Carolina Marín y el silencio como victoria
La campeona de bádminton abandona las redes sociales tras confesar que ha colapsado mentalmente, siendo el último ejemplo de deportista de élite que da luz al sufrimiento que padecen las víctimas del acoso digital
Carolina Marín atesora tres medallas de oro y una de plata en los Mundiales, siete preseas doradas de campeona de Europa y el metal más preciado de los Juegos Olímpicos, obtenido en Río en 2016. En París 2024 se quedó a 10 puntos de alcanzar una nueva final que la hubiera concedido la oportunidad de convertirse en el primer jugador, mujer u hombre, en lograr dos medallas de oro olímpicas. Pero su rodilla no comprendió de ilusiones. Dijo basta. Por tercera vez a lo largo de su carrera se rompió. Desde entonces lucha por regresar a las pistas con un nivel recuperado para concederse una despedida digna de una de las jugadoras más prolíficas de los últimos tiempos, la única capaz de poner en jaque al imperio asiático, gran dominador del bádminton.
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Acostumbrada a levantarse después de las caídas, con un lema que profesa allá donde va –“Puedo porque pienso que puedo”–, han sido las redes sociales su última piedra en el camino. “He colapsado”, ha confesado. No es un gesto caprichoso ni una estrategia, sino simplemente una necesidad. Hija de la soledad que requiere este deporte individual, anuncia que priorizará el pensar en sí misma para buscar la felicidad. “No estoy en mi mejor momento, quiero ser feliz y para eso tengo que encontrar la felicidad en muchas cosas”, ha comunicado.
Es el último gran ejemplo de deportistas convertidos en víctimas en las redes sociales, como lo fueron Simone Biles, Ariarne Titmus, Annemiek van Vleuten, Ana Peleteiro, Paula Badosa o el reciente caso de Nico Williams. Todos ellos decidieron desconectarse de este mundo digital que ha adoptado formas despiadadas, que no comprende de corazones y sentimientos, y que trata a cualquier exponente del deporte como si se tratara de un cyborg.
El aislamiento de la redes sociales
“Me he dado cuenta sobre todo a raíz del último mes que he colapsado”, por lo que “va siendo hora de pensar en una misma, para reflexionar de verdad sobre muchas cosas. Una de las decisiones que voy a tomar va a ser aislarme de las redes sociales”, ha explicado. “Gracias a todos por el apoyo constante que me habéis mandado y por la empatía. Creo que es importante mostrar a veces un poquito la parte que queremos esconder. La sociedad también pasa por muchas de esas situaciones”, ha añadido apelando a la humanidad, a la compasión, antes de concluir con un mensaje de agradecimiento: “Quiero dar las gracias a todos por entenderme y apoyarme. Espero que tengáis un maravilloso cierre de año y sobre todo un maravilloso comienzo de año”.
El Europeo de 2026 de Huelva, su posible retirada
Su mayor reto es ahora la salud mental, la que persigue con la mirada puesta en la competición que podrá poner fin a su carrera deportiva, el próximo Europeo que se celebrará en 2026 en su Huelva natal. Marín ha convivido con la exigencia extrema de la alta competición y una exposición pública permanente. Cada partido, cada retorno después de una lesión, era sometido a un análisis sobre sus posibilidades, comentado y amplificado en las redes sociales. Un torbellino para las emociones, que también sufren erosión.
El punto de inflexión para Marín llegó en aquella dichosa semifinal de los Juegos Olímpicos de París, donde la onubense vivía ilusionada con regresar a lo más alto del podio. Era la gran favorita. Pero una nueva grave lesión de rodilla truncó su voluntad. En su camino apareció un nuevo y extenso parón, otra exigente rehabilitación y un cansancio que trascendía de lo físico. El desgaste emocional la convirtió en vulnerable ante la presión digital, que ha terminado por pasar factura.
La decisión de abandonar las redes sociales no es un hecho aislado. Cada vez son más los deportistas que exponen en público el sufrimiento padecido producto del acoso digital, y que en consecuencia optan por un apagón, agotados por el impacto negativo de la exposición constante. Porque los retos deportivos ya no comienzan psicológicamente con los arranques de las competiciones, sino en los hogares, en cada despertar y los nuevos amaneceres. Los deportistas, incluso los de élite, campeones forjados bajo el sometimiento de la presión, también necesitan ser comprendidos o apelar al silencio.
“Sentimos y padecemos”
“Muchas veces el deporte tiene su parte bonita, consigues recompensas a través de medallas, grandes títulos… Pero hay otra parte que se enseña poco a los jóvenes, que son las piedrecitas en el camino. Me han puesto muchas, y yo me he levantado más fuerte”, expresó en una entrevista concedida a Atresmedia hace poco más de un mes, en la que abordó la presión que ejercen las críticas que en algunos casos se tornan en acoso. “La crítica en nuestro país es fácil, y si no llega el resultado de un deportista que se daba por hecho, se le critica desde el sofá, pero sin saber lo que hay detrás de ese deportista”, profundizó, reclamando comprensión: “Para ser deportista tenemos que ser persona, podemos parecer superhéroes, pero sentimos y padecemos”.
El silencio de Carolina Marín no suena a retirada sino a reconstrucción. Es consciente de que a sus 32 años, después de tres graves lesiones de rodilla y el cansancio por sobreexposición se agotan las posibilidades de seguir compitiendo al máximo nivel. Por eso necesita un espacio que la permita regresar alegre a la actividad y darse un homenaje de despedida con la raqueta en la mano. Quiere alejarse del ruido, escucharse a sí misma, dejar la competición de los likes para someterse a una recuperación sin plazos artificiales ni expectativas externas.
La jugadora que revolucionó el bádminton con su intensidad y carácter demuestra ahora que la fortaleza también es saber parar. Ha ganado todo lo posible sobre la pista, pero su último gran logro no ha llegado golpeando el volante, sino con el haber comprendido que cuidarse también es vital para competir sin ataduras. Y que, en ocasiones, apagar el teléfono es el primer paso para levantarse, como tantas veces ha hecho.
