Venezuela: "Ganó la chusma"
No ha sido solo el petróleo lo que ha favorecido el liderazgo de Chávez, también el convencimiento del líder venezolano de que las naciones deben mostrar su solidaridad, unas con otras, para crear regiones más equilibradas y potentes
QUIÉN ganó las elecciones que se celebraron el pasado 7 de octubre en Venezuela? Para responder, recojo la frase de un hispano-venezolano, un pelín (o toda una cabellera) clasista, con el que departí el día siguiente: "Ha ganado la chusma". En principio, la frase me pareció despectiva, pero no le respondí. Entendí que estuviera enfadado con los resultados a tenor de que durante los dos meses anteriores a la fecha no había parado de denostar a Chávez, de considerarle un dictador a pesar de que hubiera superado más de una docena de consultas, elecciones y refrendos, de dedicarle los más variados calificativos, todos ellos denigratorios. De poco servían mis aportaciones, numéricas o intelectuales, sobre los resultados que habían cosechado los 14 años de "revolución bolivariana", en su gran mayoría favorables a Hugo Chávez y sus sucesivos gobiernos. Yo me empeñaba siempre en rebatir sus opiniones, expresadas en forma de afirmaciones indiscutibles, pero él acudía siempre a la gratuita razón de que yo no he estado en Venezuela y él sí. Y cuando le señalé que hablaba de EE.UU. y Obama sin haber estado allí ni conocer a su presidente, ya había puesto distancia respecto de mí. Así que le concedo el honor de asumir su conclusión: en Venezuela "ganó la chusma".
Pero ganó también el socialismo del siglo XXI. Ciertamente, no un socialismo científico, ni siquiera un socialismo de corte liberal. Ganó un socialismo humano, es decir, un socialismo que ha venido poniendo en su diana a las personas más humildes, a quienes más necesitan de un Estado redistribuidor y generoso, a esa "chusma" que mi amigo constantemente censura. En estos tiempos en que las ideologías políticas se han obsesionado en ocupar espacios intermedios, como dando a entender que los grandes y viejos pensadores eran todos unos doctrinales irredentos, el socialismo del siglo XXI de Venezuela ha resultado ser el único filón que aglutina a quienes necesitan la protección del Estado en un lado, y en el otro a quienes creen que el Estado debe ser como una naranja a la que se aprieta y se exprime, a la que le saca todo su zumo exclusivamente el que la tiene en su mano. En este tiempo en que las formaciones políticas se definen como socialdemócratas, demócratacristianos, socioliberales, centroderecha, centroizquierda, progresistas o conservadores, yo agradezco que alguien subraye que existe el socialismo, que es capaz de ganar elecciones sin recurrir a subterfugios nominales y que, además, es útil.
El caso es que todo hace presagiar que esta nueva victoria de Chávez venía siendo temida por la derecha desde hace tiempo. Tanto, que recurrió para elegir su candidato a unas elecciones primarias en las que participaron alrededor de treinta formaciones de derechas, -entre ellas las dos que habían competido encarnizadamente durante los cuarenta años anteriores a la era Chávez y habían gobernado mediante al menos ocho mandatos presidenciales en los que rivalizaron, sobre todo, en corrupción- de las que la más representativa apenas llegaría al 9% de los votantes si acudiera en solitario (no se subleven, sé que alguien me achacará que Chávez también ha encabezado una numerosa amalgama de formaciones, pero la formación suya, la que él lidera, llega a un porcentaje superior al 45% de los sufragios). No solo eso, sino que la estrategia de la derecha de Capriles ha estado basada en intentar adueñarse de los logros chavistas. Capriles pregonó que "las Misiones son del pueblo y hay que mejorarlas", pero tales Misiones, que constituyen el gran instrumento del socialismo chavista, habían sido antes criticadas y tachadas de adoctrinamiento clientelar. Capriles aseguró que su modelo estaría basado en el modelo desarrollado por Lula da Silva, pero previamente la derecha venezolana no dudó en vilipendiar las alianzas con Brasil, y con otros países sudamericanos, que no contaban con el tutelaje de EE.UU.
Ganó por tanto toda la región y ganaron los países aglutinados en Petrocaribe, que seguirán recibiendo petróleo a precios asequibles. Y ganó UNASUR, y CELAC, y ALBA, y los países del llamado Eje Bolivariano. No ha sido solo el petróleo lo que ha favorecido el liderazgo de Chávez, también lo ha sido el convencimiento del líder venezolano de que también las naciones deben mostrar su solidaridad, unas con otras, para crear regiones más equilibradas y potentes. Capriles había anunciado ya que "no regalaremos ni un dólar más, ni una gota de petróleo más, hasta que tengamos resueltos los problemas de todos los venezolanos", pero la "chusma" sabe que ella no está incluida en el "todos" de Capriles y de la derecha de su país.
Lo cierto es que la movilización de la "chusma" ha dado al traste con las intenciones de la derecha mundial. Basta con valorar el despliegue mediático anterior y posterior a los comicios. Principalmente en torno a tres aspectos fundamentales: la salud de Chávez, afectado por un cáncer; la limpieza del proceso electoral y las consecuencias que pudiera acarrear un resultado adverso para Chávez y, por tanto, favorable a sus pretensiones. En España, tal despliegue ha sido especialmente importante, y no solo a través de los redactores, sino también mediante líderes de opinión, tertulianos diversos e incluso escritores, intelectuales y premios Nobel. Voy a destacar las aportaciones de dos intelectuales como Enrique Krauze (La esperanza de Venezuela) y Mario Vargas Llosa (La hora de Capriles) que, al parecer, se calzaron las botas de monte y se echaron a la intemperie con una saña propia de vengativos. Dijo Enrique Krauze que el régimen de Chávez "no aplica la violencia física como principal política de Estado, pero ejerce otro tipo de violencia coercitiva y amenazante, omnímoda y opresiva. Su poder proviene de las urnas... estrechamente controladas por las armas, por sus armas". En su artículo, plagado de malas intenciones, incluye que "en Venezuela los demócratas deberán restituir el sentido verdadero a una democracia pervertida, Chávez ha usado a la democracia para acabar con la democracia". Dejó su intelecto a un lado para hacer tales reflexiones, salvo que esté convencido de que la democracia puede ser un régimen perverso y dañino, lo cual pone en solfa su sentido democrático.
Desde luego que admite lo indiscutible, los logros sociales del chavismo: "Más allá de esa advocación mesiánica, ha estado su vocación social (que sería absurdo negar)", pero su maldad llega al extremo de sugerir que el cáncer ha jugado a favor de Chávez: "El hechizo de un Chávez enfermo y su vasto control sobre el aparato estatal pueden darle el triunfo". Y parece que la esperanza que sugiere en el título está en que "un eventual (¿también deseado?, aporto yo) fallecimiento, la división interna de su grupo y la presión internacional podrían propiciar una vuelta a la democracia plena". Erre que erre, vuelve la burra al prado para negar la democracia en Venezuela.
Lo de Vargas Llosa es más grosero e inmisericorde. Decía que Capriles llegará a presidente "a menos que lo hagan matar". Ponía el gran problema para la victoria de Capriles en que "si su victoria se da por un margen pequeño, las posibilidades de que el oficialismo manipule el resultado a su favor son grandes". De poco parece servirle que el sistema de control electoral de Venezuela sea uno de los dos más garantistas del mundo. Sin aportar ninguna consideración científica, no dudaba en afirmar que "el cáncer del que ha sido operado ya tres veces en Cuba no ha sido vencido y que el riesgo de que, si lo reeligen, no esté en condiciones de seguir gobernando, es enorme". Sus deseos le traicionan. Y también sus premoniciones. Recurriendo a las palabras de un supuesto chavista, desconocido para el vulgo, que contrastan con las palabras del propio Chávez, decía Vargas: "Preparando el escenario de su segura derrota, Alberto Chino Carías ha advertido de que lloverá el plomo sobre la oposición si no admite la victoria de Chávez". Y gratuitamente completa su absurdo razonamiento: "Maravillosa afloración freudiana del subconsciente en la que el chavismo atribuye al adversario lo que, por boca de uno de sus pistoleros, él mismo se dispone a hacer". Y culmina con una denuncia muy absurda para quien conozca el modo de obrar de los líderes políticos de aquellos parajes, entre los cuales debe contarse él mismo: "El comandante Chávez padece, como su modelo ideológico y padre putativo político, Fidel Castro, de delirio mesiánico".
Ganó la "chusma", sí, pero tiene corazón e impulsos. Y tiene una mente que piensa y sabe discernir. También puede equivocarse y yo que creo en la izquierda y el socialismo estoy convencido de que no se ha equivocado. La "chusma" se vistió de rojo, que es el color que incita a la pasión y se situó frente al colorido de Capriles, de la bandera venezolana engalanada con estrellas, para decirle a él y a los acomodados de Venezuela que la vida, que sus vidas, se defienden mejor desde el socialismo que desde el patriotismo conservador y excluyente que siempre ha considerado a esa "chusma" como una carga. ¡Ganó la "chusma"!