MADRID. "Mi hijo era de ETA" es el título de este libro que acaba de publicar la editorial Espasa, con el que Goñi Tirapu ha hecho un ejercicio de desahogo narrando el drama que vivió en sus propias carnes cuando se enteró, a través de la Guardia Civil, que su hijo era miembro de ETA.
En una entrevista con Efe con motivo de la publicación del libro, el que fuera gobernador civil de Gipuzkoa durante el Gobierno socialista en los años más duros de la organización terrorista recuerda que se le cayó el mundo encima cuando recibió la noticia.
"Fue el sentimiento más doloroso que te puedes imaginar. Fue un verdadero mazazo", relata Goñi Tirapu, antes de apuntar que también otros hermanos suyos formaban parte de ETA, la misma que intentó asesinarle en cuatro ocasiones, y que provocó la ruptura familiar.
En este libro cuenta, por primera vez tras muchos años de dolor y sufrimiento por culpa de la "sinrazón" de los nacionalismos radicales, las "contradicciones" entre el amor a su hijo y su deber en la lucha contra el terrorismo.
Y es que, tal y como ha relatado, durante el tiempo que fue gobernador civil de Gipuzkoa se detuvo a más de trescientos terroristas de ETA.
El exgobernador civil insiste en que lo ha escrito por "amor a su hijo", ahora que "ETA ha terminado", y en concreto para contarle su "verdad", su forma de pensar y las razones que le llevan a hacerlo, así como los detalles de su vida que, asegura, desconoce.
Convencido de que su hijo "no tiene las manos manchadas de sangre", Goñi Tirapu recuerda con angustia que durante años ha mirado todos los días los periódicos a ver si entre los detenidos figuraba su nombre. "Ha sido un dolor constante", recalca.
Asegura también que no se imagina todavía el momento del reencuentro entre ambos, pero, sin embargo, no tiene dudas al señalar que si lo volviera a ver lo primero que le diría es "vuelve".
"Por encima de las enormes diferencias que nos separan, está mi deseo de volver a verte y de estar contigo", le dice a su hijo Goñi Tirapu, quien todavía hoy se pregunta cómo es posible que "una maldita idea política pudiera ser más importante que el amor fraternal".