Con ocasión del 36 aniversario de la Fundación de la Asociación Bilbao-Metrópoli 30, se ha inaugurado una exposición fotográfica sobre la transformación de Bilbao.
Detrás queda aquel lejano, distante y distinto momento en el que, tras un trabajo de reflexión, estudio de procesos de recuperación y revitalización de múltiples ciudades y regiones del mundo, de la identificación de entes e instrumentos que otras áreas metropolitanas de la época habían utilizado para afrontar su reconversión en Metrópolis del Futuro, el apoyo de la entonces Andersen Consulting, con la dedicación de muchas personas de diferentes empresas y organizaciones y con el impulso institucional, se fueron generando objetivos, líneas de proyecto transformador y compromisos único para un proceso que resultaba imprescindible. Se trataba de visualizar una nueva oportunidad para un futuro distinto, ilusionador y posible. Así vio la luz la Asociación para la Revitalización del Bilbao Metropolitano. Con 9 entidades socias fundadoras que promovieron los 30 primeros miembros, dando nombre al Bilbao Metrópoli-30 que, de una u otra forma llega hasta nuestros días.
No fue ni la primera, ni la última iniciativa cuya impronta provocó lo que para muchos fue o es, visto hoy, un milagro. Sí fue una iniciativa singular que posibilitó compartir ideas, conceptos, sueños, y movilizar a terceros y sus recursos en un potente compromiso colectivo interinstitucional y público-privado. Hoy, no se entienden ecosistemas con trascendencia innovadora que no faciliten partenariados público-privados.
Tras aquella iniciativa, no se pretendía ni recrear un ya abolido ente predemocrático como la Corporación Administrativa del Gran Bilbao, suprimido por las Juntas Generales de Bizkaia, ni concentrar aglomeraciones municipales y territoriales en torno a un espacio físico metropolitano, ni crear un órgano de Administración, tutela o gestión de servicios públicos supramunicipales, ni generar contrapoderes a Institución alguna, ni crear un instrumento presupuestario o ejecutor de iniciativas, proyectos, infraestructuras que resultaran de interés para el espacio compartible. Se asumía un complejo rol como “lugar de encuentro público-público y público-privado” para conformar un pensamiento y vocación suficientemente compartible sobre el modelo de desarrollo y transformación deseable para el territorio, motivar a las partes implicadas en la asunción de proyectos propios debidamente alineados con objetivos de interés y bien común, aprender del exterior acercando las iniciativas de éxito en otros lugares del mundo, promover nuestra ciudad-región en el exterior, apoyar y fomentar lazos de conexión y mantener una luz, permanente, removiendo debates, ideas, roles de futuro.
Si bien aprendiendo de terceros, Bilbao-Bizkaia-Euskadi ha seguido un camino propio, avanzando en su conectividad y cohesión (interna y externa) hacia una comunidad vivible, deseada, de bienestar y futuro. Nos hemos venido transformando a lo largo de los años creando múltiples programas, planes, proyectos y generando comunidades de interés compartido al servicio del bienestar de los ciudadanos, la productividad y rentabilidad de nuestras empresas y el desarrollo económico y social propuesto. Somos ejemplo vivo de la interdependencia exigible entre los objetivos de desarrollo económico, bienestar social e impacto positivo medio ambiental (senda de la sostenibilidad), en lo que hoy, moviliza al mundo en torno a nuevos modelos de prosperidad y creación de valor compartido empresa-sociedad. Es, a la vez, constatación de la simbiosis entre intervención pública y generación empresarial de riqueza, empleo y compromiso social, del coliderazgo compartido público-privado, de la “regionalización y efecto local diferenciado”, garantes de soluciones ad hoc, conforme a tiempos y necesidades en contextos específicos y cambiantes.
Hoy, sin duda, vivimos y disfrutamos de un espacio mejor. Han sido innumerables las iniciativas, múltiples los actores, inimaginables muchas de las innovaciones urbanas, territoriales, administrativas, sociológicas, económicas, financieras, culturales, sociales, demográficas e institucionales participes de la transformación. Nuevos jugadores que enriquecen, día a día, la visión y esfuerzo creativo de un espacio de futuro, garante de proyectos vitales y profesionales, para los ciudadanos, empresas y organizaciones presentes en esta gran Euskal Hiria que configura nuestro espacio o área base. Todo un tupido enjambre de entes e instrumentos facilitadores que enriquecen el proceso permanente de transformación.
Más allá de instrumentos concretos que resultan esenciales para articular y canalizar esfuerzos en torno a determinados objetivos en un momento concreto, los tiempos exigen, también, transformaciones organizativas innovadoras. El mapa de entidades y organizaciones facilitadores de la promoción, del logro e implantación de estrategias y políticas es cambiante. Asistimos, de manera permanente, a la necesidad de innovar y promover instrumentos concretos adecuados a los objetivos críticos, sin temer su propia innovación organizativa transformadora. La esencia de su contenido, las capacidades, experiencias y potencial (cambiantes) de sus integrantes pueden responder a perfiles distintos a los requeribles en nuevas etapas. La aparición en el espacio compartido de otros entes y jugadores puede suponer, también, la oportunidad o necesidad de repensar alternativas. ¿Se hubiera podido llevar a cabo una transformación como la lograda sin la creación y acierto de procesos, objetivos, roles y entidades concretas? ¿Se puede transitar hacia nuevos horizontes, objetivos y escenarios con/desde el rol esencial atribuido al mapa organizativo existente? Los desafíos, nuevos escenarios, nuevas situaciones y contextos condicionan decisiones de máximo nivel y complejidad.
Este fin de semana, tras las elecciones celebradas en Euskadi, asistimos a la renovación de los gobiernos municipales y forales. Asistiremos al ceremonial (ilusionante pese a nubarrones emotivos percibibles) de renovación, entrada de nuevos equipos, tiempo de nuevos proyectos e iniciativas. Cabe esperar reforzar el camino de progreso, apostar por estrategias aceleradoras de cambios, también, y, posiblemente, reformular objetivos, ritmos, instrumentos. Hace unos meses, se reunían un buen número de expertos, políticos, empresas y académicos en torno al sugerente reclamo de “Nuevos caminos para una nueva etapa de gobernanza y roles del Territorio”, en la que se pretendía debatir sobre aquellas tareas prioritarias que habrían de acometer nuevos responsables municipales y regionales. (Ejercicio muy similar al que podemos observar a lo largo del mundo, en todo nuevo mandato o legislatura). Al margen de proyectos concretos, se resumían una serie de conclusiones a modo de recomendación que parecerían elementales: identificar las necesidades y demandas concretas de tu población, suprimir aquellos obstáculos o barreras que impedían abordar su logro, llenarse de coraje y fuerza para asumir riesgos, abordar -con decisión- los cambios y proyectos transformadores, de inmediato, conscientes de que tienes poco tiempo para sembrar (los árboles y frutos, por lo general, los contemplarás ya desde fuera de tus responsabilidades de hoy: otros los recogerán).
Es sin duda, un momento propicio para repensar nuevas oportunidades de innovación (territorial, social, organizativa). Reformular modelos colaborativos (siempre complejos en la práctica, más allá de la teoría), articular presupuestos alineados con los correspondientes a otros muchos jugadores con los que habrá que interactuar. Resulta esencial fijar estrategias claves, ambiciosas y compartibles, dotarlas de los instrumentos adecuados y empeñarse en su implementación.
Bilbao, Bilbao-Región, Bilbao-Bizkaia, Bilbao-Bizkaia-Euskadi necesita seguir apostando por su futuro. Ha de afrontar nuevos retos, se enfrenta a múltiples demandas de primerísimo nivel y ha de acometerlos desde la fortaleza de instrumentos facilitadores, que permitan el encuentro de los actores implicables en el trabajo por realizar. Cada actor, cada pieza, resulta esencial en un proyecto de colaboración activa. Hoy, más que nunca, un mundo tejedor de redes reclama el interés de cualquier formulación estratégica.
Sin duda, observar las fotografías del Bilbao gris o sepia de hace 36 años, brilla con la satisfacción y orgullo de un trabajo colectivo bien hecho. La sociedad vasca lo ha hecho posible y ha sabido innovar y generar espacios e instrumentos ad hoc para su correcta articulación. Esta marea instrumental ha enriquecido el proceso, multi propósito, imprescindible para llegar hasta aquí.
Recordar el pasado superado, poner en valor el punto de llegada, aspirando a construir ante otros retos, es sin duda posible (además de imprescindible). Necesitamos, esfuerzo, organización, imaginación, compromiso para avanzar, día a día, hacia una sociedad cada vez más próspera, más inclusiva, más satisfecha y orgullosa de su comunidad. Necesitamos superar el individualismo, inevitable, y reclamo permanente de todo aquello que nos preocupa, pensando un poco, en sociedad y, sobre todo, en nuestras propias responsabilidades y obligaciones. Construir un espacio de bienestar inclusivo y valor, conectado con la vanguardia mundial es un reto perenne. Es un ejercicio de determinismo y posicionamiento no exento de múltiples prismas cuya interpretación condiciona el escenario de futuro deseado.
Con la exposición de Bilbao Metrópoli 30, ejercitamos no solo el recuerdo de lo hecho, sino que reconocemos la labor de tantos que han hecho posible un cambio del que hoy, orgullosos, disfrutamos.