En el primer año después de la retirada de Rafa Nadal, el tenis pone ya velocidad de crucero con el inicio en la madrugada de mañana del Abierto de Australia, el primer Grand Slam del año en el que defienden título Jannik Sinner y Aryna Sabalenka, números 1 del mundo en los dos circuitos y que vuelven a partir como favoritos en el Melbourne Park porque el italiano y la bielorrusa son absolutamente fiables en las pistas rápidas y han logrado en ellas sus mejores resultados.
En el torneo masculino, los focos están sobre Sinner, que ha querido pasar desapercibido en las primeras semanas de la temporada y ha competido poco después de que 2024 fuera para él muy exitoso, pero también extenuante, aunque el surtirolés piensa que se puede mejorar. En Australia logró un año el primero de sus dos Grand Slams y su objetivo es repetir. “Creo que he aprendido del año pasado y lo haremos mucho mejor en este 2025 respecto a cómo manejar ciertas situaciones fuera del terreno de juego”, comentó Sinner en la rueda de prensa oficial en la que tuvo que responder a la gran duda que planea sobre su futuro y que puede alterar el ecosistema del tenis mundial y marcar su carrera.
Para abril, está prevista la causa en el Tribunal de Arbitraje del Deporte (TAS) después de que la Agencia Mundial Antidopaje recurriera la exoneración de Sinner en el caso de dopaje que le afectó en marzo del año pasado. “No he hecho nada malo. Es algo que me acompaña desde hace tiempo, pero poco puedo hacer”, manifestó el italiano, que poco más puede hacer que esperar y no entrar al trapo de los comentarios que se vierten sobre el asunto en el circuito o fuera de él.
Lo mismo que ha hecho Sinner, Carlos Alcaraz también ha renunciado a jugar torneos antes del Abierto de Australia y se ha dejado ver en exhibiciones y amistosos en los que ha mostrado algunas novedades técnicas y ha ido mejorando su condición física. El murciano busca el único Grand Slam que le falta para acompañar, con solo 21 años, a esas pocas leyendas que han conseguido ganar los cuatro, aunque fuera en años distintos. El sorteo decretó que Alcaraz y Sinner, que se repartieron los grandes en el curso pasado, solo puedan verse en la final y ambos son conscientes de que ese es el partido que quiere ver todo el mundo. El tenista de El Palmar sabe que recuperar la alegría en el juego es fundamental para él, tanto como manejar los distintos momentos que pueden plantearse en los partidos, algo que el año pasado le costó hasta encajar algunas derrotas dolorosas.
Si los focos apuntan a la gran rivalidad del futuro, fuera de ellos se presenta Novak Djokovic, con la incógnita de qué versión ofrecerá el serbio ahora que ha puesto su preparación en manos de Andy Murray, el hombre al que derrotó en cuatro finales del Abierto de Australia y retirado también en agosto. El de Belgrado, que podría cruzarse en cuartos de final con Alcaraz desde su posición de séptimo cabeza de serie, se sabe inalcanzable como el mejor de la historia, al menos mientras siga en activo, y tiene la motivación de ganar su vigésimo quinto Grand Slam después de un año casi en blanco, en el que solo ganó la medalla de oro olímpica. Djokovic dosifica sus esfuerzos a estas alturas de su carrera, cuyo final él mismo adivina cercano. Pero mientras salga a la pista, hay que contar con él, aunque cayera en Brisbane ante Opelka en su único torneo previo.
Al margen de este trío, se espera mucho de Alexander Zverev, al fin y al cabo es el segundo cabeza de serie, y de otros nombres que el año pasado se quedaron cortos en los grandes como Daniil Medvedev, Taylor Fritz o Casper Ruud. La esperanza local
SWIATEK, TAMBIÉN EN DUDA
En el circuito femenino, se vive una situación similar ya que también Iga Swiatek pasó sin una sanción importante por un caso de dopaje que también ha levantado sospechas y acusaciones de trato de favor. La polaca debe abstraerse para tratar de opositar al título y desbancar a Sabalenka, ganadora los dos años anteriores, algo que también pretenden las estadounidenses Coco Gauff, última campeona del US Open, o Jessica Pegula en un torneo siempre abierto a las sorpresas.