madrid. Inusual y casi exótica la sesión plenaria de ayer en el Congreso, donde los estudiantes de secundaria fueron invitados a leer la Constitución, acompañados por una treintena de famosos que tras ocupar el banco azul del Gobierno desataron la pasión, y hasta la euforia, entre sus jóvenes "señorías".

Pero antes de la irrupción de las celebridades, ya pasado el mediodía, fueron los estudiantes los verdaderos protagonistas, especialmente dos, los más rebeldes o atrevidos, según se mire, que tuvieron la osadía de introducir sendas "morcillas" en sus lecturas.

Con chaqueta azul y corbata rosa, Javier Borderías Villalón, del colegio Asunción Cuestablanca de Madrid, subió a la tribuna para leer el artículo 28, donde se reconoce el derecho a la huelga.

Haciendo gala de un aplomo digno de un parlamentario, añadió, mientras miraba unas notas: "Me da pena y vergüenza que los sindicatos no ejerzan este derecho en los tiempos que corren y que se dediquen a bailar el agua al señor presidente del Gobierno".

Se hizo un raro silencio, hubo un amago de aplauso y la vicepresidenta del Congreso, Teresa Cunillera, que ocupaba la Presidencia, le retiraba la palabra. Aplomo que después volvía a demostrar cuando los periodistas, ya finalizado el acto, le encontraron entre el tumulto de estudiantes que salían del salón de plenos y él les ha despachaba con un "no voy a hacer declaraciones".

Luego, en vez de irse con sus compañeros, se fue junto a dos personas que le condujeron por el interior del Palacio hasta abandonar el Congreso por una puerta distinta.

Y otro alumno, Sergio García, del también madrileño colegio Los Sauces, al llegar al artículo 50, dedicó sus párrafos, sobre la atención a los mayores, a los exiliados que, como su abuelo, tuvieron que abandonar España. Este se llevó unos cuantos aplausos, como los cuatro portavoces de IU, PSOE, PP y UPN que igualmente subieron a la tribuna.

Siguió la lectura, a cargo de chicos y chicas más o menos nerviosos, muchos de ellos especialmente ataviados, pero siempre pendientes de la llegada de los famosos anunciada poco después por José Bono, ya en su puesto de la Presidencia.

En fila fueron entrando, y nada menos que hacia el banco azul del Gobierno, para regocijo de los jóvenes diputados.

El escaño de Zapatero fue, en un primer momento para Flipi el científico loco de El Hormiguero.