Meter en el saco de enero la visita al Benito Villamarín está justificado por su proximidad al partido que puso el cierre a la liguilla de la Europa League contra el Viktoria Plzen, el jueves anterior en San Mamés. Salen por tanto ocho compromisos, espaciados los tres primeros y muy seguidos desde el tercero al octavo. Una lista variopinta, tanto por la talla de los adversarios como por corresponder a cuatro competiciones distintas, que sin duda ha hecho mella en el rendimiento, con el consiguiente reflejo en los resultados obtenidos.

Este enero no pasará a la historia como un período de bonanza. Al margen de que el Athletic haya sufrido tres derrotas, cedido dos empates y solo haya sumado tres triunfos, uno a penaltis contra el Logroñés, la prematura eliminación en la Copa condiciona claramente el balance en sentido negativo. Solo si se corre un tupido velo sobre esta cuestión capital en los objetivos que se marca el equipo, cabe realizar otro tipo de lectura, más benévola. Y probablemente mejor aquilatada.

Aunque la densidad del mes que abre el año sea una realidad que se repite cada temporada, debido a que suele incluir varias rondas coperas, en esta oportunidad su efecto se ha dejado sentir más porque el Athletic había acumulado previamente un desgaste superior al habitual. Participar desde septiembre en un torneo europeo que, encima, estrenaba un sistema con más encuentros y más viajes, podía pasar factura en una plantilla sin contraste a esos niveles. Exactamente, lo que ha sucedido.

El bajón podría haber sido antes o después, no era fácil prever cuándo, pero ha coincidido con estas fechas. Jugadores desgastados entre los más asiduos; lesiones, alguna de incuestionable relevancia, que ni necesita ser expresamente citada; decisiones discutibles en la gestión del grupo, a veces influenciadas por los factores previamente mencionados; en fin, nada fuera de lo normal en la rutina de un conjunto que, además, se caracteriza por una personalidad que le empuja a intentar competir en cada cita y para ello no escatima el esfuerzo.

La verdad es que, asumida con naturalidad la existencia de altibajos o de un bache, lo procedente sería relativizar el efecto del recién vivido. Con la salvedad ya comentada de la Copa y dado que nadie se ha rasgado las vestiduras por el desenlace de la Supercopa, el Athletic no ha salido demasiado perjudicado. Acaba de consumar su hazaña en el torneo continental, desbordando cualquier expectativa y, sobre todo, pese a que lo haya hecho a trancas y barrancas, no se ha dejado ir en el escenario más importante de todos, la liga.

Pese a que su eficacia se haya resentido, no ha caído en ninguna de las tres jornadas celebradas. La victoria en Balaídos entrañó su mérito porque tuvo lugar a renglón seguido del mazazo que recibió de Osasuna en La Catedral. Valverde introdujo seis cambios en la alineación que se midió al Celta y no sin dejarse la piel y armarse de paciencia, se aseguraron los tres puntos con cierta holgura.

Más apuros vivió en casa con el Leganés, venía de pifiarla en el campo del Besiktas y brindó una actuación gris a la afición, que precisó de la aportación estelar de Simón para acabar amarrando un punto que acaso supiera a poco, pero dicho botín respondió al desarrollo del juego: un constante estrellarse contra el muro que levantaron los madrileños, completado con desequilibrios defensivos propiciados por ese afán ofensivo que, sin inspiración, a veces se vuelve en contra.

Queda por valorar el 2-2 con el Betis. En un momento distinto, las opciones de éxito del Athletic se hubiesen multiplicado; al fin y al cabo, los andaluces por algo no ganan en su terreno desde octubre, pero hablamos de un partido que se enlazaba con el disputado cuatro días antes y, no se olvide, era el último de la exigente serie de enero. Se notó, vaya que sí: fallos y desajustes a tutiplén, compensados con las dosis de nervio y sudor característicos, así como los detalles de un Berenguer que ha alcanzado su madurez coincidiendo con un panorama en las demarcaciones de ataque objetivamente amenazante para su rol en el equipo.