EL Partido Nacionalista Vasco con sus siglas y con todas las fuerzas en liza obtuvo en las recientes elecciones los mejores resultados desde 1984. Además, le ha metido una diferencia de más de 106.000 votos a Euskal Herria Bildu, convirtiéndose en primera fuerza en algunas plazas simbólicas de esta coalición en Gipuzkoa, como Donostia o Tolosa. Por esto y por otras cuestiones, sorprenden algunos análisis procedentes de la autodenomina izquierda abertzale, cuya estrategia futura ya está condicionada por sus resultados y por su debilidad en el territorio de Gipuzkoa (mayor tras los resultados del domingo). Comienza el momento de la política. Del realismo político.
Los argumentos para que Iñigo Urkullu gobierne en solitario debería ser los mismos que han servido para Martín Garitano o para Juan Carlos Eizagirre. Lo contrario sería justificación para aplicar la misma medicina en el territorio histórico de Gipuzkoa. Los mismos principios serían de aplicación en otras cuestiones y asuntos urgentes. Sacar adelante los presupuestos de Gipuzkoa con el solo apoyo del PSE no parece que sea posible. Es lo único que le faltaría a Alfredo Pérez Rubalcaba.
La política bolivariana de Bildu (se hacen las cosas PMC), tan arrogante, tan revanchista, no parece ser del gusto de amplias capas de guipuzcoanos que empiezan a estar hartas de tropezarse con las perchas-basureros y con camioneros polacos que quieren llegar a Francia (que sigue estando pa'llá, pasado Bokale y Saint Esprit) y que acaban bloqueando la pequeña carretera que conduce al barrio porque "Lapurdi" no aparece en el GPS, y no saben si está equivocado el GPS o el cartel. En algunas localidades industriales, el no-plan anticrisis también está teniendo consecuencias perfectamente cuantificables en votos. Lo mismo que en los municipios en los que se empeñan en gobernar contra la mayoría.
Pero, además, en esta etapa de transición hacia la cultura democrática hay varias cuestiones por dilucidar por parte de la autodenomina izquierda abertzale. La primera, y no pequeña, tiene que ver con el papel de Sortu y de los pequeños partidos satélite (Aralar, EA, Alternativa). Un amigo, fundador de una de esas fuerzas, me decía que el papel es claro: el de los mirones en el mus: "callarse y dar tabaco". Por si fuera poco, en Nafarroa se extiende la sensación de que, de producirse un adelanto electoral, Geroa bai podría convertirse en la primera fuerza. Recordemos que la diferencia entre Amaiur y GBai fue de menos de 7.000 votos (obtuvo 42.411) y que esta última fuerza supero a la coalición de Batasuna en ciudades como Iruñea, Tudela u Olite. Que Geroa bai se convierta en el referente del vasquismo es más que probable.
La segunda cuestión tiene que ver con la alternativa económica más allá de declaraciones bonitas. Aquí tampoco sirve el modelo bolivariano entre otras cosas porque Euzkadi no cuenta con el recurso del petróleo para emplear a los fieles. Aún así, en Venezuela, con una inflación del 27% en 2011, con un salario mínimo que se redujo en este año, casi un 9% de la población vive en estado de pobreza extrema, y un 23% en pobreza no extrema. Y eso que, es cierto, se ha multiplicado el número de empleados públicos.
El equivalente al petróleo venezolano en Euzkadi serían los impuestos. La idea de Bildu (y del PSE) es crujir a la ciudadanía a impuestos para engordar un sector público que, eso sí, no se sabe lo que producirá (si produce algo) y a qué precio. Se trata de ir expropiando recursos económicos. Esta gente, en cuestión fiscal, quizá siga anclada en un pasado reciente, cuando se generalizaba el mal llamado "impuesto revolucionario", práctica que no ha sido rechazada por los gestores de la Hacienda guipuzcoana, por ejemplo.
A la vida se le hace frente con realismo y no con soberbia. Las primeras declaraciones de Dani Maeztu y de Maribi Ugarteburu el domingo de las elecciones tenían mucho de lo segundo, y mucho más de mantra (y de consigna aprendida). No parece EH Bildu la fuerza llamada a sacar a esta comunidad de la crisis. Antes tienen que bajar de la nube.