AL final, se trata de la cuna del remo”, manifiesta Marcos Morales (04-I-1976, Buenos Aires, Argentina) entre los bártulos del club de remo getxotarra Raspas del Embarcadero, en el que se encuentra bogando y además entrena. Habla el argentino de Gran Bretaña, “donde nació este deporte”. Y justo en Londres fue donde el fin de semana pasado, el bonaerense se llevó dos oros en el campeonato británico de remo indoor. Es decir, con el remoergómetro. “El nivel es alto y me apetecía mucho ver cómo era el ambiente en una competición de este estilo. A nivel organizativo, la cita fue muy buena y se celebró en la Villa Olímpica. Después del Mundial del año pasado en Boston, es la cita más preparada a nivel organizativo en la que he estado”, concreta Morales. Y no volvió con las manos vacías: tocó dos veces el cielo, en 2.000 metros 31-39 y en el Open de 1.000 metros. En total, menos de nueve minutos de sufrimiento y mirada fija al contador del ergómetro. “No es mi récord personal”, apostilla.
Estuvo a punto de no acudir a la cita londinense Morales. Le vino bien el temporal, porque con “todo comprado” se iba a celebrar el “campeonato de Euskadi en Orio ese mismo fin de semana”. El clima se alió con el bonaerense y la prueba se trasladó a hoy en aguas oriotarras. Y voló a Londres. “Me lo fui a tomar como una revancha del Estatal. No tenía el cansancio de aquella cita -en la que no se llevó ningún título y tuvo que conducir 800 kilómetros- pero sabía que había gente de nivel. Estaba el campeón inglés del año pasado, el campeón europeo y en la misma serie me tocaba Peter Reed, campeón olímpico en 4 sin timonel y del mundo, que por suerte no compitió. Es una máquina”, agrega el remero.
Primero tuvo que saltar en el Velódromo de Londres, situado en la Villa Olímpica, para competir en el 2.000. Concretó un tiempo importante. “Yo estaba centrado en hacer lo mío. Si te fijas en el resto, te distraes. Aquí se compite contra el reloj, no puedes hacer lo mismo que en el agua”, afirma Morales, quien apostilla que “la concentración es clave. Es todo. Es como el tren: si no sigues los rieles, descarrilas”. Cuenta el argentino afincado en Getxo que “cuando estás compitiendo es difícil no mirar la clasificación. En mitad de la prueba, al segundo le sacaba 40 metros y la cabeza me dijo calma, que me quedaba otra competición. En el tercer quinientos perdí unos segundos porque contemporicé”. Así, ganó los 2.000. Paró el crono en 6:02. “Mi táctica es salir fuerte los primeros quinientos metros, después tengo un kilómetro en el que aguanto, estable, y los últimos quinientos trato de dar el resto”, analiza y añade que “la primera competición me di cuenta de que la iba a ganar y yo me había preparado para algo más duro. Era a las 12 del mediodía y mi objetivo eran los dos oros. Pero me vino el bajón después entre una cita y la otra. Cuando calenté, el cuerpo despertó y gané los 1.000. Entonces pegué un grito. Fue una satisfacción”.
Rumbo al mundial de boston El 23 de febrero, Marcos Morales pondrá rumbo a Boston, a disputar el campeonato del mundo, que se celebra allí porque es la sede de la fábrica de los remoergómetros. Debido a la afluencia de gente se llega a acotar la participación estadounidense con filtros por Estado. “Mi objetivo es ganar. Y si puedo bajar de seis minutos, mejor. Espero pelear con el canadiense que me ganó el año pasado, Jordan Weide”, declara Marcos Morales. El coste total para la aventura americana es de 1.500 euros. “El año pasado me ayudó el club”, manifiesta. Aun así, el resto corre de su bolsillo. Al final, los sueños cuestan: “Esto es el resultado de todo un año de trabajo. Iré a por todas en Boston”.