EL pasado 8 de septiembre se celebraba en todo el mundo el Día de la Diáspora Vasca. Este año, el acto central tuvo lugar en la anteiglesia vizcaína de Ispaster, un pueblo de 700 habitantes hoy del que, en tan solo cien años, emigraron por diferentes motivos más de 1.200 personas. La celebración fue especialmente emotiva con una enorme carga simbólica. El lehendakari Iñigo Urkullu tuvo un especial recuerdo para aquellos inmigrantes que dejan sus vidas en el Mediterráneo tratando de llegar a Europa. Al acto asistieron gentes de todo tipo y condición. Faltó el profesor Pedro José Chacón Delgado, “profesor de Historia del Pensamiento Político” de la UPV/EHU quien, sin embargo, nos obsequió con un artículo sobre este acontecimiento.

El profesor Chacón recuerda mucho al escudo de Santander, con sus dos caras: el conservador amable para los artículos de El Correo o las tertulias de EITB, y el extremista rabioso cuando publica sus escritos en El Español. Es aquí donde publicó su “El Día de la Diáspora vasca” en el que, además de invenciones (no estuvieron los tres diputados generales, señor Chacón), mezcla resultados electorales (olvidándose del carlista de EKA elegido en 1979), atentados de ETA, apellidos vascos, racismo, Sabino Arana y no-sé-cuántas-cosas más.

Comencemos por el final. El conservadurismo español tiene su guía en Antonio Cánovas del Castillo. El PP bautizó en 1980 con su nombre la Fundación precedente inmediato de FAES. Pues bien, Cánovas no solo fue un racista confeso sino que se opuso vehemente y en sede parlamentaria a la abolición de la esclavitud. Sigamos recordando: la esclavitud en España no se abolió definitivamente hasta 1888. En aquellos días, los subsaharianos no viajaban en patera sino en los barcos esclavistas cargados de cadenas.

En 1968, José Domingo Arana publicó en Bilbao Hombre, Raza, Nacionalidad, Universalidad. Presente y futuro del Pueblo Vasco, ensayo citado en sus tesis por, entre otros, José Luis de la Granja. Arana recuerda datos que tienen su interés. Por ejemplo, la admiración que Sabino Arana tenía hacia José Martí o José Rizal, mestizo éste de chino, malayo y español. También hablaba J. D. Arana de la cuestión de los apellidos, recordando los de Lamberto Benito del Valle o Luciano Badosa, concejales nacionalistas del Ayuntamiento de Bilbao. También fue concejal en Bilbao Eliodoro de la Torre que, asimismo, fue diputado a Cortes por Bizkaia, vicepresidente de la Confederación Nacional de ELA-STV y consejero de Hacienda y -tras la ejecución de Alfredo Espinosa- de Sanidad del primer Gobierno vasco. También fueron consejeros de aquel primer Ejecutivo Leizaola Sánchez y Monzón. Luego vendrían otros, como Fernández o García, consejeros en el Gobierno de Garaikoetxea, y, por supuesto, Asier Vallejo o Gorka Álvarez, los directores “que se han ocupado de la diáspora”. Si hubiese investigado un poco más, el articulista hubiese descubierto el apellido del suegro (su origen y a qué se dedicaba cuando llegó al pueblo) y del marido de la alcaldesa de Ispaster.

Para llegar a ninguna conclusión con sentido, el profesor Chacón saca a relucir Ocho Apellidos Vascos (se le olvidó mencionar que uno de los guionistas, Borja Cobeaga, tiene raíces en Ispaster), la querencia por las ‘k’ o argumentos de similar peso. No le gusta al docente el término diáspora. Lee poco este señor que, además de diáspora judía, tolera que, como mucho, se hable de “diáspora gallega”. No sabe ¡qué va a saber! que “diáspora” se ha convertido en un término genérico sociológico que se estudia en este sentido en la Universidad de Helsinki, en la Carleton University (Canadá)? en la British Sociological Association? Ni que hay una revista científica llamada Diaspore.

En un artículo de este tipo que se precie tenía que aparecer ETA. El ciudadano Chacón, refiriéndose al acto de Ispaster, afirma: “estamos ante un fraude moral en toda regla, por ocultar o solapar la verdadera diáspora vasca contemporánea, consistente en la huida del País Vasco de muchas personas, familias enteras amenazadas por el terrorismo de ETA debido a la profesión de los progenitores: empresarios susceptibles de ser extorsionados, funcionarios y representantes de la Administración, miembros de las fuerzas de seguridad del Estado, profesores en las diferentes escalas de los cuerpos educativos, así como periodistas”. Y se queda tan ancho. El dato es cierto y dramático, pero, hombre? En primer lugar, a mí me gustaría que alguien cuantificase, basándose en datos científicos (no en propaganda), en fuentes fiables (por ejemplo, los datos del Instituto Nacional de Estadística, INE) esa “verdadera diáspora vasca contemporánea” que, por cierto, se solapa con la crisis económica de los 70, la reconversión industrial o las nefastas negociaciones para el ingreso en la Unión Europea. Comparar esa “verdadera diáspora”, con los destierros y exilios que siguen (o tienen consecuencia) a las guerras carlistas, las dictaduras militares del siglo XX (1923-1931 y 1937-1977) o la Guerra Civil se parece mucho a una broma de pésimo gusto. Si el articulista hubiese estado en el acto que reseña, amén de no encontrarse con los diputados generales que, según él acudieron, hubiese conocido la historia de la familia Atxabal, Burdinas, y cómo, cuándo y por qué emigraron. Pero, claro, ya tenía escrito el artículo de antes. El inevitable capítulo etarra incluye también referencias a dos atentados de ETA militar en el municipio (1980 y 1983) y que una mención a estos hechos abominables no estuviese en el discurso del lehendakari.

Resulta preocupante que un profesor universitario no distinga entre emigración e inmigración, que saque a relucir a Sabino Arana? Debería saber Chacón que, donde yo nací, a quienes vinieron en los 50 y primeros 60 se les llamaba “arijanos” y “coreanos” y aún hoy (2019) se distingue entre “los de toda la vida” y los “coreanos”, a quienes se les sigue aplicando el refrán castellano (de la misma Castilla): “De fuera vendrá que de tu casa te echará”. No hablo de los muros que quiere levantar Vox en las “plazas de soberanía”, porque, claro, tiene poco que ver el culo con las témporas.