bilbao. El poleman Sebastian Vettel puede hoy, de ganar la tercera prueba del curso, igualar el mejor arranque de temporada de los últimos siete años de Fórmula 1, algo que recuerda al totalitarismo de Brawn GP en 2009, pero que ni ellos pudieron hacer. Entonces, en 2004, Michael Schumacher gestaba el que a la postre sería su séptimo y último título de campeón. Rodaba con Ferrari y venía de ganar los cuatro anteriores. Monólogo sobre el asfalto. Una composición armoniosa, perfecta, que puso su nombre en boca de todos. Pero el tiempo pasa, aunque no para la afición germana. Se sigue hablando alemán en la cresta de la parrilla.
"¿Un podio?, ¿por qué no? Saliendo entre los cinco primeros siempre es posible, los dos Renault cogieron podio en las dos últimas carreras saliendo desde más atrás", se esperanza Fernando Alonso, afincado en la quinta pintura de salida. Palabras que destilan la jerarquía contemporánea del Gran Circo. La escudería del Cavallino rampante no es lo que fue. "Ya lo sabíamos todo de Red Bull y McLaren, pero aquí (en China) hemos visto una mejora de Mercedes, así que la situación es ahora incluso más difícil", analiza el asturiano, resignado, aunque irremediablemente optimista. "Somos un gran equipo y sabemos cómo reaccionar". Postura obligada. Por ahora, "vamos a ver si podemos adelantar a Rosberg, porque los tres de arriba, si todo va normal, no están a nuestro alcance", reconoce.
"Alonso no es un rival cualquiera", dice, por su parte, Lewis Hamilton, tercero ayer. Quizás no, tal vez sea cierto. Pero el inglés mira desde el retrovisor, a su espalda, a los que vienen y no a los que van. Mantener la cabeza erguida hacia el frente parece absurdo. Es como si todo estuviese predestinado, como si no hubiera más remedio ante la hegemonía que cruzarse de brazos y encomendarse al curso del desarrollo. Aguardar a la fortuna de tiempos mejores mientras uno se sostiene.
Así han esperado en Mercedes, que en Shanghai han lavado su imagen con Nico Rosberg, cuarto y acechando a los McLaren, la sorpresa junto a Jaime Alguersuari, séptimo favorecido por la bandera roja de Petrov. Si bien, Schumacher la ha empañado con una decimocuarta posición que adujo a su culpa. "No pienso que el coche tenga nada que ver". El que evade responsabilidades es Mark Webber, que no superó la Q1 y largará decimoctavo. Le penó la decisión de montar neumáticos duros. Una postura adoptada, según dice, desde el puesto de mando. De ser así, ¿conejillo de indias? "Pensamos que tendríamos suficiente velocidad. Pero no pude poner a funcionar las ruedas", lamenta. Red Bull demuestra así síntomas de flaqueza, puede fallar. Pero en el flanco de Vettel la vida aún es de color de rosa.
"Una vez más, hemos hecho un gran trabajo, pero hasta ahora solo hemos conseguido ocho metros para mañana -por hoy- y lo que nosotros buscamos es sumar puntos en la carrera", reza el exigente Vettel, consciente de que la renta que sume será parapeto y lo hace impartiendo un monólogo: tres poles y dos carreras ganadas. Todo lo puesto en juego. Un éxito cada jornada de trabajo. Hoy puede extender la obra maestra.
ecclestone, investigado La fiscalía de Múnich está investigando la posible implicación del patrón de la Fórmula 1, Bernie Ecclestone, en una presunta trama de corrupción, como publicó ayer el Süddeutsche Zeitung. El diario alude a que Ecclestone pudo sobornar al exdirectivo del banco germano BayernLB, Gerhard Gribkowsky. Según dice la fiscalía, este recibió 34,6 millones de euros para la venta de la participación de su entidad financiera en la Fórmula 1 que fueron camuflados como contratos de asesores. Una cantidad en la que el jefe del Gran Circo podría haber introducido fondos.