Jon Rahm volvió a quedarse ayer a medio camino en su intento de acercarse a la cabeza del FedEx St. Jude Championship. El golfista de Barrika mejoró catorce posiciones con una vuelta de tres bajo par hasta meterse en el Top 20 al cierre de esta edición, aunque perdió de nuevo muchos golpes con el putt que en el cómputo de los tres días en el TPC Southwind le ha hecho perder opciones en un torneo que están dominando jugadores de la clase media que llegaron a Memphis alejados de los puestos principales del PGA Tour. Sin ir más lejos, Rahm salió al par en los dos únicos pares 5 del campo y eso le impidió subir aún más posiciones. El líder provisional era Sepp Sttraka, con -12.

En una jornada que compartió con el coreano Joohyung Kim, la reciente sensación de 29 años, de nuevo el vizcaino jugó muy bien de tee a green, de hecho es el mejor de la semana con claridad, pero sus estadísticas alrededor de las banderas están entre las peores de los 69 golfistas que pasaron el corte. Perder oportunidades de restar golpes impide escalar en la clasificación y deja expuesto al jugador ante cualquier error en el camino hacia el hoyo. Dos birdies consecutivos en el 4 y el 5, cuando los tiros con los hierros funcionaban casi a la perfección, parecían apuntar a un buen día del movimiento, pero después fue una sucesión de pares, excepto el excelente birdie en el 13, hasta llegar al 17, donde llegó el único bogey del día. Un mal segundo golpe le impidió coger el green y luego erró un putt de menos de dos metros, como le había ocurrido en el hoyo anterior.

En el 18, no se dejó ir y arrancó un birdie postrero embocando un putt desde casi cinco metros, más complicado que muchos de los que se escaparon antes. Al final, la vuelta volvió a dejar ese sabor agridulce de sentir que debería haber sido mejor, pero en la suerte suprema del golf Jon Rahm no acaba de dar con la tecla en sus últimos torneos. Aún así, y es lo meritorio, podrá luchar hoy al menos por meterse entre los diez mejores y quizás acercarse a la victoria si pone todas las piezas en su sitio y los jugadores de la cabeza acusan la presión.