Parece que solo ha sido un amago que el rey emérito fuese a publicar sus memorias: libro interruptus. Qué lástima, porque me hubiera gustado saber con qué aviesa retórica esquivaría explicar el origen de su fortuna, sus delitos fiscales y también sus andanzas rijosas. Nadie le ha robado su historia, ilícito y casquivano monarca, pues usted mismo, los ominosos Felipe y Aznar y todos los poderes mediáticos, incluido el límpido Iñaki Gabilondo, ampararon sus fechorías con el peor de los silencios. La mentira favorita de los criminales es “no recuerdo”, lo que convierte la mala memoria en coartada de canallas y de parejas de mal corazón. De las consecuencias de un “no me acuerdo” trata la miniserie Un escándalo muy real, producción británica distribuida por Max e interpretada por Michael Sheen en el papel del príncipe Andrew, acusado de violación de una menor en el contexto de su amistad con el pederasta Jeffrey Epstein. Pensó el hijo calavera de Isabel II que una interviú en la BBC con la periodista estrella Emily Maitlis limpiaría su imagen ante sus súbditos. La entrevista, de una hora y rodada en Buckingham Palace, no solo no purificó la reputación del acusado, sino que ocasionó tal bochorno ante la opinión pública que la reina se vio obligada a apartarle de la familia y despojarle de sus títulos. Y todo por un “no recuerdo” y negar su disculpa a la víctima. Aquí Felipe VI apenas renunció a la herencia económica de su padre, le retiró el sueldo y le envío a un exilio dorado. Aquí no hay relatos televisados que expongan la impunidad de Juan Carlos I y el vasallaje de la democracia española. Aquí hablar de Bárbara y otras amantes es la fórmula para ocultar el saqueo borbónico. Y aquí nos queda el eco del chiste macabro de “la justicia es igual para todos”.