Como el Guadiana, la relación entre Izquierda Unida, Podemos y ahora Sumar ha sido de ida y vuelta desde que la formación morada irrumpió como un ciclón en el panorama político, al albur de las concentraciones ciudadanas del Movimiento 15-M y con la promesa de acabar definitivamente con el bipartidismo en el Estado. Tras la presentación en sociedad de Podemos en las elecciones europeas de 2014, donde obtuvo el muy estimable resultado de 1.253.837 votos (7,98%) y cinco diputados, cumplió con el papel de ocupar el tradicional espacio de una IU que para entonces estaba en pleno repliegue.

Desde entonces, Podemos e IU han pasado del enfrentamiento directo de cara a las elecciones generales de diciembre de 2015, con el supuesto intento de fichaje de Alberto Garzón por parte de los de Pablo Iglesias como motivo de fricción; hasta la mayor alianza que cerraron, junto a Alianza Verde, que alcanzaba a diez comunidades y 40 capitales de provincia, para las autonómicas y municipales de mayo del año pasado. Más Madrid y Compromís se quedaron fuera de esta confluencia, lo que derivó en una fragmentación de la izquierda focalizada en Madrid y la Comunitat Valenciana.

El adverso resultado de dicha cita con las urnas para la izquierda en general derivó en el sorpresivo adelanto de las elecciones generales por parte de Pedro Sánchez para julio de 2023. Como consecuencia añadida, esta decisión aceleró el proceso de elaboración de las listas electorales de Sumar, la marca que lideraba la ministra de trabajo y vicepresidenta segunda Yolanda Díaz y que estaba llamada a englobar a todo el conglomerado de partidos a la izquierda del PSOE, entre ellos IU, Catalunya en Comú o Más Madrid.

“El acuerdo más amplio y plural alcanzado en toda la etapa democrática en España entre fuerzas progresistas y verdes”, fue la ambiciosa tarjeta de presentación con la que Díaz acudió a esas generales del pasado 23 de julio al frente de 15 formaciones conocidas de forma genérica como izquierda confederal.

Un año después, tras otras cuatro citas electorales que tampoco han cubierto las expectativas y un proceso de constitución que no se ha cerrado al 100%, la última decepción de los comicios europeos ha tenido como consecuencia que IU haya asomado la cabeza y esté maniobrando para recuperar un papel predominante en esta sopa de siglas.

Esta brecha la provocó el anuncio de Yolanda Díaz, al día siguiente del veredicto de las urnas, de que renunciaba a sus cargos en Sumar. Pese a que, en la práctica, este paso no tendrá incidencia en su labor en el Congreso como cabeza visible de la coalición, desde la misma noche electoral el recién elegido coordinador federal de IU, Antonio Maíllo, está multiplicando sus declaraciones públicas con el fin de liderar el proceso de refundación de este espacio. Bajo el liderazgo de Díaz “no se han cumplido los objetivos”, ha dicho en su intento de dar carpetazo al breve periodo de la dirigente gallega como cabeza visible de Sumar.

Mayor igualdad

Sumar cosechó en las elecciones europeas un empate técnico con Se Acabó la Fiesta –tres diputados y poco más de 800.000 votos cada una–, tras lo que algunas de las formaciones de mayor peso de la coalición, como IU y Más Madrid, abogaron por armar un nuevo bloque democrático, “mucho más horizontal”, en el que sus integrantes, incluida la propia Sumar, estén en igualdad de condiciones.

El balance negativo del 9-J ha tenido como consecuencia inmediata la renuncia de Díaz a sus cargos directivos en Sumar, no así al liderazgo de la coalición de partidos y la coordinación de sus cinco ministerios y del grupo en el Congreso. El malestar llevaba, no obstante, tiempo larvándose por la configuración de las listas, donde IU y Más Madrid consideran que los comunes y Compromís –que no forma parte de Sumar– han recibido un trato preferente.

Especialmente sangrante ha sido el caso de IU, cuyo candidato, Manu Pineda, concurría como número cuatro en la plancha y por tanto no ha resultado elegido, quedando fuera del Parlamento Europeo por primera vez en su historia. Antonio Maíllo, además de abogar por buscar “fórmulas creativas” para que Pineda recale finalmente en las instituciones europeas, es de los que estos días han defendido con mayor ahínco una catarsis en Sumar.

Las posturas sobre el papel desempeñado por Díaz han sido ambivalentes, ya que mientras por un lado se ha criticado su excesivo protagonismo y los errores que haya podido cometer, también se considera que sigue siendo un activo electoral y político importante. Ella misma se postula de nuevo como candidata a las elecciones generales, al tiempo que sus socios avalan que mantenga sus cargos en Moncloa.

Divorcio de Podemos

En esta ecuación no aparece Podemos, que tras concurrir a las generales como parte de los 15 partidos que integraban Sumar, el pasado 5 de diciembre se desgajó del grupo común en el Congreso y pasó al Grupo Mixto, en lo que supuso el mayor trauma de la formación magenta hasta la celebración de las elecciones europeas.

Así, tras el veredicto de las urnas del pasado domingo, cargos y exdirigentes de Podemos dieron por finiquitada a Sumar como paraguas de los partidos a la izquierda del PSOE, celebraron su propio resultado (dos escaños, solo uno menos que Sumar, con un 3,3% de votos), llamaron a llenar de nuevo el espacio que a su juicio deja vacía y celebraron el hecho de haberse desgajado de su disciplina hace seis meses.

La relación entre Podemos y Sumar fue tensa desde el minuto uno, con el veto a la exministra de Igualdad, Irene Montero, en las listas al 23-J. De hecho, el partido de Ione Belarra apuró hasta el último suspiro la decisión de concurrir dentro de Sumar, tan solo unas horas antes de que expirara el plazo para la inscripción de partidos.

El sorpresivo adelanto de las elecciones generales obligó a Yolanda Díaz a acelerar todos los plazos para formar sus listas y Podemos no tuvo margen de réplica ante lo que consideraba una escasa representación. Sumar obtuvo 31 diputados, cinco de ellos de Podemos, lo que no logró mejorar el resultado de Unidas Podemos en 2019. Tras quedarse fuera del Consejo de Ministros y sin portavocía adjunta, sus diputados –cuatro tras el abandono de Lilith Verstrynge– pasaron al Grupo Mixto.