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Elecciones en Francia

CONSTATACIONES: Gana Hollande y se sitúa mejor de cara a la segunda vuelta; pierde Sarkozy y su posición es más débil de cara a la segunda vuelta; muy buen resultado de Marine Le Pen, rondando el 18%, porcentaje superior al conseguido por su padre en el año 2002, cuando pasó a la segunda vuelta; Mélenchon, del Frente de Izquierda, se queda con algo menos del 12%, por debajo de lo esperado y de lo que le daban las últimas encuestas; el resto de los candidatos, Bayrou, Eva Joly, Dupont-Aignant, Poutou, Arthaud y Cheminade, en los porcentajes esperados y que se reflejaban en las encuestas.

Para quienes estimamos la libertad y la democracia, el muy buen resultado de Marine Le Pen es un problema. Convierte al FN en el partido de extrema derecha más importante de Europa, en un referente político para ese espectro político. Muestra que Marine Le Pen puede obtener mejores resultados que su padre. A diferencia de lo ocurrido en el año 2007, muestra que ha sido capaz de resistir a la presión sarkozista. En las anteriores elecciones presidenciales, Sarkozy comió al FN un buen porcentaje de votos entrando en el terreno de la inmigración y la identidad nacional.

En estas elecciones también lo ha intentado, pero esta vez los potenciales votantes del FN han votado a Marine Le Pen, lo que muestra una fidelidad de voto a tener en cuenta. El porcentaje obtenido, unido a los cambios de imagen realizados, nos muestra que hay FN para rato, que el voto al FN se ha banalizado y que mucha gente no tiene reparos en votarle. Obtiene un muy buen resultado entre los jóvenes y entre los trabajadores. Según el profesor en ciencias políticas, Laurent Bouvet, aunque todavía serán necesarios estudios más precisos, Marine Le Pen obtiene el 29% del voto obrero, Hollande 27%, Sarkozy 17% y Mélenchon el 11%. Entre los empleados, Hollande obtendría el 28%, Sarkozy el 22%, Marine Le Pen el 21% y Mélenchon el 12% (entrevista publicada en el diario Liberation el 23-4-2012). De cara al futuro, a tener en cuenta que Marine Le Pen es la más joven de los candidatos presidenciables de los cuatro grandes partidos, lo que le da continuidad en la política y una importante expectativa para las próximas legislativas y las presidenciales de 2017.

La extrema derecha europea, o cuando menos una parte importante de la misma, se está modernizando. Tienen, unos más que otros, enganches con el pasado fascista o con corrientes fuertemente conservadoras, pero también hay un fuerte intento de adecuación a los nuevos tiempos, visible en las temáticas que abordan y en cómo lo hacen. La extrema derecha ha venido haciendo sus deberes y la izquierda no los ha hecho, estancada en un antifascismo que no se corresponde con los tiempos. Ese antifascismo, además, le crea buena conciencia, pero responde mal a las temáticas a las que actualmente tiene que hacer frente.

Si se pretender combatir a la extrema derecha, al populismo nacionalista xenófobo, la izquierda también tendrá que hacer sus deberes, tomarse en serio lo que esos partidos dicen, cómo lo dicen y lo que representan. Reconocer sus anclajes, las referencias históricas, las distorsiones del lenguaje que hace la extrema derecha europea: el nacional-populismo, la revolución conservadora alemana, el fascismo, el tradicionalismo evoliano, el nordicismo, el nacionalismo revolucionario, las corrientes identitarias, el antijudaismo, la islamofobia, el nacionalismo antiinmigración, la preferencia nacional, el racialismo diferencialista, las figuras modernas del racismo urbano... Y hay que tener en cuenta las múltiples zonas grises que la extrema derecha tiene con la derecha tradicional democrática, con las corrientes nacionalistas, con la izquierda, con el movimiento ecologista. Tomar en serio su giro social, el aprendizaje hecho para hablar de unos temas y en un lenguaje comprensible para las capas populares.

Ahora a esperar a la segunda vuelta, cuyos resultados parece evidente que van a ir mucho más allá de Francia, que van a repercutir de forma directa en toda la UE.