Al lector le puede sonar su cara, tan sumamente expresiva en la foto de al lado. Es Markel Cidon Uria, el niño derioztarra que encontró, primero, una bala de cañón del siglo XV, y dos años después, en 2023, un pequeño proyectil de mosquete. Ahora, a sus 9 añazos recién cumplidos ayer ¡ha protagonizado otro hallazgo! Se trata de una bola de cañón de 10 libras. Así que doblemente zorionak para él. Todos sus tesoros los ha localizado en la ría de Plentzia y se encuentran donde deben estar, como subraya su padre, Jon: en Arkeologi Museoa de Bizkaia.
Esto no es un juego de niños, no son peripecias para echarse unas risas o hacer un poco el tonto. Por supuesto, tienen su parte de emoción, divertimento y aventura, pero lo que prima es el respeto y el cuidado de los fondos marinos y el interés y el conocimiento histórico. De hecho, Markel sacó del agua esta bola de cañón porque estaba quitando desperdicios de la ría, junto a su padre y su hermana pequeña desde una tabla de paddle surf. Algo que acostumbra hacer la familia. Así que es sencillo imaginar cuánta porquería y basura curiosa ha retirado del mar este pequeño –que ¡cómo ha crecido ya desde que salió en estas páginas por primera vez en abril de 2021!–. “Es una apasionado del mar y está concienciado con la limpieza del litoral. En este último año ha sacado cientos de objetos de desecho y aparejos perjudiciales para la fauna marina”, constata el padre, que le ha contagiado estos principios de amor por la naturaleza. También, le ha transmitido esa inquietud y curiosidad por la historia, acentuada ya en Markel por sus descubrimientos del pasado enterrados donde nadie los ve.
“Markel es un apasionado del mar y está concienciado con la limpieza del litoral”
Markel va sobre la tabla con un imán que baja al fondo y así va pescando todo lo que la marea arrastra y deposita allí abajo. En una de estas... ¡Una bala fundida de hierro macizo de 4,5 kilos! De ahí la reacción tan alegre, simpática y sorpresiva de este explorador derioztarra. Es una pieza para un cañón de 10 libras, probablemente de tipo Parrot. Y todo esto y más es lo que averiguaron Markel y Jon, gracias al Museo Arqueológico, situado en Bilbao: este tipo de artillería se utilizaba tanto en defensa terrestre como en buques de guerra. Pese a que estos proyectiles aparecen desde el siglo XVI, este carece de contexto arqueológico claro. Atendiendo al contexto histórico de la villa de Plentzia, se podría asociar con las baterías utilizadas en la primera guerra carlista (siglo XIX). Y es que la localidad de Uribe Kosta tuvo un papel relevante en aquel conflicto (1833-39), con el enfrentamiento entre carlistas e isabelinos y la participación de milicias urbanas. La artillería de estas baterías incluía cañones de diferentes calibres.
Este hallazgo de Markel atesora, por lo tanto, su peso. Pero este jovenzuelo parece, por sí mismo, un propio imán para atraer marcas del ayer. Y es que, en este tiempo, también ha dado con diferentes municiones de avancarga, pelotas con un calibre de una onza de bala, empleadas por los fusiles de avancarga, usados principalmente en la primera guerra carlista, armas como el mosquete de infantería...
Siempre, al Museo de Arqueología
Todo lo que Markel ha localizado ha sido entregado a Arkeologi Museoa. Su padre, Jon, es un firme defensor de la conservación del patrimonio cultural e histórico y quiere dejar constancia de que cualquier hallazgo del tipo histórico ha de ser comunicado a esta entidad. “Lo ideal ante una localización casual es dejarlo donde está y anotar la ubicación, pero si es de pequeño tamaño y corre peligro de desaparición o deterioro, se debe recoger con cuidado y contactar con Arkeologi Museoa. Allí, gente profesional y muy amable informa sobre el procedimiento a seguir”, destaca Jon, el orgulloso padre de este pequeño gran aventurero que, seguro, seguirá redescubriendo y recordando la historia con sus tesoros.