EN los últimos tiempos, al ver desde retaguardia pero con enorme interés lo que ocurre en Catalunya y, por ende, en el resto del Estado, parece oportuno reflexionar sobre algunas de las realidades que condicionan nuestro día a día como sociedad vasca. Realidades a las que no siempre damos como sociedad la importancia que se merecen, pero que condicionan nuestra forma de vivir.
Hoy, 25 de octubre de 2017, se conmemora en Euskadi la aprobación del Estatuto de Autonomía de Gernika, Estatuto que cumple ya 38 años de vigencia y que es uno de los pilares fundamentales del sistema, aunque no el único, que nos ha permitido y nos permite desarrollarnos como sociedad vasca en el marco de la España constitucional y la Unión Europea del siglo XXI. Este Estatuto de Autonomía constituye lo que se dice vulgarmente “una joya”.
Bien es cierto que el Estatuto de Gernika de 1979, siendo una de las piedras angulares básicas que permite comprender la forma en la que nos hemos desarrollado como sociedad en los últimos años, no es la única, pues hay otras realidades que no debemos dejar de recordar, más en estos tiempos tan convulsos en lo que a la configuración territorial del Estado español se refiere.
Estas otras realidades que completan junto al Estatuto de Gernika la configuración normativa del autogobierno vasco son las otras joyas que, junto con el Estatuto, completan el tesoro que como sociedad vasca debemos preservar, especialmente en momentos como los actuales en los que la coyuntura político-social hace emerger planteamientos que cuestionan prácticamente todo.
Una de las más significativas es el amparo y respeto constitucional expresado en la Disposición Adicional primera de la Constitución española de 1978 respecto a los derechos históricos, más concretamente, cuando el texto constitucional recoge en el párrafo primero de la citada disposición la siguiente cláusula: “La Constitución ampara y respeta los derechos históricos de los Territorios forales”. Y ello aunque, conforme al segundo párrafo de dicha disposición, es el marco Constitucional y Estatutario el marco normativo en que estos derechos históricos, emparentados con el régimen foral, podrán actualizarse en su caso.
Es esta cláusula constitucional, por la que se respetan y amparan los derechos históricos, la base sobre la cual los vascos y las vascas hemos podido desarrollar en los estertores del pasado siglo y en el inicio del presente, un proyecto autónomo de sociedad, que entronca directamente con el proyecto de sociedad derivada del sistema foral en el que vivieron nuestros antepasados por varios siglos y que no fue sino la forma de construir una sociedad autónoma en unos tiempos a mi parecer todavía más complicados y complejos desde muchos prismas; tiempos en el que los Territorios Históricos vascos de Araba-Álava, Bizkaia, Gipuzkoa (no hay que olvidar que la primera unificación política de estos Territorios Históricos se produce precisamente en el Estatuto de Gernika) y Nafarroa luchaban por mantener sus instituciones y sus normas forales en el complejo entramado de los Reinos de España primero y del Reino de España después.
En esta cláusula constitucional encuentra, entre otros, su fundamento normativo-constitucional nuestro Concierto Económico, tan cuestionado por muchos, tan querido por otros, que sin duda alguna ha permitido generar las condiciones económico-financieras necesarias para que la sociedad vasca desarrolle lo que en otras latitudes denominan “estructuras de Estado” y, lo que es más importante, ha permitido a la sociedad vasca desarrollar políticas autónomas que reviertan en interés de la sociedad.
Es la sociedad vasca, y no otra, la protagonista principal en el desarrollo del Concierto y la que posibilita, con su buen hacer, trabajo y capacidad, que un sistema tan complejo como el de Concierto Económico funcione razonablemente bien, como así ha quedado y queda demostrado cada vez que son expuestas públicamente las variables macroeconómicas que posicionan a Euskadi como una de las comunidades con mayor renta per cápita dentro del Estado y por encima de la media europea, variables que confirman un mayor bienestar social, destacando como elementos de este bienestar una mayor protección social de sus ciudadanos, con la financiación de sistemas como el de la Renta de Garantía de Ingresos, que configura un sistema y una red de protección sin parangón en nuestro entorno más próximo, un sistema educativo y sanitario por supuesto mejorable pero del que debemos sentirnos orgullosos como sociedad y un largo etcétera de parabienes de los que la sociedad se beneficia que serían impensables sin una herramienta así.
Llegar hasta aquí ha sido posible, entre otras razones, gracias a la defensa sistemática de la foralidad y de sus instituciones que se ha producido desde los siglos XV y XVI (época de mayor esplendor foral) hasta nuestros días, una constante, que ha llevado a muchas personas a lo largo del tiempo a dejar mucho en su defensa, conscientes del tesoro que debían conservar y dejar en herencia a sus legatarios, que no eran sino las sucesivas generaciones de vascos y vascas que habrían de disfrutar del mismo.
En los tiempos que corren, esa labor de cuidado y preservación de nuestro tesoro se muestra esencial independientemente de las aspiraciones legítimas a tener y conseguir otros tesoros para cuya consecución suele ser necesario explorar nuevos horizontes, en los que es más que probable que puedan acontecer peligros, que tal vez y sin desearlo, pongan en juego las joyas anteriores.
En no pocas ocasiones, se abordan caminos ignotos en vez de recorrer otros que, por conocidos, no han sido totalmente explorados y que deben, sin embargo, ser recorridos de forma previa. En el caso que nos ocupa ese recorrido cierto que queda por recorrer debe ser el hecho de terminar definitivamente de asumir todas las competencias que contempla el Estatuto de Gernika de 1979, profundizar y mejorar desde el punto de vista de Euskadi los acuerdos fiscales con el Estado en el desarrollo del Concierto Económico, negociar las situaciones que posibiliten minimizar nuestra aportación al Estado en concepto de Cupo, lo que significa que son cada vez menos las competencias que asume el Estado en nuestro territorio y más las competencias autogestionadas por las instituciones vascas (no debiendo ser entendida esta cuestión en relación a la cantidad sino a la mejora en el servicio y la prestación de las mismas por parte de las instituciones vascas en detrimento de las instituciones del Estado), etc?
Es la sociedad vasca, como titular de dicha fortuna, la que debe ser consciente de las joyas que la integran y las posibilidades que estas ofrecen, cuestión que a menudo genera dudas: ¿Somos plenamente conscientes de esas capacidades? No obstante, y conforme con los principios democráticos, es esta misma sociedad la que deberá decidir, llegado el momento, si se conforma con su actual tesoro, facilitando que las próximas generaciones disfruten del mismo como lo han hecho las nuestras, o si, por el contrario, van a ponerla en juego en la búsqueda de otros.