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Arafat vuelve de entre los muertos

RECUERDO una foto del otoño de 2004 del líder palestino Yasir Arafat. Su mirada de tristeza me dejó dolor en el corazón. Se iba de Palestina, la tierra prometida para los judíos y la tierra deseada para los palestinos. Su cuerpo dolorido no tenía cura y no quería que sus soldados le vieran morir. La muerte no es bonita ni heroica. Arafat murió en el hospital militar Percy, cerca de París, pero había un secreto en su despedida. La muerte siempre deja algo sin terminar. Llega con la belleza de la dama del alba y se va con los deseos sin cumplir en los brazos. Por eso, Yasir ha vuelto de entre los muertos de la mano de su mujer Suha. La viuda de Arafat no se ha precipitado. Ha tenido la serena calma de la duda en silencio y, hasta hoy, no ha manifestado que su marido fue asesinado. El Instituto de Radiación Física de Lausana (Suiza) encontró polonio 210 en algunos de los efectos personales de Arafat facilitados por Suha, como prendas de ropa, un cepillo de dientes y su emblemática kufiya (pañuelo palestino).

El director del comité médico que investiga las causas del fallecimiento, el doctor jordano Abdulá Al Bashir, aseguró, en una conferencia de prensa televisada en Ramala, que Arafat fue envenenado, aunque no se puede confirmar hasta que se efectué la exhumación del cadáver. Según Al Bashir, los informes médicos efectuados en su momento fueron inexactos: "El informe francés decía que los especialistas no fueron capaces de encontrar la razón o la enfermedad conocida que pueda explicar las causas de la muerte. El desarrollo de la enfermedad no podía ser explicado en el marco de una patología".

Nadie supo -entonces- por qué había muerto Arafat. Sin embargo, dos años después, Akwxnder Livitenko, excoronel de la antigua KGB, fue envenenado con polonio en 2006 en un hotel de Londres. Su ataúd permanecerá sellado veinte años, el tiempo en que el cuerpo sigue siendo radioactivo.

No siempre se puede echar tierra encima y encerrar un cadáver en un ataúd de zinc veinte años. La historia al fin remueve la tierra y descubre hechos vergonzosos que tapó prudentemente en su día. Al general Patton le pasó lo mismo. Quizás con él se iniciaba los primeros experimentos del polonio. Todo empezó por el Plan Morgenthau. ¿Qué fue ese Plan? Pues verá, en la guerra no todas las víctimas fueron judías. Las fuerzas de ocupación en Alemania fueron también muy crueles.

El Plan Morgenthau prohibía confraternizar con la población civil alemana. El coronel Lindebergh, héroe nacional de los Estados Unidos, que llegó a ser propuesto candidato a la Presidencia de su país, dijo en un informe: "En nuestro país, la prensa publica artículos sobre el modo como liberamos a los pueblos oprimidos. Aquí nuestros soldados utilizan la palabra liberar para describir el modo de obtener botín. Todo lo que se coge de una casa alemana: todo lo que se quita a un alemán es liberado, según el lenguaje de nuestros soldados. Las cámaras fotográficas Leica son liberadas; los alimentos, las obras de arte, las ropas, son liberadas. Un soldado que viola a una alemana, la está liberando".

Gracias a que el general Patton se opuso a la aplicación del Plan Morgenthau, fue sentenciado a muerte. Pensaba contar la verdad de lo que ocurría en Alemania y denunciarlo públicamente. Eisenhower lo destituyó como Jefe del III Ejército y le encomendó una unidad secundaría. Patton sufrió tres accidentes y murió de un supuesto "ataque al corazón". Un judío libanés, Douglas Bazeta, exmiembro de la OSS (Office of Strategical Servces), el espionaje militar americano, el 25 de septiembre de 1979, en el hotel Hilton de Washington y ante 450 invitados, dijo: "Por diversos motivos políticos, muchos altísimos personajes odiaban a Patton. Yo sé quién lo mató. Pero soy yo el que cobró por hacerlo. Diez mil dólares. El propio general William Donocan, director del OSS, me encomendó esa misión. Yo preparé el accidente. Como no murió en el acto se le incomunicó en el hospital donde se le mató con una inyección".

¿Quién se ocupó del envenenamiento de Arafat? Secreto político. Lo cierto es que la vuelta de Arafat incomoda las conciencias de Francia y Estados Unidos. Se rebelan ante la vuelta al pasado. No quieren que se investigue la muerte del líder palestino. Washgton está insistiendo en que no se abra una investigación sobre la muerte de Arafat por considerar que dificultaría el dialogo con la paz con Israel (¿?). Israel, por su parte, tampoco tiene ningún interés. Cree que son suposiciones ridículas y las considera un complot para tratar de involucrar a sus servicios secretos en su muerte.

El polonio desentierra con su peligrosa radioactividad viejos rencores, odios y asesinatos. Nadie está libre de sospecha. Tampoco estuvieron sin culpa los americanos que liberaron Alemania. Decía una consigna: "A los alemanes solo hay que dejarles un pañuelo para enjuagarse las lágrimas". ¿Qué dicen ahora los judíos de los palestinos?