Bilbao - A la hora de hablar de esgrima, muchas veces viene a la cabeza la imagen de un deporte elitista. Una modalidad para que la clase alta se batiera en duelos a finales del siglo XIX y principios del XX. En aquella época, las espadas, el florete y el sable eran exclusivos de la gente con recursos y a pesar de que fue uno de los deportes que formó parte del programa de los primeros Juegos Olímpicos modernos, disputados en París en 1924, tuvo que pasar tiempo para que la esgrima comenzara con su apertura y hoy en día todavía mantiene muchas de esas barreras. Para empezar, la imagen de una disciplina para ricos se mantiene, mientras, al ser un conflicto entre dos personas, también tiene la etiqueta de ser un deporte violento. “Jugamos con bastantes puntos en nuestra contra. Nos hemos encontrado con gente que tiene una imagen incorrecta. Hace años estuvimos en el PIN y varias personas no se quisieron apuntar porque consideraban que era algo violento. De hecho es todo lo contrario, cuanto menos fuerza se haga mejor, porque hay que ir rápido. Es tocar, no ensartar al contrario”, declara David Laich, secretario de la Federación Vasca de Esgrima, que pese a no contar con las mejores instalaciones del Estado y estar lejos de comunidades como Madrid, que tiene sus propios centros de alto rendimiento, cuenta con deportistas de muy buen nivel, los cuales han cosechado buenos resultados a nivel estatal.
La imagen de ser un deporte para gente con muchos recursos es uno de los principales problemas con los que cuenta la esgrima, algo por lo que muchas federaciones trabajan por cambiar. “Se tiene una idea errónea de nuestro deporte, piensan que es un deporte para ricos. Es la imagen que se tiene de hace bastantes décadas, pero hoy en día cualquier persona lo puede practicar”, comenta Laich. En Euskadi hay ocho clubes de esgrima y su inscripción ronda entre los 40 y los 20 euros al mes, además la mayoría de ellos disponen de su propio material para que sus alumnos puedan practicar con él. A la hora de querer dar un paso más, comprar lo necesario para practicar este deporte con plenas garantías tampoco requiere un desembolso económico desorbitado. “Un material excelente, de los más caros del mercado y de una calidad altísima puede costar unos mil euros. Mientras, la gente que se quiere iniciar tiene a su disposición un equipo completo y bueno por unos 150 euros”, cuenta el secretario de la Federación Vasca de Esgrima.
En Euskadi, las fichas de la temporada pasada rondaron las 200, aun así, en este inicio de curso las expectativas son positivas y desde la federación sienten que su deporte va “al alza”. Aun así, no se conforman con eso y han iniciado una estrategia para continuar con la promoción de su deporte: “Estamos hablando de una modalidad que tiene pocos adeptos todavía y por ello el trabajo para promocionarlo es bastante exigente. Esta temporada hemos pensado hablar más con los medios de comunicación y realizar varias exhibiciones en colegios para que los más pequeños puedan conocer y ampliar sus miras en otros deportes minoritarios, como es el caso del nuestro”, relata Laich, que explica cuáles son los puntos fuertes de este deporte: “Es un deporte que engancha. Si alguien tiene ese gusanillo o le llame un poco la atención que venga a probar, que seguro que le gusta. Además, es una disciplina que sirve para mejorar la forma física y la coordinación, todo dentro del buen ambiente que se respira en las salas”. Para facilitar la comunicación de la gente con los clubes y para que las personas que estén interesadas en practicar este deporte, la Federación Vasca de Esgrima tiene las direcciones de todos los conjuntos de Euskadi.