JON Rahm pasó página de inmediato a The Open, que cerraba la serie de majors de este año, porque en los próximos días “el golf pasa a un segundo plano”. Su prioridad ahora es estar con su mujer Kelley cuando dé a luz a su segundo hijo. “A ver si puede ser pronto y puedo estar con mi familia unas semanas porque luego voy a estar tres semanas seguidas fuera de casa por los play-offs del PGA Tour”, comentó justo después de acabar la cita de Saint Andrews.

Los tres torneos que definirán al ganador de la FedEx Cup, empezando el 11 de agosto en Memphis, son el siguiente objetivo competitivo del golfista de Barrika, al que llegará, probablemente, entre los quince primeros de la clasificación del circuito estadounidense, pese a que su paso por los cuatro grandes no ha sido todo lo exitoso que le habría gustado. Rahm es el único jugador que ha pasado el corte en los últimos trece majors, este año solo lo han logrado nueve, aunque por primera vez desde 2017, su debut como profesional, no ha conseguido acabar en el Top 10. Esto le ha llevado a caer tres años después al quinto puesto del ranking mundial, aunque él siempre ha dicho que eso es una consecuencia de jugar bien y lograr buenos resultados.

A veces, esos dos aspectos no van de la mano, como siente Rahm que ha ocurrido en Saint Andrews, donde el putt le ha alejado de obtener algo más importante que la trigésimo cuarta posición. En el golf es el golpe que marca la diferencia como bien sabe él mismo ya que con dos putts extraordinarios ganó el año pasado el US Open. Cameron Smith jugó dos rondas en que vio los agujeros como piscinas y al barrikoztarra no le entró nada en tres de las cuatro vueltas. The Open ha respondido a lo que son sus números esta temporada: el mejor del PGA Tour desde el tee, de los mejores en el juego de tee a green, pero en posiciones rezagadas en el juego corto y en el green.

Con todo, acumula antes de los play-offs una victoria, un segundo puesto, un tercero y otro tres Top 10 en deciséis torneos disputados. Esto significa que su juego le está dando para superar los cortes con holgura, pero no ha sido suficiente para ser protagonista en los majors. Nada que no tenga remedio con trabajo. Jon Rahm se pondrá a ello con la intención de recuperar su mejor nivel en septiembre, justo cuando llegan citas importantes del DP World Tour a las que se ha comprometido como el BMW Championship de Wentworth de ese mes y el Open de España y el Andalucía Masters de Valderrama de octubre.

Eso, si para entonces el golf mundial sigue como siempre porque la situación se va complicando y se habla de que jugadores importantes saltarán al LIV Golf en cuanto pasen los play-offs del PGA Tour y puedan tomar otro camino, al menos de forma provisional, a la espera de cuáles puedan ser las represalias de los circuitos tradicionales. Cameron Smith, uno de los señalados, despejó la cuestión cuando se le preguntó por ello nada más proclamarse campeón en Saint Andrews, pero ayer también saltó la noticia de que el circuito saudí está cerca de lanzar una carga de profundidad y cazar una pieza mayor, no por su nivel de juego actual, sino por su simbolismo. Se trata del sueco Henrik Stenson, capitán europeo de la Ryder Cup que sería desposeído de su cargo de cara a la cita del próximo año en Italia. Si esa tarea tan apreciada, que tantos jugadores desean ejercer, también pierde valor ante el poder del dinero, significa que el torneo que más interés y pasión concentra por su formato queda muy tocado en su línea de flotación.