CUELGA!”. “No, tú primero”. “Venga, cuelga ya”. “No, después de ti”. “Anda tonto, cuelga”. “Después de que lo hagas tú”. Sí, es una conversación de besugos que hemos escuchado en más de una ocasión cuando una pareja, en trance insustancial, demuestra su atracción hormonal con un diálogo de adolescentes de escaso léxico. Pues bien, esta semana hemos asistido a algo parecido pero inversamente proporcional. “No me llama usted desde julio. ¿Alguien entiende que no hablemos?. Si usted no llama, le llamaré yo”. “No, a mí no. Llame a la delegación negociadora. Y diga allí lo que quiera. Presente allí una alternativa”. “¿No quiere que hablemos?”. “Usted lo que quiere son elecciones”. “Que va. Si hay elecciones será por usted. Digo más, por los 350 diputados de la Cámara (la culpa, de todos)”. “Nosotros, el gobierno, somos los menos interesados en adelantar las elecciones”. Risas. “Pues lo disimula bien”. En medio del vodevil, propio de una comedia de los hermanos Marx, entraba en acción un protagonista secundario ausente. “Hombre, conteste al teléfono. A ver si un día podemos hablar usted y yo”. “Ahora mismo, si se compromete usted a aplicar el 155”. ¿155? Cuidado con la rima.

Solo faltó escuchar aquello de “ya no te ajunto”. “Y como el balón es mío, me lo llevo y se acaba el partido”. Conversación de besugos; no, de merluzos haciendo el ridículo más espantoso.

Lo cierto es que uno ya siente vergüenza ajena ante tanta frivolidad y postureo. La pantomima cansa y cabrea; pone en solfa la incapacidad de liderazgo de quienes se dicen llamados a dirigir un país que asiste atónito ante el lamentable espectáculo de su supuesta clase dirigente. Cabecillas de reparto incompetentes que no ven más allá de su ego. “Patriotas” del “yo, me, mi, conmigo”. Artífices de un récord insólito cual es que se celebran cuatro elecciones generales en cuatro años. Un balance que solo tiene una explicación: el fracaso. Y, ante él, nadie asume responsabilidades (es posible que no conozcan el significado de dicho término). Nadie piensa en retirarse de escena. Ni por vergüenza torera. Como si los culpables del fiasco continuado fueran los ciudadanos, que no saben ni tan siquiera votar. Como diría un buen amigo, “lamentable, del verbo lamer”.

En el circo de cuatro pistas en que los dirigentes españoles han convertido su acción política, junto a los ilusionistas, los trapecistas y los lanzadores de cuchillos, han reaparecido viejos fantasmas de la farándula. Ante el triste espectáculo ofrecido por la progresía, la derecha trata de recuperar músculo. Pero, los populares de Casado, en ese intento de rehabilitación, en lugar de innovar, de ser atrevidos en el cambio, han decidido escorar un poco más su nave. Pretenden con ello recuperar a quienes salieron de la casa común por el extremo. Aunque el intento les siga descolocando ante el electorado templado, huérfano de actores en la centralidad.

En ese afán, Casado, como en la resurrección de Lázaro, ha buscado un golpe de efecto: Rosa, levántate y anda. Y Rosa Díez “andó”, reapareciendo en escena junto a Alejo Vidal Cuadras en un acto de tufo electoral celebrado por el PP en la sede parlamentaria.

En eso de presentar a conversos exsocialistas, el PP no sorprende. Ya recuperó en su día a Ricardo García Damborenea. La crème de la crème. A Rosa Díez, cuyo viaje político ha sido más prolongado y con más escalas que el protagonizado por Juan Sebastián Elcano, se le vio emocionada por el evento y el lugar donde se desarrollaba. “Cómo echo de menos el Congreso”, señaló quien había sido calificada por Alfonso Alonso de “personalidad versátil”. Una añoranza que Casado, el anfitrión de la jornada, contestó con ñoñería: “Es esta casa la que te echa de menos”. “Yo más. No, Tú más”, dijo el besugo.

A quien no parece gustarle demasiado ni la música ni la letra de la partitura que ha distribuido Génova para buscar la rehabilitación de la derecha española es a Alfonso Alonso. Sabíamos de su incomodidad con el equipo y la estrategia de Casado, pero en las puertas de la convención que los populares vascos han celebrado en Gasteiz, Alonso aclaró su discrepancia pidiendo “perfil propio” para el PP de Euskadi. Frente a la “suma” con los “ultras” y los “naranjas”, el dirigente alavés proponía recuperar “la foralidad”. Las palabras de Alonso fueron contestadas con fuego amigo. La nueva portavoz genovesa, Cayetana Álvarez de Toledo, no tuvo empacho en cargar con posta lobera contra sus ¿compañeros? de partido, a quienes acusó de haber “cometido el error de contemporizar con tibieza con el nacionalismo vasco”, una “operación ya fracasada”. “Si el perfil propio consiste en decir que la legitimidad de nuestro ordenamiento constitucional tiene zonas reservadas que se remiten a derechos históricos previos y no a la Constitución y a la soberanía común, me parecería un grave error”, apostilló Álvarez de Toledo. Las críticas de la marquesa de Casa Fuerte -única diputada del PP en Catalunya- generaron un terremoto en lo poco que queda del PP vasco, hasta el punto de que el ex diputado general alavés y senador Ramón Rabanera exigió de Casado una “rectificación inmediata” o “en caso contrario, muchos sobramos en este partido”. Casado ni ha respirado, luego Alonso y Rabanera pintan en el PP “lo que Maximino en Haro”.

Mientras la política española sigue generando estos momentos tan esperpénticos, en Euskadi, por el contrario, se siguen produciendo novedades positivas. Las principales formaciones de la Comunidad Autónoma Vasca formalizaban el pasado jueves un nuevo acuerdo. Un acuerdo relevante aunque su alcance se circunscriba a la renovación de cargos directos en la Asociación de Municipios Vascos, Eudel. Representantes del Partido Nacionalista Vasco, EH Bildu, Partido Socialista de Euskadi y, en el ámbito territorial de Bizkaia y Araba, las agrupaciones independientes, fueron capaces de presentar una candidatura unitaria (en la que todos tenían una parte de representación) para la elección de los nuevos estamentos de los municipios vascos tras la celebración de los comicios locales celebrados el pasado mes de mayo. Eudel se refuerza de esta manera no como elemento de disputa política sino como herramienta al servicio de los gobiernos locales, como punto de encuentro de los ayuntamientos vascos para analizar y resolver sus problemas e inquietudes comunes. Como organización al servicio de las instituciones, de sus representantes, de cara a mejorar y optimizar sus prestaciones comunitarias.

La política con mayúscula debe estar al servicio de la transformación social, para mejorar la calidad de vida de la gente. No, como algunos nos tienen acostumbrados, para crispar y derrotar al adversario. La política es la actividad humana de sumar voluntades para gestionar las necesidades de la gente. Para darles satisfacción. Política es pensar en los demás. No mirarse el ombligo. En esta interpretación cabe contextualizar el nuevo acuerdo de Eudel. Y es digno de subrayar el compromiso de las fuerzas políticas vascas pergeñando un acuerdo que, básicamente, satisface a todos y que pretende redundar en un bien colectivo: el fortalecimiento de los ayuntamientos, las instituciones más cercanas a la ciudadanía.

Este nuevo compromiso político alcanzado en Euskadi se ha fraguado sin ruido, con la cesión de unos y el compromiso de otros. Sin aspavientos ni posiciones numantinas.

Para poder entender el alcance de lo pactado, es preciso atender a una serie de datos objetivos. Eudel acoge a más del 95% de los ayuntamientos vascos. Tan solo 8 (pequeñas entidades) de los 251 municipios vascos están voluntariamente fuera de la entidad.

De los gobiernos locales conformantes de la entidad, el PNV ostenta 123 alcaldías, EH Bildu 84, 11 el Partido Socialista y 24 más diferentes opciones independientes (el PP solo tiene dos alcaldías en la Comunidad Autónoma Vasca: Navaridas y Baños de Ebro).

El acuerdo alcanzado viene a satisfacer, por lo tanto, al 99% de las opciones representativas de los ayuntamientos vascos, un alcance insólito en el horizonte político conocido.

El acuerdo alcanzado para la renovación de Eudel da pie a que la estabilidad institucional vasca continúe y prospere en los próximos años, lo que supone una magnífica noticia. Y, en segundo término, el simple valor del acuerdo por sí mismo es un acontecimiento muy notable en los tiempos que vivimos. Política con mayúsculas frente a conversaciones de besugos. Responsabilidad frente a incompetencia.