Da igual que el thriller fuera tan realista que pareciera que iba a caer un salpicón de vísceras sobre el patio de butacas. Da igual lo espantoso que fuera el disfraz de payaso asesino o lo ensangrentada que estuviera la motosierra. Si Halloween alguna vez dio algo de miedo ya no da ni susto ni nada. Lo que sí causa terror y mucho es la dana, las decenas de vidas que se ha llevado por delante y las cientos que se ha estado a puntito de llevar. Causa terror y mucho morir ahogado. Tener un bebé y fallecer abrazado a él. Verte en una residencia sentado en una silla de ruedas con el agua hasta la cintura. Tener que mandar un mensaje de despedida con el móvil a tus hijos, a tus padres, a tu pareja... Intentar abrir la puerta del coche para escapar y no poder. Lanzarte al río de aguas turbulentas en que ha quedado convertida tu calle porque en ese momento es la mejor opción. Aferrarte a tu mascota y esperar subido en un tejado en mitad de un pueblo inundado. Bajar al garaje sin saber que es una trampa mortal. Perder tu casa con toda tu vida dentro, incluida la sortija de tu madre, el reloj de tu padre, la estampita de tu abuela... La dana causa terror y difícilmente tendrá rival. Ahora queda por ver si los políticos están a la altura o se enfangan. Si hubiera responsabilidades, ya habrá tiempo de depurarlas. Son muchas muertes. Demasiadas. Da igual el thriller que programen. Nada es más escalofriante que el telediario.