasoa. El antropólogo forense Francisco Etxeberria, como miembro de este órgano, fue el encargado de guiarles. El punto nuclear es el túnel junto al río donde, según la Guardia Civil, Zabalza, que estaba esposado, se zafó de tres agentes mientras se dirigían de madrugada a buscar un zulo.

Una ventaja a la hora de hacer esta exploración es que esa zona se mantiene igual que en 1985, a excepción de la pared donde estaba el orificio de 120 centímetros de alto por 60 de ancho por donde supuestamente escapó, que tuvo que ser recreada a escala. “No es usual que se lleve a cabo una inspección de ese tipo cuando aún no hay luz”, afirma el escrito. Añade que solo acudieran tres agentes, cuando estas actuaciones antiterroristas movilizaban a decenas de guardias civiles.

Certificaron a su vez que entre el agujero y el río hay un talud vertical, tupida vegetación y firme inestable. “Tratar de sortear” esos más de seis metros “sin luz y sin poder utilizar las manos” habría provocado todo tipo de ruidos, y por su preparación militar y las linternas que portaban, los expertos presumen que podrían haberle detenido sin problema. No se efectuaron disparos, no se avisó de forma inmediata ni se organizó un dispositivo de búsqueda, por lo que esta versión “contiene elementos poco o nada sustentables”.