Yolanda Díaz abre este domingo una nueva página en sus veinte años de biografía política al postularse como candidata de Sumar a las generales -con la duda de si incluirá o no a Podemos- para recuperar el pulso electoral de la izquierda alternativa y ser el "comodín" de los socialistas que permita reeditar un gobierno de coalición con Pedro Sánchez.

Gallega a tiempo completo, esta coruñesa del municipio de Fene -donde nació el 6 de mayo de 1971- vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo, se empeñó en julio del año pasado en dar la vuelta al proyecto a la izquierda del PSOE, ante el declive inexorable de Podemos, con una propuesta transversal y sin siglas asentada en escuchar lo que la sociedad civil demanda.

Y tras patearse el Estado durante todos estos meses y concluir hace una semana en Canarias el llamado "proceso de escucha", esta abogada laboralista, hija del veterano sindicalista de CCOO Suso Díaz, se ha decidido a dar este paso para reconectar con un electorado con el que este espacio de la izquierda llegó a tener un 20% de apoyo en 2016 y que ahora ha mermado hasta caer al 13%.

Díaz tiene por delante, hasta que se convoquen las elecciones, unos seis meses para concretar su candidatura, compaginándolo con su labor en el ministerio, aunque menos presionada por ser la recta final de la legislatura.

Tiene ya casi hechos los deberes después de haber sacado adelante la reforma laboral, tres subidas del Salario Mínimo Interprofesional, haber puesto en marcha los ERTE durante la pandemia, la ley 'rider' o la ley del teletrabajo.

En política desde 2003

Licenciada en Derecho y con tres másteres ( en Recursos Humanos, Relaciones Laborales y Urbanismo) Yolanda Díaz inició su trayectoria política en 2003 como concejala de IU en Ferrol, donde se mantuvo hasta 2011 para dar luego el salto a la política autonómica y resultar elegida diputada en el Parlamento gallego en 2012 dentro de la coalición Alternativa Galega de Esquerdas, que lideró el histórico nacionalista Xosé Manuel Beiras.

Casualidades del destino, Pablo Iglesias trabajó como asesor de aquella campaña en la que la líder de Sumar empezó a despuntar. Allí forjaron una amistad que, como tantas,  luego se ha visto magullada por los devenires políticos.

Fue años antes de que el ex secretario general de los morados se convirtiera en su padrino a nivel estatal y peleara para que entrará en el Gobierno de Sánchez porque ella no compartía la idea de que Unidas Podemos se integrase en el Ejecutivo que tomó posesión en enero de 2020.

Nombrada por Iglesias

Cuando Iglesias se marchó, la nombró su sucesora, sin su permiso, y Díaz escaló de vicepresidenta tercera a segunda en julio de 2021.

Después, Sumar se interpuso entre ellos y acabaron totalmente distanciados, lo mismo que le ha pasado con Podemos, con choques que no han cesado desde que la ministra dejó caer sus aspiraciones electorales hace más de un año sin contar con los morados.

Yolanda Díaz no se ha dejado tutelar. El talante de la ministra de Trabajo, que se proclama defensora del acuerdo y el diálogo con discreción y reacia al ruido, ha encajado poco con las estrategias de presión emprendidas por Podemos en cada encontronazo dentro del Gobierno de coalición.  Se vio con la guerra de Ucrania pero, sobre todo, con la ley del sólo sí es sí, donde abiertamente le han criticado que se haya puesto de perfil.

Afiliada al Partido Comunista

Diputada en el Congreso desde las elecciones de diciembre de 2015, Díaz mantiene la militancia en el Partido Comunista de España tras descolgarse de Izquierda Unida por discrepancias con Alberto Garzón en 2019, aunque sostiene que sus  políticas son socialdemócratas.

Sin llegar al aprobado, la vicepresidenta segunda lleva meses siendo la líder más valorada en el barómetro del CIS y marcando un perfil "presidenciable" que muchos destacaron en su reciente intervención en la moción de censura de Vox, dando la réplica a Ramón Tamames, otro comunista en su pasado remoto, y haciendo equipo con Pedro Sánchez.

De sus momentos más personales, la vicepresidenta guarda "con mucho cariño" el recuerdo del día en que Santiago Carrillo le besó la mano cuando apenas tenía cuatro años y que por su casa acostumbraban "a desfilar camaradas comunistas" del mundo de la política y la cultura que militaban en la clandestinidad.

Casada con Juan Andrés Meizoso, dibujante técnico de profesión, tienen una hija, Carmela, y es frecuente que comparta en las redes sociales los instantes que disfruta en su compañía.

Según la ministra de Trabajo y Economía Social, este 2 de abril "empieza todo", aunque por ver aún está que su proyecto no se quede en la enésima división de la izquierda a la izquierda del PSOE.