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Mesa de Redacción

Alberto G. Alonso

Ojeando casa ajena

TODO el mundo es cotilla por naturaleza, incluso los que lo niegan. Y una de las líneas generales más perennes en la curiosidad humana es conocer cómo es la casa de los demás. Si no que se lo pregunten a quienes se pirran por comprar el Hola para saber cómo son los hogares de famosos y artistas. Seguro que este espíritu fisgón es parte de la base del gran éxito que año tras año tiene la iniciativa Open House en Bilbao, tal y como se ha demostrado este fin de semana. Hasta 72 inmuebles o espacios han sido abiertos para descubrir sin rubor sus secretos y misterios en vivo y en directo. Una larga lista que algunos adictos a estas visitas planean al minuto cada edición para poder asistir al mayor número de recorridos de inmuebles ignotos. Hay verdaderas joyas arquitectónicas como la Casa Consistorial, el Palacio Chávarri o la sede del Athletic Club en Mazarredo. Otros son edificios modernos que han permitido descubrir cómo funciona la comisaría principal de la Policía Municipal, el Conservatorio de Ibarrekolanda o los teatros Arriaga y Campos Elíseos. Un amigo se quedó alucinado por cómo ha quedado restaurado el centenario edificio de la Casa Cuna y en unos minutos pasó a extasiarse con la entrañas deportivas del Bilbao Arena. Es de los botxeros de pro que no se ha perdido ni una de estas citas arquitectónicas-cotillas y lo único que lamenta, y disfruta a la vez, es que no le da tiempo a ver todas porque cada año crece la oferta de inmuebles a descubrir.