MARZO de 1982. La selección de fútbol de Inglaterra juega en el viejo San Mamés un partido amistoso frente al Athletic como homenaje a Txetxu Rojo, leyenda rojiblanca. Se trata de la primera vez en su dilatada historia que los pross se enfrentan fuera de las islas británicas a un equipo de club con su selección absoluta. La razón: los ingleses jugarán ese verano en a Catedral como cabeza de grupo en el Mundial de Fútbol 1982, que se celebra en España y tiene una de sus sedes en Bilbao. La afinidad británica con la villa está detrás de la elección y se trata, con la celebración del partido, de propiciar el acercamiento y el agradecimiento a los anfitriones. Inglaterra, en un gesto tan generoso como inteligente y oportuno, decide presentarse en San Mamés de forma gratuita para ganarse así el apoyo del público bilbaino y vasco. Indudable acierto, pues lo consiguió, como pudimos comprobar los entonces asistentes a aquellos partidos.

Junio de 2020. San Mamés es sede única en el Estado español de la Eurocopa de Fútbol y recibirá a la selección de España en tres partidos de la fase inicial de grupos. Se plantea, por tanto y desde ya, cuál va a ser la recepción que el público bilbaino y vasco va a dispensar al combinado estatal en esas importantes citas deportivas. No es difícil vislumbrar (conviene aceptar la realidad) reticencias derivadas de aspectos políticos e identitarios, con extensión a la representación deportiva, que pueden sin duda enturbiar la aceptación y el recibimiento y apoyo popular.

Pues bien, a nadie puede escapar la conveniencia, incluso la necesidad, de un gesto por parte de la Real Federación Española de Fútbol para facilitar ese acogimiento. Desde esta perspectiva, el actual puede parecer el momento idóneo para que la España futbolística tenga un comportamiento y un detalle similar al que tuvo Inglaterra en 1982, ofreciendo también al anfitrión la celebración de un partido amistoso en San Mamés previo a los oficiales que se desarrollarán en la nueva Catedral.

No habría de tratarse, sin embargo, de la celebración de un encuentro más, al uso, a disputarse por la española frente a otro seleccionado de mayor o menor tronío, opción que en algún momento pareció abrirse desde las instancias federativas madrileñas. Siendo valorable, en sí, el eventual ofrecimiento por parte de la RFEF de jugar ese partido amistoso en fechas inmediatamente anteriores a la Eurocopa 2020 en Bilbao (lo que podría comportar un beneficio económico para las entidades receptoras de la competición, y deportivo a las aficionadas y aficionados bilbainos y vascos), ello se antoja insuficiente a los efectos que antes referíamos.

Es de significar la singular oportunidad que se presenta de realizar, y hacerlo desde la selección que será recibida como invitada en San Mamés en junio de 2020, un gesto a la altura del vivido en aquel lejano 1982. Y en esa línea, en la concertación de un eventual encuentro de preparación en suelo bilbaino, ¿qué mejor acreditado anfitrión de España habría que la Euskal Selekzioa, la Selección de Euskadi, un combinado que también, y tan bien, representa al fútbol vasco?

Esta posibilidad, como ya se ha planteado en el seno de la propia Federación Vasca de Fútbol, daría salida a una amplia sensibilidad, estimamos que mayoritaria, digna de todo el respeto, de la afición local, de concurrente identificación deportiva, sentimiento de necesaria compatibilidad con el vinculado a la representación estatal.

Compatibilidad y respeto, sí, entre la roja y la verde, alejando manifestaciones y posturas cerriles que a nada conducen. Estamos, sin duda, ante una gran ocasión.

Hablamos de un verdadero partido amistoso, de real y efectivo encuentro entre una selección oficial como es la española, que incluye en su ámbito representativo también a deportistas vascos, y otra selección, que aún no es oficial en el ámbito internacional pese a su amplia trayectoria histórica y a la contrastada voluntad y apoyo social, como es la Euskal Selekzioa.

No se debe olvidar en la actualidad el hecho de que la Federación Vasca de Fútbol, representación legal del fútbol vasco, en fecha no muy lejana acordó, y lo hizo por la práctica unanimidad de sus miembros, emprender formalmente un camino en pos de la oficialidad internacional. Así se aprobó en la histórica Asamblea General del fútbol vasco celebrada en Durango el 12 de diciembre de 2018 (43 votos afirmativos de los 44 presentes).

Son de entender -no se pretende ser ingenuo- las reticencias y los intereses contrapuestos en este campo de la representatividad deportiva, pero también lo es la necesidad de reconocimiento mutuo, de respeto y de convivencia. Porque estos valores son los prioritarios, los que tienen que defender todos los implicados: los políticos, los dirigentes federativos, los propios deportistas y los aficionados.

Además, esta celebración amistosa, por las fechas en las que tendría lugar, podría servir de merecido homenaje a un integrante insigne de ambas selecciones que ya ha anunciado su retirada de los terrenos de juego a final de temporada: el donostiarra Aritz Aduriz, muy querido por toda la afición futbolística por su profesionalidad y por su calidad deportiva y humana. Otro motivo añadido para un sugerente y atractivo eventoa.

La ocasión no puede ser más propicia para un gesto de la Federación Española de Fútbol con el ofrecimiento de la celebración desinteresada de un partido de la Selección Española en San Mamés, previo a la Eurocopa, junto a la Euskal Selekzioa, lo que conduciría al objetivo de un acercamiento de voluntades y sin duda ayudaría al desarrollo normalizado de la Eurocopa 2020 en Bilbao y Euskadi.

Un buen momento para el encuentro deportivo amistoso, con letras mayúsculas. ¿Por qué no aprovecharlo?

* Abogado