ESPAÑA: Pérez de Vargas; Aleix Gómez (11, 2p), Maqueda (2), Gedeón Guardiola, Peciña, Sánchez-Migallón y Ángel Fernández (1) -equipo inicial- Corrales (ps), Gurbindo (-), Sarmiento, Figueras (3), Cañellas (7), Casado (3), Ariño (1), Tarrafeta (1) y Odriozola.

DINAMARCA: Niklas Landin; Svan (2), Gidsel (3), Lauge (2), Mikkel Hansen (8, 4p), Magnus Landin (4) y Saugstrup (3) -equipo inicial- Moller (ps), Kirkelokke, Jakobsen, Mollgaard, Mensah (1), Johan Hansen, Andersson, Holm (1) y Hald (1)

Parciales: 0-1, 2-3, 4-5, 5-8, 8-11 y 13-14 (Descanso); 15-15, 16-16, 21-19, 23-21, 25-23 y 29-25 (Final).

Árbitro: Nikolov y Nachevski (MKD). Excluyeron dos minutos a Maqueda, Figueras, Gurbindo y Peciña, por España; y a Magnus Landin, Niklas Landin y Jakobsen, de Dinamarca.

Incidencias: Primea semifinal del Europeo de Hungría y Eslovaquia disputada en el MVM Dome de Budapest.

- La selección estatal dio ayer un recital de balonmano. Solo así pudo ganar a una Dinamarca que jugó bien, deleitó en la primera mitad; pero que terminó enredada en las fauces de Aleix Gómez, designado como el mejor del encuentro, y de un Gonzalo Pérez de Vargas que apareció justo cuando el equipo más le necesitó. Ayer España realizó su mejor encuentro del torneo ante una campeona del mundo que, precisamente, no estuvo tan acertada como acostumbra. De esta forma, con un 29-25 en el marcador, los dirigidos por Jordi Ribera se clasificaron para la final del Europeo de Hungría y Eslovaquia (mañana, 18.00 horas/La1), donde intentarán conseguir su tercer título continental consecutivo frente a una Suecia que se llevó su eliminatoria ante Francia (33-34).

El encuentro comenzó con ambos conjuntos muy metidos en el juego. Las dos escuadras sabían que la victoria se conseguiría desde la defensa y fue ahí donde se aplicaron al máximo. El partido fue duro y muestra de ello fue la exclusión de Jorge Maqueda con apenas dos minutos de juego, cuando el marcador todavía lucía el 0-0. La selección estatal hizo un muro alrededor de la portería defendida por Pérez de Vargas. Realizó un trabajo defensivo espléndido, casi perfecto, provocando que Dinamarca perdiera balones que no está acostumbraba a perder. Hizo dudar a los escandinavos, que no suelen titubear. Sin embargo, los de Ribera tropezaron en ataque. Cierto es que Dinamarca defendió bien, con un Niklas Landin que no dejó entrar nada en su portería; pero España fue capaz de generar ocasiones claras, moviendo el balón e incluso haciendo daño desde el extremo. Sin embargo, erró en el lanzamiento. Se mantuvo en pie gracias a los robos de un Aleix Gómez que siguió hurtando durante todo el encuentro. Pero la eficacia ofensiva no era la esperada -tan solo un 52% en el primer acto-. Y eso en unas semifinales continentales se paga. Por ello, España al descanso se marchó uno abajo (13-14), una distancia exigua para todo lo que había fallado. Una distancia que le invitaba a soñar con que a esta Dinamarca se le podía ganar.

Esa ilusión se notó a la vuelta de los vestuarios. Una parada de Pérez de Vargas y un gol de Joan Cañellas pusieron el empate. El partido comenzaba de nuevo, pero con la sensación de que la selección estatal estaba muchísimo más enchufada. Le empezó a entrar todo lo que antes se iba fuera (o al cuerpo de Landin) mientras que Aleix Gómez seguía generando dudas en el ataque danés. Sus robos no solo impidieron tantos del rival, sino que favoreció que España se pusiera por delante aprovechando la portería vacía de Dinamarca. Los Hispanos encontraron tan rápido el acierto que en un parpadeo se colocaron tres arriba. Impensable tras lo vivido en la primera mitad. Pero la segunda fue otra película, una en que se hablaba castellano. Entonces el crono pareció pararse, Dinamarca se puso a dos; y el tiempo no pasaba. Ribera pidió tiempo muerto para poner todavía más calma. Y, a la vuelta, Cañellas hizo los dos últimos tantos, colocó el definitivo 29-25 para cargarse a la campeona del mundo y meter a España en su cuarta final continental consecutiva.