Hay niños y niñas que saben lo que son unas costillas o una chuleta pero no las ubican en el tronco de un animal, no saben de dónde salen las semillas con las que se plantará el trigo o que un melón y una sandía salen de la tierra y no de un árbol. Son ejemplos del desconocimiento que existe con una de las necesidades básicas: la comida. Por eso, hace escasos años han nacido los y las agroinfluencers. Con perfiles de lo más variopinto, los y las influencers del sector agroalimentario vienen pisando fuerte, acumulando cientos de miles de seguidores en sus comunidades de TikTok e Instagram en las que hacen visible su modo de vida desde su propia perspectiva y acercan el campo a los jóvenes y urbanitas. Ayer tuve la oportunidad de escuchar a tres de estos generadores de contenido verde y para mi sorpresa yo también aprendí que las cosas han cambiado en el campo. El cencerro es parte del recuerdo y, sin embargo, a través del móvil pueden controlar dónde se encuentran las vacas en cada momento y evitar que se vayan de vacaciones porque pueden cercar su perímetro de expansión. Me sorprendió igualmente que todo esté informatizado y que los tractores sean ahora auténticas computadoras. Lo que no ha cambiado es la serenidad con la que hablan y transmiten. La paz que proyectan y el sentido que le dan al campo. Los y las agroinfluencers han aprovechado la tecnología al servicio de lo natural.