Afalta de un puñado de rampas picudas, de varias curvas numeradas, a un palmo del cierre del Tour, en el sofoco de Alpe d’Huez, Nairo Quintana afiló los incisivos para clavárselos a Froome, doliente la estampa del líder del Sky en el desagüe de la carrera. El aguijón del colombiano no alcanzó, empero, el corazón del británico, que festejó en la corona de la montaña de los holandeses su segundo laurel de la Grande Boucle. A unos metros, sobre la misma la azotea del legendario puerto masculló Quintana su derrota, apenas un minuto y algunos segundos por encima de Froome en el recuento final de la carrera. A una brazada, Alejandro Valverde reía su sueño entre sollozos. Lloraba de alegría el murciano,. una vida dedicada al podio del Tour. Ocupado el tercer escalón, descansó la obsesión de Valverde. Estaba en paz con el julio francés. En ese escenario Movistar lanzaba confeti con su pareja de ases bordeando a Froome, emperador de Francia.
El doblete del equipo español fue un éxito, pero de su actuación en la última semana, encorsetada por la opción del podio compartido, colgó la sensación de que la promoción del doblete embarrancó las posibilidades de conquistar la carrera con Nairo Quintana. “No sé si ganar, pero posiblemente sí estar más cerca en la pelea por ganar. En el 2013 fue diferente porque fue algo que me encontré por el camino y que me sirvió para crecer. El reto de este año era llegar a ese nivel en ese mismo momento. Hemos confirmado esa progresión y sobre todo he demostrado que se puede ganar en los próximos años”, describe el corredor colombiano, estandarte de Movistar para el Tour. La bicefalia del equipo para la Grande Boucle, el gobierno de cohabitación que rigió la carrera el año pasado, no se repetirá el próximo curso. Valverde se enrolará en el Giro de Italia. Nairo Quintana enfocará el Tour. El reparto de roles, definido, lejos de cualquier improvisación. “Los papeles empiezan a definirse un poco más. Y para él es importante también que no se le corte nada. Que siga volando, en su buen camino, y seguramente el Giro le va a venir bien”, determina el colombiano, señalado sin rubor como el líder del Movistar, el hombre Tour.
Froome y contador, sus rivales Él, con ese hilo de voz pausado y con la plácida cadencia que emiten su cuerdas vocales, lo reconoce a su manera. “Eso dicen (risas) Eso no se compra con nada. Hay que ganarlo en la carretera. Pero lo importante no es llegar aquí sino poder mantenerse”, analiza el ciclista de Combita, que rotula en rojo a Chris Froome como principal adversario en la ronda francesa del próximo curso, aunque no desestima el potencial de Alberto Contador. “Mi rival es directamente a Froome. Contador no hay que olvidarlo porque es muy astuto y sigue siendo muy fuerte. Son mis principales rivales ahora mismo”, acentúa Nairo Quintana, que además de la ronda francesa mira con detalle a los Juegos Olímpico de Río de Janeiro y a la Vuelta a España.
Durante la pasada edición de la Vuelta, un virus a punto estuvo de mandar al arcén a Nairo Quintana, que penó varios días. Se recuperó lo suficiente para situarse a un dedo del podio, pero a pesar de su esfuerzo se quedó corto (fue cuarto), debilitado con anterioridad el organismo. A pesar de la experiencia, de que Contador también comprobó la mordida del Giro cuando se alistó al Tour, el colombiano opina que es factible enlazar dos grandes vueltas con brillo y opciones reales de retratarse entre los mejores. “Estoy convencido que se pueden doblar dos grandes vueltas con garantías”. “Sí, se puede”, establece a modo de eslogan Nairo Quintana. Ocurre que antes de septiembre, de la Vuelta, de pensar en las dos citas, conviene agarrar el primero de los premios, el más deseado del universo ciclista. “Vamos al objetivo que nos hemos marcado, el Tour, con calma”. Nairo Quintana aguarda en el trono.