CRISIS, desánimo y desasosiego generalizado lideran la cruzada contra la clase politica y su descalificación global. Es comprensible como terapia contra la frustración, aunque injusto e inexacto. Hay que recordar que hace mas de treinta años nuestro país se encontraba en una encrucijada peor que la actual con todos sus sectores básicos al borde del hundimiento y una situación análoga de desánimo y desasosiego generalizado. En realidad, la situación era aún peor pues el terror asesinaba mas de ochenta personas cada año y los empresarios eran perseguidos y denostados con encono.

Pero surgió la voluntad de superación de nuestro pueblo a través de una clase política que supo estar a la altura de las necesidades del país y no solamente consiguió superar puntualmente los apuros económicos sino generar un paradigma de prosperidad a treinta años. Ese modelo que bien gestionado por posteriores gobiernos nos ha conducido hasta aquí. Fueron aquellos políticos del PNV los creadores de una forma de hacer y de superar las tremendas dificultades del momento creando escuela.

Frente a la desmantelación de la politica industrial vigente en el Estado apostaron por la reconversión y la reconstrucción de nuestra industria. Frente al desamparo de la educación, de la investigación y de la formación profesional estatal, apostaron por el reforzamiento de nuestro sistema educativo e investigador, incluyendo la incorporación de nuestra lengua nacional desde la ikastola hasta la Universidad, y finalmente, frente al señuelo facilón de un sector servicios para europeos a pie de playa, apostaron por la calidad y la transformación de nuestra base tecnológica industrial.

Apostaron por el país y por su gente con programas económicos, sociales y culturales y consiguieron, ademas de dotar a nuestra nación de un sólido cuerpo institucional, llenarlo de contenido y de futuro.

Hoy estamos ante una enorme crisis y por tanto ante una enorme oportunidad de liderar otro proceso histórico de transformación económica, social y cultural que nos conduzca a un nuevo paradigma para los próximos treinta años.

Tras el desastre de la última aventura estatalista en Lakua, cuyas secuelas pagaremos caras en términos de déficit y deuda, parece que una vez mas, va a ser necesario el concurso del PNV y de sus políticos y gestores comprometidos con el país, para llevar adelante este desafío. El modelo PNV puede y debe ser el que resuelva nuevamente la difícil situación del país.

Tres son a mi entender los retos fundamentales que debe acometer el próximo lehendakari en el mundo económico. Retos enormes y apasionantes que se construyen en torno a un modelo 3I que sustituye al viejo paradigma 3R. Un modelo fundamenteado en la fe en nuestra capacidad industrial e innovadora y en nuestra voluntad como pueblo para superar las dificultades y que se soporta en las herramientas de la Innovación, la Inversión productiva y la Internacionalización.

El primer reto supone la gestión del gasto y de la inversión pública en un entorno presupuestario restrictivo y dentro de un marco general macroeconómico recesivo. Los sacrificios serán necesarios, sin duda, pero más importante que este anuncio será la capacidad para reasignar los recursos de manera eficiente huyendo de las presiones de los lobbies y de las estructuras de gasto improductivo y descoordinado en nuestro sistema económico. Mas importante que los inevitables recortes de un presupuesto desbocado que gasta mas que lo que recauda será también garantizar lo esencial de nuestro sistema de bienestar en consonancia con las convicciones sociales del PNV donde la economía está al servicio de las personas. Distinguir lo esencial de lo accesorio es un reto fundamental.

El segundo reto fundamental del nuevo gobierno será la expansión del modelo productivo y la generación de nuevo PIB a través de la Innovación y de la Internacionalización de nuestras empresas. Tenemos una capacidad de ingeniería y de mecanización extraordinaria en nuestra actual base industrial, pero hemos perdido posiciones en la cadena de valor y tenemos que recuperarlas ayudando a nuestras empresas en la generación e incorporación de nuevos productos, procesos y servicios a sus catálogos.

Tenemos un buen sistema de I+D pero generamos pocos productos nuevos industrializables. Hay que racionalizar y reforzar la competitividad del sistema de I+D+i, incorporando a la Universidad de una vez por todas y propiciando alianzas estratégicas con los mejores para incrementar nuestros base de productos y tecnologías y nuestra presencia en el extranjero.

Hay que realizar apuestas decisivas e innovadoras en sectores claramente emergentes como el Cleanteach. La industria verde y sostenible debe de ser consustancial a un país verde como el nuestro y debemos apostar por realizar una oferta integral y unificada de tecnologías del Medio Ambiente, convirtiéndonos en el escaparate de las nuevas tecnologías de este sector en Europa sin complejos ni autorrestricciones.

Hay que apostar decididamente por la prospectiva tecnológica y especialización en algunos sectores como el antes mencionado o las Ciencias de la Salud, sin olvidar que con la adecuada inversión en I+D+i sectores tradicionalmente olvidados para la generación de PIB como el sector primario, pueden también contribuir de manera decisiva a nuestra riqueza y bienestar ayudando además a la conservación y mantenimiento de nuestros montes y valles, base sobre la que poder asentar una potente y reforzada industria turística que complemente nuestra espléndida oferta de cultura, playa y gastronomía.

Tenemos los mimbres para generar un nuevo paradigma de riqueza y bienestar a treinta años. Vamos a por él con trabajo, voluntad y convicción, tres cualidades inherentes a nuestra alma vasca, garantizando además la necesaria solidaridad intergeneracional.

Hay un tercer reto fundamental sin el cual posiblemente los dos anteriores carecerán de sentido o tendrán su viabilidad limitada. Es necesario desbloquear la situación de financiación de las empresas y familias en Euskadi. Y hay que hacerlo con audacia y decisión. Habitualmente se tiende a diluir este problema en consideraciones macroeconómicas y regulaciones supranacionales. Pero hay que ser valientes. Tenemos un sistema de banca pública vasca que se encuentra en una buena situación de solvencia y que debe de ser el pilar sobre el que se asiente el cambio de modelo. No es de recibo que solamente seis de cada cien euros vayan a financiar a nuestras empresas. Hay que reactivar el papel del capital y del riesgo en nuestra sociedad. Hay que empujar la curiosidad y reformular el miedo al fracaso. No hay futuro si no conseguimos reactivar la industria y generar nuevos negocios.

Porque la creación de empleo digno y de riqueza redistribuible que es a la postre el objetivo humanista que subyace en toda nuestra acción política no será obtenible sin realizar apuestas importantes, valientes y arriesgadas.

Hay que entender en los tiempos que corren y que representan más un cambio de era que una era de cambios, que quienes se queden atrás lo harán por muchas décadas, que lo que se ha demostrado tan fácil de destruir requiere un esfuerzo titánico de reconstrucción y que lo esencial ahora es mantener nuestra riqueza y bienestar como bases centrales en las que sustentar la independencia de nuestras decisiones.

En una Europa que se centraliza en torno a las nuevas atribuciones de la Comisión y del Parlamento Europeos, resulta fundamental constituirse en una Eurorregión especializada fuerte y autónoma, que pueda ser oída porque su situación económica y social le permite ser escuchada en lugar de ser rescatada.

Lo que está en juego ahora mismo no es solo, ni principalmente, qué países estarán en Europa Unida sino, sobre todo, qué regiones europeas serán las hegemónicas a treinta años vista. Y en ese desafío a Euskadi le corresponde optar a las mas altas cotas de libertad e independencia, pero esa opción solo podrá estar sustentada en la resolución de nuestro actual desafío de riqueza y bienestar sostenibles para nuestro pueblo.