Ninguno de los escenarios que podían aventurarse para prever el guion de la LIX Super Bowl incluía un desenlace como el que acabó aconteciendo en el Caesars Superdome de New Orleans, la aniquilación total (22-40) de los Kansas City Chiefs y su búsqueda de un histórico triplete a manos de unos Philadelphia Eagles que acabaron conquistando su segundo título de la NFL espoleados por una actuación defensiva histórica, devastadora, humillante incluso ante un rival que de la mano del magnífico Patrick Mahomes sobre el césped y el clarividente Andy Reid desde la banda había demostrado a lo largo de toda la temporada su capacidad para adaptarse a cualquier medio y elevar su propuesta de juego según aumentaba la exigencia que encontraba en la trinchera contraria. Pero en esta ocasión no hubo ni atisbo de solución ante el dominio, consistencia y presión constante mostrados por el engranaje diseñado por Vick Fangio, con una línea defensiva de matrícula de honor que hizo la vida imposible a Mahomes. El quarterback de los Chiefs fue víctima de seis sacks (derribos), el mayor número de su carrera, golpeado en once ocasiones, cometió dos intercepciones, perdió un balón y un ataque en muchas ocasiones mortal y casi siempre funcional se convirtió en la nada más absoluta. La primera vez que la ofensiva de Kansas City pudo jugar en campo rival quedaban únicamente dos minutos para dar carpetazo al tercer cuarto y el marcador señalaba ya un 34-0 en contra. Aniquilación total.
Se contaba con la defensa de Philadelphia como elemento diferencial en la Super Bowl, aunque no a ese nivel de devastación, pero en caso de éxito de los Eagles todas las previsiones incluían en la ecuación una gran actuación de Saquon Barkley. Y tampoco en eso el partido respondió a lo esperado. El corredor se quedó en solo 57 yardas ganadas –le bastaron para batir el récord total de yardas sumadas en una temporada por un runningback, incluidos los play-offs, con 2.504– porque los Chiefs centraron su defensa en acumular personal para bloquear sus rutas verticales y, por consiguiente, descuidaron otros flancos. Y ahí Jalen Hurts se mostró arrollador hasta el punto de hacerse merecedor del MVP. El quarterback de Philadelphia, dubitativo en varias fases de la temporada, ha dado lo mejor de sí mismo en el momento clave del ejercicio, llevando a su equipo a sumar 95 puntos en los dos últimos duelos del curso. Ayer estuvo magistral, tirando de piernas para desatascar a los suyos con carreras largas en momentos importantes y sacando a pasear su brazo para sumar 221 yardas de pase, conectar para dos envíos de touchdown con A. J. Brown y Devonta Smith, magnífico este, y sumando otro terrestre para batir el récord de yardas de carrera logrados por un QB en una Super Bowl: 72. Ver totalmente desarbolado en la banda a Steve Spagnuolo, el gran gurú defensivo de los Chiefs, no es en absoluto habitual.
El gran mérito de los Eagles radicó en que casi todos sus jugadores importantes rayaron a una altura incluso superior de la que podía esperarse de ellos (en Kansas City no hubo noticias de sus corredores y Travis Kelce fue absolutamente intrascendente) y en ese aspecto hay que dar gran mérito, además de al agresivo general manager Howie Roseman por las excelente confección de la plantilla, al técnico Nick Sirianni. Porque la temporada de los Eagles no ha sido un camino de rosas. Se inició con especulaciones de desconexión en la relación entre Hurts y Sirianni, el receptor estrella A. J. Brown tampoco parecía estar muy contento con su QB, con balance de 2-2 en el arranque el entrenador, que llegó a encararse con su propio público en un partido, figuraba en el top-5 en las apuestas dentro del epígrafe de candidatos a perder su puesto de trabajo antes de que la temporada terminase… Puro estilo volcánico de Philadelphia, aunque finalmente el vestuario supo reconducir la situación, hacer piña y cobrarse cumplida venganza de la Super Bowl perdida hace dos años a manos de Mahomes, Reid y compañía.
Su superioridad quedó de manifiesto desde el arranque, con Mahomes y los suyos jugando fuera de guion y los Eagles abriendo el marcador con un tush-push marca de la casa convertido por Hurts para tomar la delantera por 7-0 –mención especial también para Jake Elliott, intachable en los field goals–. El principio del fin de los Chiefs llegó cuando, tras sufrir dos sacks seguidos, Mahomes fue interceptado para touchdown por Cooper DeJean, que celebraba su cumpleaños al igual que Barkley, y el 17-0 aparecía en el luminoso. Poco después, el QB de Kansas City, encarcelado por la línea defensiva rival, volvió a ser interceptado y la conexión Hurts-Brown colocó el 24-0 al descanso. Esta vez no hubo consignas mágicas de Reid durante el largo parón de la Super Bowl. Philadelphia dominó el reloj con carreras imperiales de Hurts para lograr una conversión de tres puntos y cuando poco después un brutal pase para Devonta Smith colocaba el 34-0 el duelo podía darse por acabado. Solo entonces hubo tímidas noticias de los Chiefs, con la retaguardia rival bajando pulsaciones, y pudo darse cierta sesión de maquillaje de resultado final que en absoluto deslució la extraordinaria coronación de los de Sirianni y su aniquilación total.