LA vergonzante prórroga del estado de alarma, sin precedente en el nuevo sistema político español ni parangón en la Europa más o menos unida ha sido, sin embargo, coherente con otras decisiones preventivas y a medida de un solo colectivo, como es el caso, de las Cortes (de Madrid). Baste recordar la ley de partidos y las demás normas para impedir la representación democrática de buena parte de la sociedad vasca.

El caso es que sus señorías no se han fiado, ni un pelo, del compromiso por carta de los controladores, pero todavía menos del resto de huelgas en el mismo sector (pilotos que se apresuraron a llegar a un acuerdo laboral, personal de Aena contra la privatización parcial de la antigua y cara empresa centralizada de los aeropuertos), y menos, en vísperas de las navidades.

Los estados de alarma que sentimos muchos son diferentes, sin efectos jurídicos, pero con harto peso en el ánimo. Un motivo: oír a don José Blanco (le evitaremos el cabreo del diminutivo galaico) proclamando Madrid como la ciudad europea con mejor red de AVE de Europa, con lo que implica de menosprecio a las comunicaciones con Europa a través del mismo medio de transporte. El de Barcelona a París no estará acabado del todo hasta el 2020 y el de París a Valencia y Murcia, ni fecha tiene.

Si los mentideros matritenses van cargados de razón, y el año que viene se cumple la sustitución de Zapatero por Pérez Rubalcaba; todavía más, si se impone a Rajoy en 2012 con el viento a favor del cese definitivo de la violencia que se anuncia, los acuerdos de cumplimiento (todavía parcial) del Estatuto de Gernika con el PNV quedarán en papel mojado. Y si gana Rajoy, igual motivo de alarma.

En Catalunya, la constitución del Parlament ha sido todo un aviso. Por defecto propio en la negociación, pero también por el peso de las mayorías, los grupos minorizaros han quedado fuera de la Mesa, repartida entre los vencedores de CiU, socialistas y populares que, además, han conseguido lugares físicos privilegiados en la zona central del hemiciclo, con Alicia Sánchez Camacho sentada inmediatamente detrás de Artur Mas.

Mas se ha apresurado a decir que esos gestos, correspondidos por los representantes de los dos partidos estatales en forma de elección a la primera de Nuria de Gispert, la veterana exconsejera de Unió como presidenta de la Cámara, no sirven de precedente para ningún pacto ni compromiso de futuro. Ojalá.

El caso es que, a la tercera victoria, el sucesor de Pujol volverá a presidir la Generalitat. Según todos los indicios y pronósticos, en segunda votación, que sería el próximo jueves día 23 y siguiente al del sorteo de la lotería de Navidad, quién sabe si para evitar chascarrillos fáciles por la coincidencia.

Para la primera, que empieza este lunes los líderes de las siete fuerzas políticas representadas (para que luego hablen de atomización de Eusko Legebiltzarra) han anunciado que dirán que no, en bloque. Para la segunda la mayoría de observadores augura abstenciones en las filas de PSC y PP. Bastan siete.

Retirado Montilla con la máxima dignidad, el Partit dels Socialistas afronta la reforma interna con la dicotomía agravada entre los herederos de las dos formaciones que se aliaron a mediados de los 70: Socialistes de Catalunya-Congrés, autóctono y autónomo, y PSOE. Sería una gran sorpresa que no encontrará la solución. Que fuera a partirse, o a diluirse, una de las dos grandes fuerzas políticas del Principat supervivientes al hundimiento del PSUC. De los tripartitos dijeron algunos que era el principio del fin de la confederación CiU, y ya se ha visto.

Entretanto, Puigcercós sigue encolado a la silla de líder de Esquerra, pese a las peticiones de dimisión instantánea no solo del marginado Carod, sino de otros compañeros de peso histórico, incluido el ya expresidente del Parlament, Ernest Benach. Su esperanza es una nueva rendición, ahora de Mas, a promesas de futuro del PP con Rajoy en La Moncloa, y la recuperación de la política del peix al cove (traducible como pájaro en mano) de Jordi Pujol. Esta vez no parece tan fácil. Claro que más difícil parecía el pacto de estabilidad para Madrid del PNV con el PSOE, teniendo en cuenta la ocupación de Ajuria Enea y?