Empezó en Lituania, siguió Suecia y, en la actualidad, países como Polonia, Alemania y Francia están implementando medidas para revitalizar sus mecanismos de reclutamiento militar. Es cierto que lo matizan con opciones... Por ello, deberíamos preguntarnos ya cómo y por qué, sociedades mayoritariamente pacifistas y culturalmente distanciadas del espíritu militar, han empezado a valorar la oportunidad de revivir la popular mili. Está claro que los Estados tienen asumido que se generarán reacciones complejas y muy polarizadas en cuanto la rueda empiece a andar. Hablamos de sociedades que valoran la libertad individual, la movilidad y las trayectorias profesionales ininterrumpidas. El servicio militar obligatorio choca directamente con estos valores. La resistencia y escepticismo serán actitudes seguras de la sociedad europea. Y volverá a renacer con fuerza la objeción de conciencia, tan conocida y valorada en Euskadi. Además, se debatirá sobre la necesidad o no de invertir grandes cantidades en asuntos militares o elegir temas sociales como la sanidad y la educación. ¿Cuál es el porqué de estas nuevas modalidades de reclutamiento? En principio la guerra de Ucrania está contándonos todos los día que Europa no está tan lejos de un conflicto armado. La amenaza rusa es real y ya está marcando decisiones políticas y económicas de calado. Además, Trump ya ha dirigido las políticas europeas de defensa vía OTAN y la necesidad de que Europa pague su cuota. Todo nos lleva a un tremendo debate. ¿Vuelve la mili? Esperemos que no. La guerra no es la solución. Es el problema.