NUNCA nadie empleó tan poco tiempo para encumbrarse tan alto. De la cuna a los cielos, como diría aquel. Lo suyo es destacado por lo extraordinario. Sus números se asemejan a la ficción, al guión de un largometraje estadounidense. Se ha tornado en superestrella de la noche a la mañana, espejo del sueño americano. Menos de diez segundos fueron suficientes. Lo justo, lo necesario para ser leyenda. 0,00003038 es el porcentaje que Usain Bolt fragmentó del año 2009 para ser el rey, el monarca de la velocidad, con un espíritu, unas maneras, una propuesta, canibalesca por lo autoritaria. 9,58 segundos de esfuerzo extraídos de los 31 millones y medio de segundos con los que cuenta un año: su plusmarca mundial en los 100 metros lisos del Mundial de Berlín. Descomunal por lo ínfimo del registro. El velocista de 23 años ha desbancado a Bob Marley en Jamaica en cuanto a popularidad se refiere. Pero eso es sólo un ápice de su popularidad, la punta del iceberg. En el mundo entero es la referencia dentro del tartán, del medio que pisa quebrando las barreras humanas de la velocidad (alcanzó los 45 kilómetros por hora). Es icono de masas, historia en vida. Relámpago de carne y hueso, es Lighting Bolt.
Cuatro días después de asombrar a todo aquel que captó su gesta en la distancia del hectómetro, este fenómeno de la naturaleza, amante del reggae, inmaduro como para reconocer públicamente que fumó marihuana sin ser consciente de su repercusión mediática, tan espontáneo dentro como fuera de su hábitat, sonriente y espigado a partes iguales, volvió a romper otro récord mundial, que, por cierto, él mismo ostentaba al igual que en los 100. Fue en la prueba del doble hectómetro con una insospechada marca de 19,19 segundos. Pero no fue su último momento de gloria en 2009, pues en la disciplina de relevos 4x100 (en 37,31 segundos) el cuarteto jamaicano se alzó con el oro para cerrar el sueño de un Bolt que ahora anhela opositar a la presea dorada en la modalidad de salto de longitud, a lo Carl Lewis. Sobrehumano. Y es que nunca nadie llamó tanto la atención con una actividad tan primitiva.
el todo por el todo Pero la hazaña de Bolt en el apartado de atletismo no es lo único destacable de un año que ha visto tornar la historia del deporte con la aparición de registros insólitos. Es el caso del Barcelona en fútbol. El todopoderoso, Dream Team 2.0, versión remozada y mejorada. Bajo las órdenes del profesor Guardiola, debutante en los banquillos de Primera, y su característico estilo de juego, el equipo azulgrana ha conseguido lo que nadie sobre los terrenos de juego. Un sextuplete con Liga, Liga de Campeones, Copa del rey, Mundial de clubes y las Supercopas de Europa y España. O sea, todo lo disputado, todo lo posible por ganar. Rey Midas balompédico. El combinado catalán, al estilo de la Armada Invencible, capitaneado por un Messi elegido como mejor jugador del mundo y un Xavi elegido mejor jugador de la Eurocopa, ha arrasado, demostrando que el camino hacia el triunfo también es importante, resaltando el cómo por encima del qué, apostando por la estética como convoy hacia el éxito. Difícilmente en un mundo de competencias un rival se ganó tanto respeto de sus oponentes, cautivó e incluso enamoró en trincheras enemigas. No en vano, es razón de satisfacción y orgullo ser contemporáneo del mejor equipo de la historia, lo más similar a Los Supercampeones, a los Oliver y Benji, a la factoría Disney. Fútbol de videojuego, de almohada y pijama, de ensueño.
dulce reconquista Y cumplir un sueño también fue para Alberto Contador hacer morder el polvo a Lance Armstrong, extraterrestre sobre dos ruedas el norteamericano. A buen seguro, uno de los mayores placeres que puede reportar una vida si se es ciclista. El de Pinto, pistolero en sus celebraciones, vencedor de su segundo Tour de Francia, éste con carácter de reconquista, consiguió en la ronda gala su más importante triunfo, merced a la gran competencia y su resignación por quedar excluido de la edición anterior debido al escándalo de dopaje que salpicó a Astana en 2007, mal endémico para los ciclistas ganadores, para los sobrehumanos. Contador se mostró inquebrantable ante el acecho del estadounidense y de Andy Schleck, con en hándicap de contar con tal vez su mayor enemigo como compañero en Astana, como era el caso del heptacampeón del Tour, a quien frustró su sonado retorno a la competición. El acoso psicológico no derrumbó a un Contador que a cobijo de la soledad se creció para engordar al mito. No en vano, el madrileño puede presumir de ser el único ciclista estatal en ganar las tres grandes (ha vencido dos Tours, una Vuelta y un Giro) y el quinto en conseguirlo después de Hinault, Anquetil, Gimondi y Merckx. Escalador de grandes alturas. Vitrina de contados la de El Pistolero.
américa a sus pies Y, entre otras cosas, gracias a su altura, Pau Gasol ha tocado el cielo, ha saboreado las mieles que siempre soñó con catar cuando era uno de los tantos jóvenes de su Sant Boi natal. Gasolution, como le conocen en el Staples Center de Los Angeles Lakers con el característico estilo yankee, ha sido pieza determinante, la que faltaba en la formación de Phil Jackson para alcanzar el anillo de oro de la NBA. El complemento perfecto para el jugador franquicia Kobe Bryant. La presencia del catalán bajo el aro se ha convertido en cautivadora en imprescindible, tanto que España alcanzó el oro en el Europeo de baloncesto, siendo Gasol el MVP del campeonato celebrado en Polonia y quitándose la espina clavada de la final perdida en 2007 contra Rusia, donde Pau marró el lanzamiento que pudo dar el oro a la selección. La operación de dedo pocos días antes del inicio del Europeo de 2009 no supuso lastre para el ala-pívot catalán, que se ha consolidado como uno de los mejores jugadores europeos de todos los tiempos. Profeta lejos de su tierra.
Bolt, Gasol, Contador y el Barcelona. Cuatro nombres propios que cierran el año cumpliendo e incluso superando las expectativas, dejando huella en la memoria deportiva. Sus gestas ya son historia, pero de la que será recordada. Actualidad permanente. Son especiales, diferentes, ganadores. Ejemplo para quienes aspiren a llegar algún día a la cumbre. Mientras tanto, seguirán ocupando su lugar, su trono, la cúspide del arte del deporte.