Síguenos en redes sociales:

Mesa de redacción

Igor Santamaría

A toro pasado...

A toro pasado, todos adivinos. O, como soltó Esperanza Aguirre en su día en una comisión de investigación por corrupción, “a cojón visto, macho seguro”. Anda revoltosa la caterva periodística pseudo progre en su afán de escabullirse del fiasco Errejón, del que todos parecían conocer sus andanzas y dudosas aficiones mientras le vitoreaban como padre filosofal del espacio cuqui y jaleaban sus dogmas de fe con tal de darle sepultura a la marca de los círculos en cuya fundación colaboró. La misma cuadrilla de plumillas que se esforzó en triturar la imagen de Montero por sus leyes de Igualdad, al igual que antes hacían hincapié en dibujar, día sí día también, una imagen satánica de Iglesias, resulta que sabía de primera mano los tics machistas del protegido de Díaz y hasta sus gustos por ciertas adicciones por las que el propio partido ha confesado que “iba a terapia”. Aunque nadie ha plasmado pública y claramente de qué problemas personales nos hablan, debe ser que no interferían en su desarrollo profesional de la política. Asistimos a un ejercicio de hipocresía lacerante por parte de ese aparato mediático genuflexo que desde Ferraz se orquestó para que Sánchez reposara su poder en un socio menos incómodo, y no tardarán en desandar el camino una vez certificado que su juguete nació roto y se encuentra en un tris de la extremaunción. Harán como si con ellos no fuera la cosa ni nada haya pasado con tal de volver a ponerse morados.