Con la conquista de la Copa Davis, concluyó el año que ha encumbrado a Jannik Sinner como rey indiscutible del tenis mundial y que ha convertido a Italia en la gran potencia actual. Es en las pistas duras azules, como el color que representa a su país, donde el pelirrojo jugador ha construido su dominio. Desde agosto, Sinner solo ha perdido contra Carlos Alcaraz en la final de Pekín y ha cerrado el año con nueve títulos, incluyendo las Finales ATP y la Copa Davis, aunque solo uno de ellos lo ha logrado en otra superficie, la hierba de Halle. En todo caso, eso no resta mérito a un jugador que ha cerrado el año con 73 victorias y 6 derrotas, que siempre ha llegado a cuartos de final y en todos sus partidos ha ganado al menos un set, algo que solo había logrado antes Roger Federer en 2005, y que ha amasado una ventaja de casi 4.000 puntos al frente la clasificación de la ATP.

La incógnita ahora es si el tenista surtirolés será capaz de mantener este nivel ahora que la vieja guardia, salvo Novak Djokovic, está en retirada y alguien debe tomar el relevo de una época irrepetible. Sinner y Alcaraz se han repartido los cuatro Grand Slams y han dejado poco margen para los demás en los torneos importantes. Solo Alexander Zverev, ahora segundo del mundo, ha podido hacerles frente en ocasiones, pero el alemán tiene ya 27 años y aún no ha ganado uno de los grandes, lo que sigue siendo el gran debe de su carrera. Solo Daniil Medvedev sabe lo que es llevarse un Grand Slam entre los aspirantes a tomar el testigo del Big Three, aunque el ruso debe recuperar el foco tras un año sin títulos.

Frente a ese estilo robotizado de Sinner, la batalla del carisma la tiene ganada Alcaraz, desde luego, aunque a veces se le vuelva en contra al murciano, que parece necesitado de exhibir su repertorio y tirar de genialidades. Además, el jugador de El Palmar carga con la mochila de heredero de Rafa Nadal y de esa sí quiere desprenderse porque pesa muchísimo y nada va a ser igual. Después de veinte años de muchas batallas épicas entre Federer, Djokovic y Nadal, que dejaron algunas de las mejores finales de la historia, el tenis puede quedarse huérfano de emociones, de partidos que queden en la memoria. Los tres grandes, con la compañía de Andy Murray durante algunos años, representaban estilos y caracteres distintos y ahora muchos jugadores parecen cortados por el mismo patrón y, sobre todo, carecen de la fortaleza mental del trío de leyendas, ganadores de 65 Grand Slams.

DJOKOVIC, CON MURRAY

Por eso, existe curiosidad por saber qué Djokovic volverá al circuito dentro de un mes cuando la actividad se reanude en Australia. El serbio solo ha ganado este año la medalla de oro olímpica, que era lo único que le faltaba en su palmarés, y ya solo tiene como gran motivación tratar de alcanzar los 25 Grand Slams e igualar a la australiana Margaret Court como los más ganadores de la historia. Para ello, el de Belgrado, camino de los 38 años, sorprendió al anunciar que a partir de ahora su entrenador será Andy Murray, que se retiró también tras los Juegos de París.

“El entrenador perfecto para mí, en estos momentos, es alguien que haya vivido las experiencias que yo estoy viviendo: posiblemente un campeón de múltiples Grand Slams, un antiguo número 1…”, explicó Djokovic, que se ha quedado sin Nadal, su gran rival de siempre, y ahora quiere prolongar su carrera sabiendo que los focos están en otro lado. Ahora el tenis se ha teñido de azul, el trono pertenece a Jannik Sinner, un jugador que se ha mostrado imperturbable y casi imbatible para abrir una nueva era.